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Tres amigos, que practican el snowboard desde hace varios años, se deslizan por la pendiente de la zona azul de Alto Campoo. Sane
Con la nieve en los talones

Con la nieve en los talones

El snowboard experimentó un auge hace diez años y desde entonces se mantiene estable, aunque tras el bronce de Regino Hernández en Pyeongchang se espera que la tendencia cambie

Leila Bensghaiyar

Brañavieja

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Domingo, 4 de marzo 2018

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A las 9.00 de la mañana las colas para subir en el autobús de Brañavieja hasta la estación de Alto Campoo ya delatan la presencia de tablas. Jóvenes y niños pertrechados con ropa más ancha y colorida de lo habitual en los esquiadores y con la tabla de snowboard bajo el brazo, son una constante. Una vez en la estación, se siguen viendo en la cafetería, mientas dan los últimos retoques a su atuendo. El casco no puede faltar, tampoco las gafas o guantes. Las tablas descansan apoyadas en las paredes formando una improvisado ramillete de distintos colores. Y eso que el snowpark no está abierto.

Jon y Kai, padre e hijo, terminan de acomodarse el casco y los guantes en la zona verde. El paso previo a subir al telesilla y aventurarse en una pendiente más pronunciada. Kai solo tiene cinco años, pero lleva desde los dos con una tabla pegada a los pies. Su padre Jon, es un apasionado de la montaña y la naturaleza. «Hace 15 o 20 años que practico snow (como se llama a este deporte de forma abreviada). Me gusta esquiar y soy surfista, pero la magia de la nieve es especial», cuenta mientras le abrocha el casco al pequeño. Ninguno de los dos ha dado clases con un profesor. «Al niño se lo he inculcado yo. Le fui enseñando. Es que yo mismo aprendí solo, a base de practicar». Pasa igual que en la película de Hitchcock, 'Con la muerte en los talones', donde el cineasta logra que gente corriente se meta en unas tramas complejísimas.

En la veintena de años que Jon lleva practicando snow ha visto de todo, pero ahora no percibe que este deporte esté experimentando un auge. A pesar de la medalla que Regino Hernández consiguió en los Juegos de Invierno de Pyeongchang (Corea del Sur), terminando con 26 años de sequía española y haciendo este deporte mucho más visible para el gran público. Para Jon la explosión del snow se dio hace tiempo. «Hace ya diez años fue cuando empezó a notarse esa diferencia. Fue un 'boom'. Y aunque ahora está más estable no creo que se practique más que el esquí», reflexiona.

En Cantabria sólo hay una licencia federativa de snowboard: la de Laro Herrero

Kai por su parte lo tiene muy claro. Lo que más le gusta es «deslizarse» y «estar en la caravana». Porque para padre e hijo esta es una actividad familiar. Uno de los ingredientes que hace que les guste tanto. «Venimos mi mujer y nuestros dos hijos en autocaravana. Es un deporte, que, si te lo montas bien, no tiene por qué ser caro o elitista» y muestra su tabla al son de un «tengo la misma desde hace 11 años».

Cerca de allí un grupo se prepara para da su primera clase de snow. Entre ellos está Ingrid Bravo. Una chilena profesora de yoga que está de vacaciones con su marido y su hija en Bilbao. Han decidido acercarse a disfrutar de la nieve. Y del snow. Para Ingrid es su primera vez y ha alquilado todo el material «22 euros sólo». Siempre ha sido deportista. Practicaba sandboard, que consiste en el descenso de dunas o cerros de arena, sobre una tabla. Similar al snowboard. «La nieve tiene un encanto especial y al haberlo hecho sobre arena, quiero probar sobre otras superficies, a ver si soy capaz», dice con la ilusión de una niña. Bien se la podría confundir con su hija de siete años. Cree que la gente más aventurera e intrépida practica snowboard y los más tradicionales se enfocan en el esquí y se aseguran con los bastones. Está dispuesta a lanzarse nieve abajo con la misma decisión que Hitchcock lanzó su avioneta contra Cary Grant. «Esto tiene un componente de adrenalina y aventura, y yo siempre he sido deportista. Me llama la atención».

Lo cierto que a pesar de que una vez dentro de la estación se ve al menos una tabla en cada telesilla, si no son dos, esto no se traduce en licencias específicas en la modalidad de snow. En la Federación Cántabra de Deportes de Invierno únicamente hay una persona que tiene licencia de corredor de snowboard. Y no es otro que Laro Herrero, miembro del selecto grupo de españoles que participó en los Juegos de Invierno de Corea del Sur. Eso no quiere decir que el número de snowboarders en Cantabria sea bajo. «Federados que practiquen snow sí que hay más, pero a la hora de emitir su tarjeta federativa, no es necesario que especifiquen el deporte a practicar, de ahí que no se pueda dar una estadística con datos reales», dicen desde la Federación Cántabra.

