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Iscos, durante la sesión de esta mañana en Krasnodar. Efe

Juega Isco, juega España

El malagueño tardó cuatro años en consolidarse en la selección por su intermitencia, pero ahora es uno de los factores decisivos para elevar su juego

Jon Agiriano

Enviado especial a Krasnodar

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Lunes, 18 de junio 2018, 12:42

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Durante la etapa de Julen Lopetegui al frente de la selección española, los resultados fueron magníficos -llevar veinte partidos invicto tras haber jugado con Alemania, Bélgica, Inglaterra, Argentina, Colombia y dos veces contra Italia tiene un gran mérito-, y el juego brilló por momentos a gran altura. Si uno hace una memoria rápida de las mejores secuencias de fútbol de la selección en estos años se acordará, sin duda, de la primera parte contra los alemanes, de la segunda contra los argentinos, del tramo final en Wembley, del partidazo ante Italia en el Bernabéu que dejó casi sellada la clasificación para el Mundial... A España se le vio brillar con un fulgor que remitía a los grandes momentos de La Roja, a su ciclo triunfal entre 2008 y 2012.

Todos estos partidos tuvieron un protagonista principal que destacó dentro del gran trabajo colectivo: Francisco Román Alarcón Suárez, Isco para todo el mundo. El malagueño ofreció en ellos su mejor versión, la de un futbolista enorme que, si juega centrado y con continuidad, tiene un poder devastador. Es cierto que la selección dispone de otros futbolistas de clase excepcional cuya influencia en el juego es evidente desde hace años. Ahí están Busquets, Iniesta o David Silva, el jugador más determinante de los dos últimos años de España, el máximo goleador y asistente con Lopetegui. Hablamos de tres clásicos centenarios.

Ahora bien, en los últimos meses, a medida que Isco demostraba su extraordinaria calidad con el equipo nacional, se ha ido abriendo paso una percepción: la de que, cuando Isco juega, España juega, la de que el malagueño tiene el poder de elevar el nivel de la Roja hasta límites inalcanzables para la gran mayoría de sus rivales. Se demostró de nuevo en el partido contra Portugal. Durante los primeros veinte minutos, a los españoles se les vio agobiados. El penalti nada más empezar fue un golpe muy fuerte para un grupo que venía de sufrir un terremoto. El gol de Diego Costa, sin embargo, lo cambió todo. Animada, España se puso a jugar. Las luces de la fiesta empezaron a encenderse una tras otra. La primera, la de Isco, que estuvo a punto de marcar un gol antológico. A partir de ahí, España se puso a jugar y en el campo ya no hubo discusión. Como tampoco la hubo en el arranque de la segunda parte.

A Isco le tocó este lunes su turno en la sala de prensa del Krasnodar Stadium. No ocultó su afinidad con Lopetegui y reconoció que para él ha sido una buena noticia que se haya convertido en el nuevo entrenador del Real Madrid. Es así, efectivamente. El técnico de Asteasu ha sido uno de sus grandes valedores desde que, hace justo un año, decidió confiar en él definitivamente y le puso de titular contra Macedonia. Durante los doce últimos meses, la selección acabó siendo para el jugador de Arroyo de la Miel una mezcla de refugio y escaparate cuando sus intermitencias le llevaban al banquillo del Real Madrid. Si por él fuera, por tanto, Lopetegui seguiría en el cargo. Lo cual no significa que no tenga un profundo respeto a Fernando Hierro, al que conoce en persona desde sus tiempos en el Málaga. «Un tío que sabe lo que hace». Así lo calificó.

29 internacionalidades

Entre las certezas de Hierro, sin duda, está Isco. Sabe que le necesita en su mejor versión, no en esa otra volátil y discontinua que es la que ha provocado que un futbolista de su talla, tras debutar con la selección absoluta el 6 de febrero de 2013 en un amistoso contra Uruguay en Catar, haya tardado más de cuatro años en consolidarse en ella. De hecho, solo acumula 29 internacionalidades y en Rusia está disputando su primer gran torneo con La Roja. No fue capaz de hacerse sitio ni para el Mundial de Brasil 2014, ni tampoco para la Eurocopa de Francia 2016. Hay que imaginar, pues, al nuevo seleccionador convenciendo a Isco de la importancia que tiene en el equipo y de la enorme oportunidad que se le presenta en esta Copa del Mundo. Si está enchufado y brilla, puede ser uno de sus grandes protagonistas.

Lo cierto es que Isco parece muy centrado y consciente de su responsabilidad. «La ilusión que tiene el grupo es superior a todo lo que pueda pasar. Estamos muy ilusionados. Un Mundial es cada cuatro años. Es muy difícil estar aquí. No nos ayuda estar lamentándonos. Tenemos que centrarnos en el fútbol, que es lo importante. Ahora tenemos una final», recordó el malagueño, que dijo haberse sentido «muy a gusto» en su debut en un Mundial y valoró la personalidad que mostró el equipo en Sochi. «Demostramos mucho corazón, mucho orgullo, muchas ganas de hacer bien las cosas. Superamos las adversidades y seguimos unidos. Ni cuando encajamos el minuto 3 y en el 44 nos rendimos. Tenemos muy claro a lo que hemos venido», sentenció.

Cuestionado sobre si puede ser una de las estrellas del Mundial, se puso serio. «Es pronto para hablar de eso. Aquí nadie regala nada y lo único que vale es dar el 200% en cada partido. Ahora tenemos uno muy importante que definirá nuestro futuro y tenemos que focalizarlo todo en hacerlo muy bien», advirtió. De eso se trata, efectivamente. En el caso de Isco, de que sepa que su fútbol puede ser un factor decisivo.

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