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Arizmendi era aún jugador del Racing cuando en junio de 2005 se tomó esta imagen.
Estos son mis colores
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Estos son mis colores

El ‘Caso Zozulya’ recuerda al de Salva, a quien la afición del Celta vetó como segundo entrenador en 2013

Aser Falagán

Jueves, 2 de febrero 2017, 07:15

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Cristiano Lucarelli (Livorno, 1975) jugaba, siempre que podía, con el 99. Un dorsal atípico en el fútbol: Hacía referencia a las Brigadas Autónomas Livornesas, la izquierdista hinchada del equipo de su ciudad. Porque Cristiano Lucarelli, a quien la afición española recordará por su paso por el Valencia, simpatiza con el comunismo y con el Livorno, el modesto club en el que se formó y por el que llegó a rechazar ofertas millonarias para devolverle a la Serie A.

El Livorno es al Calcio algo así como el St.Pauli a la Bundesliga, con la diferencia de que el equipo alemán tiene una filosofía mucho más canalla y lo del color le viene más por las coordenadas de Hamburgo en las que se incrusta, un barrio muy rojo por el que se puede encontrar incluso rojo libanés. Pero más allá de eso, si el Livorno tiene un alter ego ése es el Rayo Vallecano; un modesto cargado de carácter que destila ideología en un hábitat poco propicio. Ser de Livorno, como ser de Vallecas, imprime carácter.Y en la misma analogía, las Brigadas Autónomas bien podrían hermanarse con los Bukaneros, una hinchada identificada, pero mucho, con ese mismo color que luce su equipo en la franja de su pechera. Una masa social que siempre ha destacado por su compromiso social y político.

Ayer lo comprobó el ucraniano Roman Zozulya (Kiev, 1989).Su historia podría parecer una más entre los innumerables traspasos y cesiones que alimentan el fútbol y llenan los bolsillos de directivos e intermediarios.Pero no.Zozulya es un futbolista del Betis que debía llegar al Rayo como cedido. Pero su hinchada, con los Bukaneros a la cabeza, dijo que no. Acusado de vinculaciones neonazis y de apoyar a un grupo paramilitar (aunque el futbolista lo niega todo) al sur de Madrid le hicieron saber que aquello no iba con el Rayo y tras un solo entrenamiento como franjirojillo tuvo que hacer de nuevo las maletas de vuelta aSevilla. De nada sirvió la emotiva carta que había dedicado a los aficionados.El Rayo, que a punto había estado ya de paralizar el fichaje unos días antes, se echó ayer atrás.

Distintos precedentes

Aunque tradicionalmente los futbolistas se han cuidado de no airear su ideología cuando la han tenido, el Caso Zozulya recuerda a la inversa otras figuras como a Sócrates (Belem de Para, 1954-Sao Paulo, 2011), un genio brasileño que además de vivir al límite y estudiar medicina pulió siempre su aura de icono de la izquierda. Una congestión pulmonar le hizo el trabajo sucio a la cirrosis y terminó con el mito carioca dejando solo a Lucarelli a la vanguardia del mainstream del fútbol en rojo. Sólo compite ya con él la figura de César Luis Menotti (Rosario, 1938), comunista de carné, símbolo del fútbol espectáculo y archienemigo de Carlos Salvador Bilardo (Buenos Aires, 1939). Aunque al Flaco se le achaca no haber sido del todo contundente con el sangriento régimen de Videla durante su época como seleccionador. "Fui utilizado por la dictadura", diría tres décadas después en una Argentina de nuevo en democracia.

Pero no todo queda a la izquierda. También a la inversa se pueden encontrar unos cuantos casos próximos al del ucraniano. Alguno de ellos con el mismo final.Uno de los más llamativos es el de Salva Ballesta (Zaragoza, 1975); el único Pichichi que el Racing ha tenido en Primera División. Un icono verdiblanco que destacó también por otros motivos más que sus goles como profesional, que fueron muchos.

