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Gareth Bale y Cristiano Ronaldo. Efe
Cristiano y Bale convulsionan el futuro del Madrid
Final Champions

Cristiano y Bale convulsionan el futuro del Madrid

La rebelión de los cracks empaña un fin de semana histórico y amenaza con dinamitar un dominio incontestable

Óscar Bellot

Enviado especial a Kiev

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Domingo, 27 de mayo 2018, 17:38

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La que debía ser una de las noches más jubilosas que ha vivido el madridismo quedó empañada por las declaraciones de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale al término del choque en el Olímpico de Kiev, en el que el conjunto de Chamartín abrochó la 'decimotercera' para imponer un dominio de leyenda en la Liga de Campeones con tres títulos consecutivos y cuatro en los últimos cinco años.

Nada más abrir la boca el luso, la disección de sus palabras rivalizó con el análisis de una gesta difícilmente repetible. «Fue bonito estar aquí; daré una respuesta en días...», comentó el '7' todavía sobre el césped y mientras sus compañeros disfrutaban de un triunfo histórico. El portugués, que atesora ya cinco 'orejonas', las mismas que el Barça, parecía abrir, una vez más, la puerta de salida. Hacia la misma parece dirigirse el '11', que aprovechó la rueda de prensa con motivo de su elección como mejor jugador del encuentro, para confirmar que medita seriamente poner fin a su periplo en el cuadro merengue. «Tengo que sentarme a hablar con mi agente, con tranquilidad. Necesito jugar más minutos todas las semanas. Es lo que pienso. Y si no puedo hacerlo en el Madrid tendré que pensarlo mucho. Ha acabado la temporada, tengo el verano. Quizás me quede en el Madrid o quizás no», manifestó el galés, protagonista del duelo con el Liverpool gracias a sus dos tantos, uno de ellos sellado con una chilena inolvidable.

Dos situaciones que podrían provocar un seísmo de consecuencias difícilmente calibrables para una escuadra cuya primacía continental resulta abrumadora bajo la tutela de Zinedine Zidane, que ha logrado armar un bloque que parecía a prueba de egos, según se habían encargado de repetir por activa y por pasiva los días previos a la final los integrantes del plantel. Discurso que saltó por los aires con el parlamento de dos de los tres componentes de la BBC.

Enfados enquistados

En ambos casos, el enfado viene de lejos. Cristiano Ronaldo acostumbra a lanzar órdagos al club cuando no siente el reconocimiento que cree merecer como principal artífice de una de las etapas más gloriosas de la entidad. Una infravaloración cuantificable casi siempre en términos monetarios. Envuelto en un pleito con Hacienda, el delantero reclama un incremento salarial que Florentino Pérez le prometió tras la final de Cardiff y que no termina de concretarse concluida ya la de Kiev. Cobra 23 millones de euros netos anuales, aproximadamente la mitad que Leo Messi y mucho menos que Neymar. Los coqueteos del presidente del Real Madrid con el paulista tampoco son del gusto del atacante de Funchal.

Tras meses de estancamiento en las negociaciones, y con el recuerdo aún presente de su supuesta intención de marcharse el pasado verano, el club y el jugador parecían haber comenzado a destrabar las conversaciones, aunque el acuerdo quedaba aún lejano. Sorprendió por ello en grado sumo el calentón del portugués en el Olímpico de Kiev, pese a que luego en zona mixta tratase de aminorar el impacto de sus palabras. Sentó muy mal tanto en la directiva como entre sus compañeros que antepusiese una situación personal al colectivo, máxime teniendo en cuenta que es el tercer capitán. Zidane reiteró su deseo de que se quede «sí o sí» y Florentino Pérez recordó que tiene contrato, con una cláusula de rescisión de mil millones de euros y que ya en anteriores ocasiones parecía inminente un adiós que nunca se concretó.

Cristiano Ronaldo es impulsivo. Terminó el partido ante el Liverpool frustrado por no marcar, tras sí hacerlo en Cardiff y en Lisboa, además de convertir el penalti decisivo en Milán. Se enfadó con Bale por no cederle un balón franco para rebasar a Karius ya con 3-1 en el marcador. En el club son conscientes de ello y de que ya en el pasado usó la misma estrategia para lograr mejoras contractuales. Están condenados a entenderse. La edad del luso, pese a que sus cifras goleadoras siguen siendo impresionantes, no es la más idónea para emprender una nueva aventura, al menos en una liga de primer nivel. El Madrid, por su parte, sufriría un durísimo golpe deportivo y mercadotécnico de perder a su jugador franquicia.

Distinto es el caso de Bale, cuya venta parecía predispuesta a afrontar la entidad hace unos meses al entender que su intermitencia por las lesiones y su frío carácter le impediría ser el santo y seña del madridismo post Cristiano, pero que se ha reivindicado con un impresionante final de curso en el que ha exhibido todo el repertorio de su formidable potencial. Durante cinco temporadas, el extremo ha pugnado por triunfar con la elástica merengue. Ha vuelto una y otra vez de la plaga de percances sufridos. Pero considera que su talento demanda galones. Vino para recoger un día el testigo de Cristiano y hoy tiene por delante no sólo a Isco y a Benzema, sino que en muchas citas de postín ha quedado relegado en beneficio de Lucas Vázquez y Marco Asensio. En la Premier siempre ha tenido cartel y su actuación en Kiev ha vuelto a situarle como una de las estrellas del mercado. El 'Expreso de Cardiff' no reclama, como Cristiano, más dinero y mimos; simplemente exige el protagonismo que, a su juicio, se ha ganado.

Al eterno rey de Europa le aguarda un verano convulso. Su hegemonía continental, comparable a la del Madrid de Di Stéfano que levantó las cinco primeras Copas de Europa, tiene su principal amenaza dentro del propio vestuario, como constataron las declaraciones de Cristiano y Bale.

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