El espíritu de Guijuelo marca el camino
En momentos puntuales de la temporada, el Racing aparcó su fragilidad para dar un golpe sobre la mesa
Sergio Herrero
Viernes, 10 de junio 2016, 07:51
En la comida de confraternización y conjura celebrada ayer por la plantilla racinguista quizá no se sirviese jamón ibérico de bellota. Pero Guijuelo, la cuna de esta maravilla gastronómica, marca el camino a seguir. Espíritu de remontada. Porque aunque el Racing ha sido un equipo endeble y con las ideas muy difusas a lo largo de la gran mayoría del campeonato y el play off de ascenso, en la localidad salmantina los verdiblancos se sobrepusieron a una situación crítica, en la que su entrenador, Pedro Munitis, se encontraba con el agua al cuello. Allí se inició la remontada que culminó con el título de Liga. El domingo, frente al Cádiz, el Racing dispone de su última oportunidad. Ganar o fracasar. Entre la espada y la pared. Qué vuelva a brotar el espíritu de Guijuelo.
Aquella fría tarde de noviembre los abrazos y los gestos de rabia tras el triunfo racinguista (1-2) dejaban claro que allí se habían ganado más de tres puntos. El equipo cántabro dio, por fin, un golpe encima de la mesa. Hasta entonces, ocupaba la posición número 11 en la tabla, a trece puntos del líder. Desde ahí, siempre hacia arriba. Munitis salvó el cuello y la plantilla empezó a creer en sus posibilidades, iniciando una racha de seis victorias consecutivas en las que el Racing mostró su mejor imagen de toda una irregular temporada.
¿Qué cambió entonces para que la dinámica del equipo pasase por ese punto de inflexión? Eso solo lo saben en el vestuario, donde, de puertas hacia afuera siempre han argumentado que, simplemente, fue la consecuencia de un trabajo hasta entonces infructuoso. El caso es que el Racing, ahora mismo, es un garabato de aquel sólido equipo y Pedro Munitis necesita, antes de recibir al Cádiz, volver a pulsar la tecla roja del Turbo boost. Como Michael Knight en su coche fantástico. Porque solo quedan noventa minutos a vida o muerte.
La eliminatoria frente al Reus y el contundente batacazo contra el conjunto catalán han dejado a todo el mundo congelado en los Campos de Sport de El Sardinero. Confianza bajo mínimos. Por eso el Racing debe dar la sorpresa el domingo ante el Cádiz. No porque sea inferior a su rival y una victoria cántabra sea menos fiable en las apuestas, sino porque para darle la vuelta a la eliminatoria favorable por el 1-0 de la ida para los andaluces debe mostrar algo bien diferente a lo visto últimamente. Diametralmente opuesto.
El frenazo al líder
Algo como lo que quedó patente en la visita del Racing de Ferrol a Santander el pasado 20 de diciembre. El líder llegó al feudo verdiblanco con un balance de 16 encuentros consecutivos sin perder. Parecía imparable. Pero el mejor Racing de la temporada hizo descarrilar a los gallegos. Y con solvencia. 3-1. Un resultado que le vendría perfecto a los cántabros este domingo de cara a superar la eliminatoria frente al Cádiz. Necesita un 1-0 para mandar el partido a la prórroga y dos tantos de diferencia para seguir soñando con el ascenso a Segunda División. Para no tirar a la basura una campaña entera en el infierno.
El Racing esta temporada ha sido más de Cancellara que de Contador. Más de cadencia constante y objetivo a largo plazo que de valentía y cambios de ritmo. Así consiguió adelantar al hasta entonces sempiterno líder casi sobre la línea de meta. «Nuestro objetivo es llegar lo mejor posible al play off de ascenso» ha sido el mantra repetido una y otra vez por Pedro Munitis y sus pupilos. Pero tres partidos de la fase de ascenso después y tras sufrir una dura caída frente al Reus, toca remontar en las últimas rampas. Demarrar desde el pitido inicial. No vale ni especular ni esperar «a lo que nos vaya dando el partido». Salir a por el rival desde la escalerilla de los vestuarios y no darle ni un respiro. Somozas, Coruxo, Tafalla, Villaviciosa... Si el Racing no remonta, el próximo año tendrá que volver a penar por los campos modestos del fútbol español. Aún está a tiempo de ponerle remedio. El lunes no servirán de nada las lamentaciones.