Amigos y tablas

Los que más llama la atención de este deporte es poder divertirse con amigos en la naturaleza. Disfrutar de la nieve sin complicaciones es lo que atrae a quienes lo practican. Antes de subir al telesilla, se escuchan improvisadas lecciones 'exprés' previas a armarse de valor y lanzarse con la tabla a la aventura. Noé está con Miquel y lleva una Go Pro sobre el casco. Los dos son veinteañeros y hacen snow desde hace ocho años. «Me compré la cámara Go Pro y me toca grabar a mis colegas siempre que venimos», dice mientras los dos se ríen. «Luego lo vemos y nos partimos». A Miquel le «picaron unos amigos». Reconoce que viaja mucho a otras estaciones y fuera de Cantabria hace las veces de espía. «Se ven más tablas, sobre todo en Sierra Nevada, que es donde entrenó Regino precisamente».

Álvaro Fernández e Ignacio Poncela son amigos desde hace años. Álvaro vive su primera experiencia, pero Ignacio lleva ya cinco temporadas en esto de deslizarse con la tabla pendiente abajo y le está aconsejando. «Consiste en serpentear por donde tú quieres y para ir por donde tú quieres tienes que saber manejar la tabla. Eso son caídas para delante, para atrás, golpes... Y hasta que te sale», le explica a su atento compañero.

«Vamos con la moto juntos y al final me ha liado para venir con él», dice Álvaro. Un MacGuffin como otro cualquiera. «Vengo con todo prestado. Me ha dejado la tabla y las botas, y unos 'culottes' con protección para las caídas, que eso lo agradezco mucho porque ya me han salvado de unas cuántas». Álvaro ya se ha tirado varias veces en la zona verde. La más sencilla. Se ha caído y tiene las piernas doloridas. No le importa. «Me lo estoy pasando bomba», aunque reconoce que «me pasaban los críos a una velocidad que no veas».

«Hace 15 años todoel mundo quería hacer snow», afirma Laro Herrero

Hace 20 años era muy raro ver una tabla de snowboard. Era casi todo esquí. Pero después, hace unos 15 años hubo una especie de fiebre y todo el mundo quería hacer snow. Ahora te diría que incluso está un poco estancado o se mantiene igual. Con la medalla de Regino Hernández es posible que muchos niños se animen y digan: «Papá, yo quiero hacer eso también», pero no solo por el bronce. Se ha visto que todo el equipo olímpico tenemos un gran nivel. No es lo mismo ser aficionado y subir de vez en cuando que practicarlo como profesional. Cuando estás a estos niveles es duro porque requiere una preparación física muy exigente. Entrenas con el equipo en la nieve y cuando estás fuera de pista tienes que hacer trabajo físico.

Los niños son la clave. Eso al menos esperan los profesionales del sector, como María Agosti, de Esquí Agosti, que piensa que «los niños y la medalla de Regino pueden reactivarlo». La infancia sin nieve es como una vejez sin brasero. Si a los chavales les pica el gusanillo y continúan con esta afición, lo lógico es que de aquí a unos años más gente se suba al carro del snow. «La verdad es que para el año que viene estamos pensando en comprar más material para el alquiler. Este año ya nos hemos quedado un poco cortos», explica María tras el mostrador de su negocio. Por su parte Doria Ramos, de Dimas Ski, tiene una visión diferente. En su negocio no se alquilan más tablas que material para hacer esquí. «Es que el snow funciona mucho por días. Los sábados se alquila más». Según su experiencia los niños suben con la intención de dar clases de snowboard «lo quieren mucho, pero los padres prefieren que cojan esquís. Eso lo notamos muchísimo».

Irene Echevarría es profesora de snowboard desde hace dos años en la Escuela Agosti. Para ella ahora se ve más gente con las tablas que cuando era pequeña y «con el tema de los Juegos Olímpicos esperemos que haya más afluencia». A pesar de que es un deporte divertido, los primeros días es muy duro. Caídas continuas y muchos golpes son una constante. Por eso es importante tomar precauciones. Irene recomienda rodilleras y protección en la zona del trasero «aunque parezcas un power ranger», explica, mientras su compañero la llama a lo lejos y le advierte de que sus alumnos esperan impacientes. Se dirige hacia ellos y las sordas partículas de nieve crujen bajo sus botas.

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