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El dramaturgo, director y profesor José Sanchis-Sinisterra. María Gil Lastra
Sanchis-Sinisterra, contra la 'cibermemez' y la modorra política

Sanchis-Sinisterra, contra la 'cibermemez' y la modorra política

«El teatro es una oración laica o una plegaria atea», dice el dramaturgo, que vuelve a escena tras un infarto con 'El lugar donde rezan las putas'

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Sábado, 10 de marzo 2018, 01:43

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«Sacar al público de la 'cibermemez' y la modorra política es urgente y puede que más necesario que nunca». Lo dice José Sanchis-Sinisterra (Valencia, 1940), uno de los grandes de la dramaturgia en España, que regresa a la escena con 'El lugar donde rezan las putas o Que lo dicho sea'. Vuelve a meter el teatro dentro del teatro «para rescatar del olvido a los vencidos y a los silenciados». También «para saldar una deuda que quise pagar varias veces con 'Ñaque de piojos y actores', '¡Ay Carmela!', 'El cerco de Leningrado' y otras tantas piezas», explica el respetado dramaturgo, director y maestro escénico. Camino de los 80 años, entiende el teatro como «una oración laica o una plegaria atea». Se muestra hiperactivo y risueño, tan lúcido y crítico como siempre tras superar un infarto.

«La realidad es también lo que pudo haber sido». Esta frase del pensador Reyes Mate es la piedra angular de una pieza escrita expresamente para la pareja protagonista, los dos únicos actores en escena, Paula Iwasaki y Guillermo Serrano. Un «regalo» que el dramaturgo quiso hacerles tras asistir a una de sus cientos de representaciones de '¡Ay Carmela!' en las ruinas de Belchite. Estará en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español entre el 15 de marzo y el 15 de abril.

«Se trata de saldar una deuda con nuestros abuelos, con unos antecesores silenciados por esa historia que parecía la única posible», explica Sanchis-Sinisterra. «De comprender que lo que pudo ser y no fue también es parte de nuestra realidad», agrega. «Hay un homenaje secreto al pensamiento de Walter Benjamin que gravita sobre toda la obra», explica el dramaturgo, que quiere hacer un teatro «que entretenga, pero que al mismo tiempo modifique la conciencia de la gente».

De «genealogía extraña», el título surgió del cuadernito en el que anota ideas y diálogos. «Habla del lugar indeterminado, de un almacén abandonado, un galpón, donde los actores pretenden poner en pie su obra», aclara. Son una pareja de cómicos que ensaya en el local cedido por un tío de la actriz, en un barrio de mala muerte, sin terminar de resolver cuál de los distintos hitos históricos que abordan «es el que más les conviene sacar adelante». «Están en un lugar de mala nota, un espacio en desuso que alude a esa frase tantas veces oída de que en el teatro solo hay putas y maricones, repetida con despectiva fiereza desde algunos sectores», explica el autor.

«El teatro, que es una oración laica o una plegaria atea, surge en ese lugar inhóspito donde rezan las putas», apunta el autor, que se plantea «cómo el teatro puede constituirse en un receptáculo de la memoria y permitir que, a partir de lo que pudo ser y no fue, la mente del espectador imagine otras alternativas». Espera además «que nos libere de la cibermemez, la modorra política y el consumismo». Más ahora, que «se está produciendo una mutación antropológica de la que nuestros nietos serán víctimas, si ya no lo son, en la medida en que estamos perdiendo las cualidades de primate superior».

Rescata del olvido «a los vencidos y los silenciados» desde la Grecia clásica hasta la revolución digital

El marco temporal de la pieza va del mundo helenístico a la revolución digital, pasando por el hiperviolento siglo XX, «con el ascenso de los totalitarismos y de las revoluciones del comunismo que devinieron en los gulags». Iwasaki y Serrano saben que «con este texto nos ha tocado la lotería». Su autor lo escribió pensando en estos «piojos saltarines plenos de sencillez, sinceridad y honestidad» -todo un elogio viniendo del maestro- que llevaron durante varias temporadas por toda España su '¡Ay Carmela!'. Encarnan a Patri y Rómulo, que saltan de la Alejandría de Hipatia a la revolución soviética, a la segunda guerra mundial o a la guerra civil española. Integrada en el ciclo '3D Dramaturgos vivos' del Teatro Español, girará por España para recalar después en el Teatro Beckett de Barcelona.

«Sólo fumo tres cigarros al día en lugar de los casi treinta que fumaba antes y el cardiólogo me entiende», dice el dramaturgo, que ha morigerado sus costumbres y su modo de vida y se siente recuperado. Con más de medio siglo de presencia en nuestra escena teatral, Sanchis-Sinisterra es uno de los autores más premiados y representados. Un gran renovador del teatro contemporáneo que destaca tanto en la docencia y la pedagogía teatral como en la creación dramática. Ganador del Premio Nacional de Teatro en 1990, tiene tres premios Max, entre ellos el de la crítica por su labor en el Nuevo Teatro Fronterizo. En 2004 ganó también el Premio Nacional de Literatura Dramática.

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