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Ryan Gosling, en 'La gran apuesta'.
Un tipo 'cool'

Un tipo 'cool'

'La gran apuesta' es el nuevo filme de Ryan Gosling, un monstruo de la interpretación que parece caminar con paso firme, pero sin acomodarse en exceso, en el negocio hollywoodense

borja crespo

Lunes, 20 de febrero 2017, 11:36

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Ryan Gosling (Londres, 1980) se convirtió, casi de la noche a la mañana, en el actor de moda, el rostro 'cool' del momento, gracias al impacto de 'Drive', una 'instant cult movie' donde elaboraba un personaje fascinante sin apenas abrir la boca, un conductor especialmente hábil, especialista de cine durante el día y apoyo automovilístico en atracos por la noche. Un fanático del volante, envuelto en una historia de amor y horror. Para el grueso de la crítica especializada fue uno de los grandes títulos de la temporada 2011, un thriller de acción inusual que remitía en su estética al cine de los años 80. Gustó en todo festival donde se presentó, en Sitges mismo causó sensación, y ya venía con el premio al mejor director de Cannes. Nicolas Winding Refn, cineasta danés reconocido por su visceral trilogía 'Pusher', visualmente poderosa, firmó la dirección de un tenso drama, basado en la novela homónima escrita por James Sallis.

Ryan Gosling estuvo a punto de ganar un Oscar en 2006 por su interpretación en la reivindicable 'Half Nelson'. 'Crazy, stupid, love', 'Lars y una chica de verdad', 'Todas las cosas buenas', 'Cruce de caminos' o 'Blue Valentine' figuran en su ecléctica filmografía. Este fin de semana vuelve a la palestra de la mano de 'La gran apuesta', donde comparte estrellato con Christian Bale, Steve Carell y Brad Pitt, tres pesos pesados de Hollywood, dando cuerpo a un llamativo reparto coral que afronta una historia protagonizada por un grupo de individuos ajenos al sistema, testigos del desplome de la economía mundial. Una atractiva reflexión sobre los orígenes de la dichosa crisis y el mundo de las finanzas, el lado oscuro de la banca y otros cánceres del planeta.

Ya se puso traje y corbata, a modo de ejecutivo agresivo, aunque en el ámbito de la política, en 'Los idus de marzo', otra propuesta con un casting de quitar el hipo: George Clooney -también director-, Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti en la alineación. Con una nominación al Oscar al mejor guión adaptado (a partir de la pieza teatral 'Farragut North') y cuatro nominaciones a los Globos de Oro (mejor dirección, actor, guión y película), el filme fue vapuleado por sorpresa en los Oscar, quizás por tocar un tema tan farragoso como inevitable en los tiempos que corren. Su estreno en nuestras fronteras, donde las tramas que invitan a la reflexión sufren el castigo de la gran audiencia, se hizo esperar más de la cuenta.

En 'Los idus de marzo' el carismático Gosling daba vida a un individuo idealista, el segundo de a bordo en la campaña presidencial de uno de los gobernadores que peleaban en las primarias, interpretado por Clooney en su doble faceta como actor y realizador. Entre tejemanejes varios, en busca de la victoria, Evan Rachel Wood defendía el rol de una joven becaria con inquietudes, el contrapunto femenino. Para Gosling fue un privilegio trabajar en el proyecto: "Creo que todos nosotros, como actores, estamos aquí porque creemos en George, y creemos en su campaña, que no es otra cosa que esta película", comentaba. "Es un filme político que resulta que no tiene un mensaje político. No es necesario saber mucho de política, ni comprenderla, para seguir a los personajes y sumergirte en la historia. Sin embargo, ofrece una ventana entre bastidores que nunca llega a verse". La película giraba en torno a su personaje. Él protagoniza la cinta, él acaba la misma, está en cada escena", recalcaba Clooney. "Al principio, se muestra eficiente, es el mejor en lo que hace, está en lo más alto del juego, es quien todo el mundo quiere. Para cuando la película toca a su fin, todo es un fracaso, y resulta que incluso es mejor de lo que era antes en lo que hace, y sólo le ha costado el alma".

