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El Racing domina el partido en casa.
Una bala menos

Una bala menos

El Racing se estrella contra el Tudelano y pierde otra ocasión de depender de sí mismo en la lucha por el título

Sergio Herrero

Domingo, 17 de abril 2016, 16:27

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Frank Morris, John Anglin y Clarence Anglin lograron su objetivo en junio de 1962. Parecía imposible. Otros 33 presos lo intentaron y no lo consiguieron. Ellos sí. Escaparon de la Prisión Federal de Alcatraz, en San Francisco. También conocida como La Roca. Para rocoso, el Tudelano. Ni la peña de Peñacastillo. Nueve partidos sin encajar un gol y 18 encuentros sin perder desde ayer, diez y 19. Que el Racing rompiese esos números también parecía imposible. Y al final, lo fue. Primero, porque los hombres de Pedro Munitis se quedaron dormidos. Las 17.00 era la hora pactada para iniciar el salto al muro y llegaron veinte minutos tarde. Cuando despertaron, lo intentaron, incluso fueron superiores en la segunda parte, pero el rival ya estaba prevenido para evitar la fuga. El resultado fue el preferido en las apuestas: empate a cero. Un punto que sabe casi a derrota. Otra oportunidad frustrada. Una bala menos en la recámara.

En una conversación, uno de los contertulios puede tener razón, jugar con los mejores argumentos, ser más guapo e incluso alzar la voz. Tiene muchas opciones. Pero, al final, quien se lleva el parabien del oyente es el más convincente. Quien parece más seguro y no titubea en su discurso. Ese es el secreto del Tudelano. Casi siempre gana los debates. Ayer, aunque no se llevó los tres puntos, se marchó victorioso. Solo había que ver las caras tras el pitido final del colegiado. Los verdiblancos, cabizbajos. Derrotados. Los navarros, alegres. De celebración. Las necesidades de unos y la gesta de los otros dieron un distinto valor a las tablas.

En los primeros minutos, el conjunto visitante sorprendió a un Racing que aguardaba unos registros diferentes en su rival. «Seguramente saldrán a esperarnos un poco atrás», vaticinaba Álvaro Peña a mediados de semana. Fue todo lo contrario. Los de Manix Mandiola presumen de equipo defensivo, pero en El Sardinero, en uno de los partidos claves, salieron al ataque. A sorprender, como hizo el Racing en Tudela. Papeles cambiados. Hasta cinco hombres acumulaban en cada ofensiva y a los de Pedro Munitis les entraban por todos los lados. Y cuando no llegaban los navarros, era el propio Racing quien le daba la oportunidad con alguna de las múltiples imprecisiones. Una mala entrega de Borja Granero en el centro del campo propició una contra que terminó con una falta de César Caneda. El lanzamiento directo de Ibai Ardanaz se estrelló en el larguero. A la grada casi se le corta la digestión. Y como ese error, varios más.

A los verdiblancos les sonó el despertador unos veinte minutos después de lo previsto. En este tiempo, los dos centrales, César Caneda y Mikel Santamaría, ya se habían cargado con una tarjeta cada uno. Un lastre importante para el resto del encuentro. La imagen de un Borja Granero yacente sobre el césped enmudeció al estadio. «Otra vez, no», exclamó un aficionado en Tribuna Central, temiendo que la rodilla del valenciano hubiese quebrado por segunda vez. Se quedó en un susto. Se levantó, probó la articulación y volvió al terreno de juego. Lo mejor es que el agónico parón sirvió para cambiar el decorado. El Racing asimiló lo que había en juego y al Tudelano se le cortó el intenso ritmo inicial.

Poco a poco, y aún con las legañas colgadas de las pestañas, los locales fueron dando pasos hacia adelante y metiendo a los navarros en su campo. Eso sí, aún quedaba saltar el muro defensivo antes de encontrar la libertad que prometia el triunfo. Ese placer de depender de sí mismos. El portero visitante, Pagola, y el asistente de la zona de banquillos, de gatillo fácil, se encargaron de despertar también a la grada.

Los números del Tudelano no son por casualidad. El Racing combinó algo mejor, dudó menos y pisó alguna vez el área, aunque la única ocasión de verdad para los cántabros no llegó hasta el minuto 41. Una gran jugada de Óscar Fernández. Desbordó por la derecha, sentó a un rival, se coló en el área y centró para Dioni. El malagueño, a la media vuelta, mandó la pelota al lateral de la red. Al menos, la contienda ya estaba igualada. Aunque el Tudelano se marchó de la primera mitad con un último remate de cabeza de Arkaitz, que se marchó cerca del poste derecho de la meta de Óscar Santiago.

Un aperitivo del play off

La segunda mitad fue un aperitivo de lo que le espera al Racing. Un partido de play off. Y los de Munitis, esta vez sí, fueron superiores. En el cómputo global del partido, quedó claro cual de los dos rivales era ligeramente mejor. Pero eso no fue suficiente para cambiar un resultado que, visto lo visto, fue justo.

El plan de huída elaborado por Pedro Munitis estaba incompleto. No contó con el último muro defensivo del Tudelano y ahí el Racing fue cazado. Los hermanos Anglin y Frank Morris tiraron de paciencia. Dispusieron de meses para lograr su objetivo utilizando cucharas y cuchillos robados de la cocina de la Prisión, además de unas cabezas de muñecos y chubasqueros de sus compañeros para construir una balsa. El Racing solo tenía 45 minutos y su aparente mayor talento como arma.

En ese segundo tiempo, los verdiblancos fueron tenaces, valientes y hasta brillantes. Mientras tanto, el Tudelano, cómodo en su papel de víctima, se echó definitivamente atrás. Para el Racing el empate era otro inoportuno tropiezo. Para los navarros, la continuación de una campaña histórica.

Los locales dominaron la posesión y desbordaron por ambas bandas, pero en el área, allí donde todo se decide en el fútbol, el amo del prao era el forastero. Dioni y Óscar Fernández calcaron varias jugadas prácticamente iguales. Galopada, pase de la muerte y... un defensa que se anticipa ante el remate cuando alguien, Pumpido, Dani Rodríguez o cualquier otro, ya estaba con la caña preparada. No hubo más opciones de gol en todo el choque.

Con la grada de los Campos de Sport apretando como nunca esta temporada y el Racing gastando balas en acciones a balón parado horriblemente ejecutadas, el partido fue muriendo. Y los hombres de Pedro Munitis fueron atrapados en su intento de fuga hacia el liderato.

Pocos racinguistas repararon ayer en que el punto sirve para certificar matemáticamente la plaza en el play off de ascenso a Segunda División. Ese objetivo es para el técnico, al menos de boca hacia fuera. Pocos en El Sardinero se conforman con eso. Quieren levantar la copa y, or consecuencia, circular por el camino más corto hacia el salto de categoría. «Si hubiésemos empatado en Cáceres», lamentaba un seguidor verdiblanco junto al autobús del Tudelano. Siempre viviendo del pasado. La segunda oportunidad perdida. «Habrá otra», se escuchó en la zona mixta de los Campos de Sport. Ojalá sea verdad. Quizá a la tercera vaya la vencida.

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