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Cristiano Ronaldo, tras marcar ante el Sporting de Portugal.
Los hábitos peligrosos del Real Madrid de Zidane
análisis

Los hábitos peligrosos del Real Madrid de Zidane

Es capaz de «resolver los partidos en un minuto», pero el equipo muestra problemas de actitud, juego y cintura táctica

Ignacio Tylko

Jueves, 15 de septiembre 2016, 19:27

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Según se mire la botella, de la agónica victoria del Real Madrid en su estreno de Champions ante el Sporting de Portugal se puede colegir que fue un triunfo de un equipo que no se rinde jamás y posee un gen de campeón sin parangón mundial, o bien que fue el éxito afortunado de un conjunto que juega con fuego, aplica con frecuencia la ley del mínimo esfuerzo y más pronto que tarde se quemará. De forma implícita, a la hora de felicitar a sus hombres, el propio Zinedine Zidane se refirió a esas luces y sombras que caracterizan a su equipo, convencido de que por su grandeza puede resolver en un pispás.

«Estoy contento porque los jugadores creyeron y no bajaron los brazos hasta el final. Aquí todos sabemos que un partido puede cambiar en un minuto», dijo el técnico francés, todavía con sudores fríos porque una derrota hubiera complicado la andadura de los blancos en un grupo trampa, ya que tanto el Borussia Dortmund como el ejército de Jorge Jesús resultan peligrosos.

Cristiano Ronaldo, una estrella apagada durante 85 minutos pero que se iluminó para rematar al poste, empatar en un lanzamiento de falta impecable y atraer a defensores para que Álvaro Morata culminase la remontada de certero testarazo, fue más lejos en su análisis y lanzó un aviso a navegantes: «Este partido nos debe de servir para aprender. No podemos entrar así de blanditos a los encuentos porque nos pintan la cara», subrayó, tras ensalzar las virtudes del equipo lisboeta que le formó para el deporte rey cuando todavía era un adolescente.

Aunque ha hecho pleno de victorias en esta temporada, el equipo blanco arrastra problemas de actitud, de juego y de banquillo. Durante gran parte de los partidos, muchos jugadores caminan y la piden al pie, en lugar de tirar desmarques y de ofrecerse. Como si asumieran que con un par de detalles les bastase para vencer. En su estreno liguero ante el Celta, vieron peligrar la victoria y se vieron superados por el mejor toque y disposición del rival hasta que llegó un disparo milimétrico de Toni Kroos pegado al palo cuando los nervios afloraban. Ante Osasuna, en la última jornada, hubo goleada, pero en gran parte del choque dominaron los rojillos y los merengues se emplearon al contragolpe.

Tendencia al contraataque

Zidane aterrizó el pasado enero con las ideas muy claras y exigió a su equipo que dominase y llevase la iniciativa, pero ya se observa una marcada tendencia al repliegue y a sorprender en velocidad. Hábitos peligrosos de un equipo que ha decidido en los últimos diez minutos ocho de los 32 encuentros oficiales jugados bajo la dirección de Zizou. En este curso ha apelado a la épica en tres de sus cinco compromisos: venció en la Supercopa de Europa por 3-2 al Sevilla, con goles de Sergio Ramos en el 93 y de Dani Carvajal en el 119; al Celta (2-1), con ese pase a la red de Kroos en el 81; y el miércoles al Sporting de Portugal (2-1), fruto de los tantos de Cristiano en el 89 y de Morata en el 94.

Aunque en el duelo de Champions le funcionaron los cambios tardíos, y así lo dijo el propio Zidane tras el choque, quizá se demoró en realizarlos, ya que Lucas Vázquez, Morata y el colombiano James Rodríguez, mucho más participativo e influyente que el curso pasado, se incorporaron a partir del minuto 67. El francés, más de la escuela de Carlo Ancelotti que de Rafa Benítez, trata de contentar a las vacas sagradas y es reacio a cambiar el 4-3-3, aunque los adversarios le compliquen la salida del balón con un 4-1-4-1 en el que Sergio Ramos, Kroos y Modric se vean presionados. Acertó al mantener tdo el tiempo a Cristiano, muy por debajo de su nivel pero con tanta calidad que marca la diferencia un par de fogonazos.

Al margen de la victoria y de esa capacidad única para salir a flote con el agua al cuello, llama la atención en este Real Madrid la importancia que van adquiriendo los jugadores españoles. Aunque Florentino Pérez, su presidente, desde el principio apeló a política de Zidanes y Pavones, es decir, estrellas y canteranos, desde la marcha de Raúl González Blanco sólo tuvieron peso Iker Casillas, que hace un año emigró al Oporto, y Sergio Ramos. Ninguno es titular, pero jóvenes con talento, compromiso y conocedores de lo que representa el escudo, le dan un plus al equipo. Con Isco Alarcón aún fuera de punto, tipos como Marco Asensio, Lucas Vázquez y Morata regeneran al equipo, le revitalizan, encienden a la afición y calientan el teatro del Bernabéu.

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