Cine de acción sin acción

"Siempre había querido hacer una película de acción, pero actualmente las películas de acción tienen demasiada acción y dan poca importancia a los personajes, relataba Gosling en la promoción de 'Drive'. "Me gustaba este guión porque tenía un personaje muy fuerte y además la historia de amor también era fortísima". El romance surgía cuando el duro de pelar sobre ruedas conocía a Carey Mulligan. El duro Ron 'Hellboy' Perlman y Christina Hendricks, idolatrada gracias a su trabajo en la serie 'Mad Men', también formaban parte del reparto de una cinta llena de virtudes. Las escenas de persecuciones con coches se cuidaron especialmente, utilizando la plataforma 'biscuit', creada para la película 'Seabiscuit, más allá de la leyenda'. El director de fotografía, Newton Thomas Sigel -habitual colaborador de Bryan 'X-Men' Singer-, lo explicaba así: "Colocábamos el coche encima. De esa forma el actor podía estar en el coche concentrado en su interpretación mientras las cámaras filmaban. Al mismo tiempo, hay otro conductor que conduce el coche pero da la impresión de que es el artista el que está conduciendo". Podemos entender las poses de Gosling con cara develocidad y mirada acero azul.

En 2013 Gosling repitió con Nicolas Winding Refn en 'Sólo Dios perdona', aunque la incomprendida nueva apuesta de ambos no cautivó al personal como se esperaba, un hecho difícil de comprender teniendo en cuenta que el reconocido director enfatizaba precisamente las supuestas virtudes que se le atribuían: estética cuidada, atmósfera trabajada, música ad hoc, el carisma del actor principal como marca de la casa, sugestivos encuadres, mimada puesta en escena... No fue un pinchazo, depende de los ojos con que se mire y, sobre todo, de los prejuicios que se barajen en nuestra cabeza antes de verla. Abuchearla fue una opción tan impostada como alabarla en exceso, lo mismo que ocurrió en su momento con 'Drive', pero en el mundo del cine puedes pasar de estar en lo alto a ser un fiasco en cuestión de segundos. Centrándonos en lo importante, la cinta está protagonizada por un fugitivo de la justicia americana (Gosling) refugiado en Bangkok, donde lleva un club de boxeo, en realidad un negocio de narcotráfico encubierto. Su hermano es asesinado y la madre -sensacional Kristin Scott Thomas- presiona a su vástago proscrito para que vengue la muerte de su hijo.

"La idea original de la película era retratar la historia de un hombre que quería luchar con Dios", explicaba Nicolas Winding Refn, también responsable del guión. La arriesgada obra mezclaba drama, thriller y artes marciales con una habilidad singular. El relato comienza como un cuento de gángsters para luego convertirse poco a poco en una excéntrica película de venganza. "Siempre he querido hacer un largometraje sobre la relación entre madre e hijo y sus conflictos", asegura el cineasta, además de confesar sin rubor sus influencias: "Había un montón, diferentes, que me llevaron a diferentes ideas. Una de las principales fue la obra de Richard Kern y su obsesión por las imágenes violentas, en particular, su cortometraje 'The Cameraman Evil' (1990). Y también estaba mi obsesivo deseo de enredarme con la mitología griega, con Bangkok como telón de fondo...".

Gosling director

Con 'Lost River' el inquieto Ryan Gosling debuta detrás de la cámara, con Christina Hendricks como absoluta protagonista de un espectáculo surrealista que recibió todo tipo de calificativos, casi todo piropos poco amables, mentando a David Lynch. Estuvo en la sección oficial 'Un Certain Regard' de Cannes, donde algún periodista no dudó en tacharla como "el gran bluff del año", léase que la intención y popularidad del producto en cuestión se desinfla por completo, aquejado de cierto efecto gaseosa. Sin embargo, cuando una propuesta cinematográfica despierta filias y fobias, dividiendo a los cinéfilos, su visionado se antoja una obligación para poder opinar con propiedad y conocimiento de causa. Ahí está 'Under the skin', por ejemplo, también reciente, con una Scarlett Johansson exultante. Aplaudidos o lapidados a su paso por eventos de renombre, hay títulos que no encuentran fácilmente sitio en nuestra cartelera, a pesar de ser propuestas hipnóticas, recomendables al cien por cien para todo aquel que disfrute con un cine diferente, con un ritual en peligro de extinción donde tienen cabida todo tipo de sensaciones.

La ópera prima de Gosling sumerge al espectador, o esa es su intención, en una atmósfera onírica que describe a un adolescente que encuentra un camino secreto hacia una ciudad subacuática mientras su madre se ve arrastrada a un macabro submundo de fantasía. Tacharla de "lynchiana" es demasiado obvio. La etiqueta se endiña a cualquier película que pasa olímpicamente del modo de representación institucional. Por cierto, Sandra Bullock, Rachel McAdams y Eva Mendes forman parte de la vida sentimental de este monstruo de la interpretación que parece caminar con paso firme, pero sin acomodarse en exceso, en el negocio hollywoodense.

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