Nacido en Aragón cuando su padre, piloto militar, estaba destinado allí, el ahora entrenador creció en Andalucía y llegó alRacing procedente delSevilla y tras un año lastrado por las lesiones hizo la temporada de su vida para proclamarse en 2000 máximo goleador de Primera División y fichar por un Atlético de Madrid que iniciaba la primera de sus dos temporadas enSegunda a cambio de un traspaso millonario: unos 1.900 millones de pesetas.

Ya entonces sus declaraciones llamaron la atención, aunque tampoco se les dio mayor importancia. Identificado con la derecha, ha tratado en ocasiones de quitarse la etiqueta, pero de una forma muy ambigua: "No tengo ideas políticas fijas, ya lo he dicho mil veces. Soy español y moriré siendo español", dijo cuando en febrero de 2013 la proposición de la afición del Celta impidió que se convirtiera en segundo entrenador del equipo celeste de la mano de Abel Resino. "Este tipo de situación no la entiende nadie, pero acepto todo lo que sea y comprenda o no comprenda, lo vea lógico o ilógico, no sólo lo ocurrido con el Celta de Vigo, creo que una entidad o cualquier estamento no se puede amedrentar por una serie de personas", se lamentó entonces.

Nacionalismos

Tan nacionalistas comoSalva, pero con otras banderas, eran Oleguer Presas (Sabadell, 1980) y Nacho Fernández (Foz, 1967), dos futbolistas que se negaron a jugar con la selección española.Tanto el catalán como el gallego lo habían dejado claro, insinuando lo que ocurriría si llegaba una convocatoria que en consecuencia nunca se produjo. Se evitó así una polémica, porque la Ley del Deporte establece la obligatoriedad de responder a la llamada.

"Yo no he hecho ninguna alusión política en mi vida", explicaba Salva en 2006 a ABC tras ser insultado en distintos estadios cuando era futbolista del Málaga. "Cada uno puede pensar lo que quiera, pero yo siempre me he mostrado de mi padre y español, y eso no tiene nada que ver con ninguna insinuación política. De hecho no me gusta la política y me considero una persona apolítica", añadía entonces en una última frase tradicionalmente asociada al conservadurismo.

Un problema similar tuvo Javier Arizmendi (Madrid, 1984). Formado en la cantera del Atlético de Madrid, de su paso por el Racing en la temporada 2004-2005 como cedido quedaron su primer año en Telecomunicaciones, estudios que comenzó en la Universidad de Cantabria, y una imagen polémica. Ya con la temporada terminada celebró su victoria con la selección española sub-21 en los Juegos del Mediterráneo luciendo una bandera franquista, según dijo, por error.

Absolutamente intencionado fue el saludo nazi del griego Giorgos Katidis (Salónica, 1993).Lo hizo en marco de 2013 como jugador del AEK de Atenas tras marcar un gol al Veria. La reacción fue contundente: fue expulsado e por vida de la selección helena en 2013, se le prohibió entrar en cualquier recinto deportivo durante tres meses y pagó, eso sí, una raquítica multa de 1.300 euros.

De vuelta a Italia, el Livorno y Lucarelli no sólo tienen alter egos, sino también némesis. En concreto, el Lazio y Paolo di Canio (Roma, 1968), fascista confeso que celebraba goles con el saludo romano y lucía orgulloso algún tatuaje ultraderechista.Como a Lucarelli el Livorno, a Di Canio el Lazio le sentaba como un traje a medida. No ya porque el mismísimo Mussolini se declarara tifosi del club al fin y al cabo un equipo no elige hasta cierto punto a sus aficionados, sino por la actitud de sus Irriducibili y los símbolos fascistas y nazis que ha permitido lucir en su estadio. Con esos antecedentes parece claro que nunca, bajo ningún concepto, Paolo di Canio llegará a entrenar al Rayo.

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