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Miguel Gándara centra un balón ante la oposición viguesa. :: LOF
Todo un superviviente de la reconversión

Todo un superviviente de la reconversión

PPLL

Lunes, 29 de agosto 2016, 20:48

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José Moratón es muchas cosas en el Racing. Es el entrenador del filial y uno de los siete miembros de ese particular consejo de sabios de los exfutbolistas que últimamente acusa una vacante tras la tormenta estival que provocaron las críticas de Quique Setién. Pero hace exactamente quince años y cinco días era un joven central del filial que había tocado pelo en Primera tres temporadas antes, durante los breves minutos que le dio Nando Yosu.

El 25 de agosto de 2001 el Racing de Gustavo Benítez debutaba en Segunda ante el Nástic tras su descenso. Lo hacía con un central canterano al que entonces apocopaban el apellido para convertirlo en 'Mora' como improvisado lateral derecho. Cumplió fuera de puesto hasta que la llegada de César Caneda le sacó del equipo, al que no regresó hasta que Quique Setién, el mismo que el año pasado prefirió a Esteban Torre para el banquillo del filial, sustituyó al paraguayo y le consolidó en el once ya como central.

Desde entonces La Albericia apenas ha fabricado laterales que se consolidaran en el primer equipo. Casi siempre ha habido que pedir la pieza a Alemania o adaptar recambios. Pineda era en origen un extremo -y formado en la Gimnástica-, Picón no cuajó y Álvaro reivindicó pronto su lugar en el eje de la zaga.

La semana pasada Miguel Gándara comenzó a andar el mismo camino que hace tres lustros encarriló la carrera de Moratón. Y ayer se reivindicó con un partido serio y el triste honor de terminar el encuentro como único canterano superviviente entre los titulares.

La sanción por expulsión de Córcoles la semana pasada en un Racing que por ahora no consigue terminar el partido con once abrió un hueco a Miguel Gándara. No es su posición natural de central, sino en la banda diestra de la zaga. Y el canterano optó por lo práctico para convertirse en un termómetro de lo que sucedía en un equipo que en Vigo fue un canto a la ciclotimia. Cuando el equipo estuvo bien subía con prudencia la banda, incluso se atrevía a algún puntual desdoble. Hasta sacó de apuros a algún compañero cuando el juego basculaba demasiado a su zona.

Cuando el Racing se acobardó, optó por la sobriedad; por el pase corto y la búsqueda de apoyos en Llorca y Óscar... mientras Óscar estuvo en el campo. Mecido por la marea, durante el primer cuarto de hora el cántabro fue uno más en la champa verdiblanca -ayer verdinegra- y sólo le faltó entenderse un poco más con Óscar. Cuando roló el viento y medio barco se desarboló se las arregló para mantenerse más o menos en pie a base de pases cortos, anticipación y fútbol sencillo; sin complicaciones, descargando responsabilidad en compañeros más curtidos en un ejercicio de inteligencia.

Su evolución; esa cadena invisible que desde el ecuador del primer tiempo le sujetó a su campo, ejemplificaba perfectamente el cambio de cara de un Racing al que el gol en contra noqueó definitivamente. Muy bien arropado no le debió ver Viadero cuando cambió a Óscar, pero la sociedad con César Díaz tampoco pasará a la historia.

Así que siguió a lo suyo. Recibir y cambiar. Combinar. Más incluso de lo esperado. Como todo un Racing menos directo y más estiloso -cuando le dejaban- de lo que se barruntaba. Buen balance para un joven defensa al que le tocó lidiar con Juan y el buque insignia celeste, un Borja Iglesias con querencia a su banda izquierda.

Tuvo tiempo incluso, justo antes del definitivo apagón racinguista, de conducir con maestría en la jugada que terminó en disparo al palo de Sergio Ruiz, y después no deslució en medio de la tormenta. Gran progresión por banda al asistir a Sergio en la jugada eterna que mucho después terminó en el disparo al poste.

El termómetro marca Gándara volvió a funcionar en el segundo tiempo, con alguna imprecisión tras la charla del descanso, que los cántabros parecieron entender a medias, pero en los mejores minutos de su equipo el santanderino recuperó su mejor versión, sobre todo tras el cambio de piezas que afianzó la defensa y un gol de Aquino que dio ánimos a los racinguistas pese a quedarse poco después con uno menos.

La semana que viene Córcoles ya puede jugar y previsiblemente volverá a su puesto. Gándara se puede quedar sin puesto, pero ya ha marcado otro hito. Como el Racing, que fiel al tópico futbolero se define aún en construcción. Aquella temporada 2001-2002 el Racing regresó a Primera con gol de Moratón, que entonces era Mora y ya jugaba de nuevo como central. La historia de Gándara está aún por escribirse.

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