Borrar
Gareth Bale celebra uno de sus goles. EFE
Bale ejerce de Cristiano en la remontada de Vallecas
jornada 35ª.

Bale ejerce de Cristiano en la remontada de Vallecas

Autor de dos goles y con gran liderazgo, el galés mantiene al Real Madrid vivo en la Liga y al Rayo cerca del descenso

IGNACIO TYLKO

Sábado, 23 de abril 2016, 03:13

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Dejó de nuevo grandes dudas el Real Madrid pensando en su visita al City, pero su orgullo, su pegada, incluso sin Cristiano Ronaldo, el poderío de un Gareth Bale enorme y los habituales regalos defensivos del Rayo, le permitieron sellar una remontada épica en Vallecas que le mantiene muy vivo en la lucha por el título, tras nueve victorias consecutivas. El conjunto de Zidane, con lagunas y distracciones graves en el centro del campo y en la zaga, es el primero que remonta dos goles en esta Liga y deja a su vecino pobre de la capital cerca de la zona del descenso cuando ya acariciaba la salvación.

La dejación de funciones del Barça en el tramo reciente metió de lleno a sus dos grandes rivales madrileños en la lucha por el título, pero también les ha obligado a realizar un sobreesfuerzo que no se esperaban en la Liga y que, de paso, podría pasarles factura para las enormes semifinales de Champions que se avecinan. Ante el Villarreal, el miércoles, Cristiano sufrió una sobrecarga que le impidió estar en Vallecas. Gran noticia a priori para los de Paco Jémez por la ausencia de su bestia negra, del ogro que les endosó cinco goles en las cuatro últimas visitas, saldadas también con sendas victorias del Real Madrid. Carvajal se lesionó igualmente en ese partido ante el submarino y causó baja en una cita cumbre que se perdió Casemiro por sanción. Y ante los franjirrojos se retiró lesionado Benzema.

Zidane, que determinó dar descanso de inicio a Ramos y a Modric, dejar en el banquillo a James y poner en liza a los cuestionados Danilo y Kovacic, cambió de forma sustancial el once, del que también formaron parte Isco y Jesé. Y bien que al principio acusó tanto movimiento su escuadra, aunque cualquier excusa sería ridícula frente a un equipo de retales, que se presentó para competir frente al club más rico del mundo sin defensas titulares como Ze Castro y Llorente, además de Baena, su pivote defensivo. Demasiado lastre para ellos.

Desde el comienzo pareció que el Rayo se jugaba la vida, tal como dijo Jémez en la víspera, y que el Madrid se lo tomaba con más calma, sabedor de su indiscutible superioridad. El 10-2 de la ida en el Bernabéu, de lo más humillante y además contra nueve, podría servir como relajante para los de Zidane y de acitate para los modestos, heridos en su orgullo. Los locales tenían claro que debían jugar a toda mecha para poner en serios apuros a un equipo poco acostumbrado a correr, sobre todo hacia atrás. Y con tendencia a partirse, por más que Vallecas sea una caja de cerillas.

Desajustes

Dos desajustes impropios de un aspirante a Liga y Champions permitieron al Rayo lograr dos goles de ventaja en el primer cuarto de hora y obligar al Madrid a la heroica. Dos llegadas, dos tantos. En el primero, Bebé se internó y su pase de la muerte lo aprovechó Embarba. Ese tanto señaló al lateral brasileño, por medir mal, a Pepe, por llegar tarde, a Varane, por no cerrar bien, y a Kroos, por no cubrir el espacio a su espalda. Cuando muchos merengues añoraban a Casemiro, llegó un córner y el segundo. Error de Varane en el despeje y remate a placer del venezolano Miku. Al contragolpe y disfrutando de enormes espacios, el Rayo pudo hacer el tercero. Lo evitó un mal control de Embarba cuando se quedaba solo ante Keylor. Ahí estuvo una de las claves del partido.

Bale, criticado por irse el domingo pasado a jugar el golf y perderse el siguiente partido por una sobrecarga, ejeció de él y de CR7, y tiró del carro de Zidane. Se echó entonces al equipo encima y de su velocidad y verticalidad nació el mayor peligro. Acortó distancias el galés antes del descanso, al cabecear de forma espléndida un saque de esquina lanzado por Kroos. El tremendo ritmo lo acusó Benzema, sustituido por Lucas Vázquez en el 42. El galo pareció resentirse del problema sufrido en Wolfsburgo, pero el canterano resultó determinante.

Jugándose la Liga y frente a un rival cada vez más fundido, el Real Madrid fue dueño del partido en la segunda mitad. Colaboraron en su remontada los recurrentes errores defensivos de un equipo que juega siempre al borde del suicidio. Fue clave que el empate llegase pronto, aún con 40 minutos por delante. Lucas Vázquez, un extremo de 1,73 metros de estatura, ganó en el salto a su marcador y dibujó un cabezazo espléndido. Quedaba un mundo y la remontada se veía venir. Acertó Zidane en los cambios. Modric permitió manejar el centro del campo e Isco supo moverse de falso ariete. Det odos modos, el gol del veloz Bale, celebradísimo por sus compañeros, llegó tras un regalo en el pase de Quini. Jemez se lo veía venir. A perro flaco...

     

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios