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Lewis Hamilton (i) y Nico Rosberg, en el podio de Brasil.
Brasil, preludio de la tormenta del desierto
FÓRMULa 1

Brasil, preludio de la tormenta del desierto

La carrera de Interlagos abrió varias vías de espectáculo de cara a la de Abu Dabi, donde se decidirá el campeonato entre Rosberg y Hamilton

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

Lunes, 14 de noviembre 2016, 20:47

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Nico Rosberg será campeón del mundo de la temporada 2016 de Fórmula 1 si se sube al podio del GP de Abu Dabi. Ni más, ni menos. Esta es la cuenta más simple que se puede hacer para conocer la resolución de un año que no fue un paseo marcial como auguraban las primeras pruebas, sino que al final se zanjará en los últimos kilómetros del año. En el deporte pocas certezas se pueden tener, y menos en un circuito como el de Abu Dabi. El mejor precedente al que se puede agarrar Rosberg para no fiarse es lo que ocurrió en 2010: Fernando Alonso llegaba con 15 puntos de ventaja sobre Sebastian Vettel, y todo el mundo recuerda cómo acabó aquella carrera.

Esta vez no hay un Vitaly Petrov detrás del que quedarse atrapado, ni un Mark Webber que ejerza de señuelo, mientras el cazador mira a su presa real. Pero Rosberg no puede olvidarse de que está a sólo un quítame allá unos Red Bull de perder un título que tiene en la mano. Son 12 puntos los que le separan de Lewis Hamilton, que como un perro de presa mira hambriento a un posible cuarto entorchado.

Max Verstappen demostró en Interlagos que él no entiende de pretendientes al título, y que sólo quiere ganar y dar espectáculo. Rosberg confesó después de la carrera que incluso había temido por su segundo puesto, porque el joven Mad Max no está dispuesto a cortarse por mucho que Toto Wolff, responsable de Mercedes, llame a su padre como el director de un colegio llama al responsable de un alumno díscolo. Verstappen adelantó a Rosberg por fuera a la salida de las S de Senna, algo que nadie se atrevería a hacer y menos a un corredor que se está jugando el título. Verstappen ha venido a disfrutar y a hacer disfrutar, y a quien no le guste, que se tape los ojos.

El circuito de Abu Dabi ha albergado siete pruebas del Mundial de Fórmula 1, pero en su corta vida ha decidido ya varios títulos. El más recordado es el de 2010, por motivos obvios, pero también se decantaron aquí las citas de 2013 (último Mundial de Vettel) y 2014, cuando se experimentó con aquello de la doble puntuación. Hamilton ganó el título aquel año, no por esta modificación en el sistema, sino porque era cosa de dos, como este año.

El británico tiene muy claro que todo lo que se vaya a resolver de aquí a final de la campaña 2016 tendrá un campo de batalla psicológico. «Ha sido mi victoria más fácil», soltó, sobrado, Hamilton en la rueda de prensa, con Rosberg a un lado y Verstappen al otro. Sabe que mentalmente es un corredor que tiene un plus extra, y que si consigue poner nervioso a su compañero (que no amigo) y rival, tendrá gran parte de la carrera ganada.

Miedo a una rotura

Si nos atenemos a las previsiones, el vencedor será un Mercedes. No hace falta ser adivino: con haber seguido mínimamente el Campeonato del Mundo de 2016, se sabe que o Rosberg o Hamilton acabarán en lo más alto del podio. El temor para ellos es que, a día de hoy, no tienen seguro que vayan a llegar sanos y salvos a la meta. El W07 es un monoplaza muy fiable, seguro y duro, pero un fallo en los frenos, en el motor, en la caja de cambios Una avería, en definitiva, puede convertirse en decisiva para uno de los dos contendientes. «Les daremos dos coches que puedan luchar en Abu Dabi, pero admito que mi peor pesadilla es que uno de ellos tenga problemas mecánicos», admitía Toto Wolff después de la cita de Interlagos.

En caso de que haya una avería, se desatará una vorágine de teorías conspiranoicas (especialmente si le pasa a Hamilton) que dejará en nada algunas polémicas que hemos visto esta temporada. Qué decir si se repite lo vivido en los años dorados y se revive un Senna-Prost a final de recta y ambos acaban chocando Eso sí que será una tormenta perfecta, que podría dejar secuelas imborrables en la retina de los espectadores ávidos de show.

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