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Boonen celebra el triunfo en el Tour de Flandes.
Tom Boonen: «Todos dicen que lo van a dejar en lo más alto pero nadie lo hace»
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Tom Boonen: «Todos dicen que lo van a dejar en lo más alto pero nadie lo hace»

El ciclista belga pondrá fin a su carrera en la París Roubaix el 9 de abril aspirando a su quinto triunfo en la prueba

colpisa

Jueves, 6 de abril 2017, 18:27

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Tom Boonen no podría haber elegido un sitio mejor para bajarse de la bici definitivamente que la París Roubaix. El belga ha ganado cuatro veces la prueba, y espera retirarse celebrando el próximo domingo 9 de abril un repóker que sería histórico. «Tomé la decisión de dejarlo tras la París Roubaix porque quería parar después de una de las carreras que más me gustan, así tenía la motivación para ir a tope una vez más. Después de los Mundiales, por ejemplo, no habría sido lo mismo», asegura en una entrevista concedida a Eurosport. «Podría correr un año más, otro año y medio más, pero pensé que ya estaba preparado para la retirada y que lo mejor y lo más bonito sería dejarlo después de la París Roubaix. No conozco a nadie que lo haya dejado estando a un nivel en el que puede seguir optando a la victoria. Todos dicen que lo van a hacer, pero nadie lo hace», revela un ciclista que asegura que lo que toca ahora es hacer vida familiar: «Tengo grandes planes. Hay tiempo para todo y creo que ha llegado la hora de hacer esto. Es un reto. Creo que va a ser una nueva forma de vida, estar más tiempo en casa».

Boonen repasa su carrera en los últimos días de la misma, con nostalgia. «Ha sido larga. Logré un tercer puesto en la París Roubaix en 2002, corriendo con héroes de mi niñez como Mussew y Van Petegen. Los primeros 5-7 años de tu carrera son así, peleas contra tus héroes. Luego te haces mayor, llegan nuevos corredores que tienen que confirmar su nivel. Te das cuenta de que estás compitiendo contra nuevos corredores que no habías visto nunca antes, mientras que ellos te miran pensando que tú eres el tipo que ha ganado una o dos veces la París Roubaix. Siempre he creído que correr contra los héroes de tu infancia es algo muy especial, más especial que correr contra la nueva generación de los Sagan de ahora, o de los Greg Van Avermaet. Nunca es igual. Es como competir contra Cipollini cuando tenía 22 o 23 años. La primera vez que gané a Cipillini fue, ¡wouahh! Estuve en una nube durante tres días. Fue increíble. Todavía lo recuerdo. ¡Guau, ganar a Cipollini, o a Petacchi! Pero los grandes rivales que he tenido han sido Mussew, Van Petegen, Ballan y por supuesto Cancellara. Es increíble haber conseguido tantas victorias porque significa que he tenido que luchar contra una generación muy fuerte», destaca el corredor de Quick Step a Eurosport.

Una carrera de más de tres lustros en la que la París Roubaix tiene un protagonismo único. «Me gusta más que el Tour de Flandes. Es una parte única de la historia que hay que conservar. Es una carrera increíble. Para mí, es la más bonita del mundo. Hay muchos Tour de Flandes en miniatura pero solo hay una París Roubaix. Es la única carrera que termina en un recinto deportivo. Escuchas las voces cuando estás a un kilómetro, luego tomas la curva a la derecha, luego la otra curva a la derecha y vas hacia el velódromo. Escuchas como te llegan las voces del público cuando llegas al recinto. Es algo muy especial. Es algo único en el ciclismo», rememora Boonen, cuyo mejor recuerdo de la prueba data de 2012.

«Entré al velódromo después de una galopada en solitario. Es posiblemente el mejor recuerdo que tengo del ciclismo. Quedaban 60 kilómetros por delante y hubo muchos ataques. Intenté endurecer la carrera al final, a 65 kilómetros de meta, y nos colocamos varios corredores en cabeza. En un momento dado, miré por encima del hombro y vi que varios de ellos estaban discutiendo. Nikki y yo nos habíamos alejado ya 5 metros, 10 metros. Miré de nuevo hacia atrás y seguían discutiendo, así que miré a Nikki y le dije: ¡Vamos, vamos a tope! Salimos a toda velocidad antes de que se dieran cuenta de lo que había sucedido con 50 metros de ventaja. Fue la escena soñada. Tenía muy buenas piernas ese día. Después, en la sección de adoquines, vi que estaba solo y me dije a mi mismo: ¡Inténtalo! ¡Había dejado atrás a Nikki y no me di ni cuenta!», recuerda el ciclista de una cita mágica en su historial.

Para despedirse de ella sólo tiene un objetivo en la cabeza: el podio. «Estaría muy bien, con o sin victoria. Si miras la historia del ciclismo, ves que no todos tienen la oportunidad de esprintar por el triunfo en la Roubaix o de ganar la carrera cuatro, cinco o seis veces. He estado en el podio de esta prueba seis o siete veces, así que he sido afortunado en una carrera en la que necesitas tener algo de suerte. Espero estar en el podio y decir adiós a todo el mundo, ir a cenar después con el equipo, con mi mujer y mis hijos y, el día después, levantarme como un ser humano normal, no como un ciclista profesional. Va a ser algo extraño, pero creo que estoy preparado para ello. No todos tienen la oportunidad de elegir el momento. La mayoría de los corredores continúan dos o tres temporadas más en equipos más pequeños. Necesitan ganar más dinero, aunque al final creo que se van desvaneciendo, empequeñeciendo. Creo que es mucho más bonito decir adiós en lo más alto», sentencia.

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