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Un rostro desfigurado

Un rostro desfigurado

El peor Racing del curso cae ante el Coruxo y suma su cuarto partido consecutivo sin ganar

Sergio Herrero

Domingo, 6 de noviembre 2016, 16:53

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Volver es un tango de Carlos Gardel. También una película de Pedro Almodóvar. Y ayer era el objetivo del Racing frente al Coruxo. Sin abandonar las buenas sensaciones, hacía ya unas semanas que el equipo de Ángel Viadero se había salido de la exitosa cambera por la que transitaba en el primer tramo de la temporada. Y ahí sigue, parado. Atasco en la S-20. La de ayer fue la primera derrota del curso en Santander. El cuarto pinchazo consecutivo. Dos puntos de doce posibles. Esta vez ni siquiera consolaron las sensaciones. El Racing saltó al campo con el rostro desfigurado. Irreconocible. Y la parroquia verdiblanca salió del estadio más asustada y preocupada que de costumbre. Alguno no sabía si llamar al 112 o a Paco Lobatón para que encuentre a un equipo que, no hace tanto, era imbatible y conquistador. El Coruxo dejó al aire las vergüenzas racinguistas.

Últimamente, los partidos del Racing tienen un patrón común. Un planteamiento prometedor para enganchar al personal; un nudo bastante espeso; y un desenlace, por lo general, entretenido. Si el final es feliz o no es decisión única y exclusiva de la dichosa pelotita. Ayer, ante el equipo gallego, el guión ni siquiera pasó de la trama intermedia. Queda claro que al conjunto verdiblanco le pasan factura los comienzos intensos que no traen consigo frutos en forma de gol. La misma película que en Somozas, porque los cántabros desperdiciaron varias ocasiones en los primeros minutos. Caye Quintana dejó en el arranque algunas muestras de lo que prometió su fichaje después desapareció. El onubense, con caño incluido, se marcó una jugada para quitarse el sombrero. Finalizó su intervención con un pase al hueco para Héber, que se plantó ante el meta Alberto. Sin embargo, el naronés, en lugar de disparar, pecó de generoso y en su intento de buscar a Dani Aquino desperdició la oportunidad. El murciano intentó jugársela poco después al portero con un lanzamiento de falta que botó ante el arquero, pero terminó saliendo fuera. Y Quintana remató de cabeza un tenso centro de Héber. El testarazo se marchó por poco. La falta de acierto de siempre. Nada nuevo por el horizonte. El Racing se desangró a partir de ahí.

El turbo se fue agotando. Aparecieron las cabezas gachas y los gestos de frustración. La fortaleza mental de antes ahora es el comienzo de la depresión. Paulatinamente, los de Viadero perdieron dominio, pegada y brillantez. Y el Coruxo, contento. Un nuevo y cómodo habitante del terreno de juego de El Sardinero. Campando bajo la lluvia. Los gallegos se vieron tan libres de ataduras que incluso dispusieron de las dos ocasiones más claras de la primera mitad. El central Alberto García se quedó solo dentro del área y su remate, duro y al medio, se lo quitó de encima Iván Crespo como pudo. Posteriormente, un cabezazo de Fernando a la salida de un córner lo atrapó el meta cántabro.

Tras el descanso, la situación no mejoró demasiado. Óscar Fernández, solo en el segundo palo, remató de cabeza un centro de Bontempo con todo a favor. A la Tribuna. Quizá el problema iba más allá y venía dado por la camiseta negra que vestía Iván Crespo bajo los palos la tercera indumentaria, la gafe, con la que el Racing aún no conoce la victoria. Su sola presencia parece que impide al equipo cántabro carburar. Las meigas gallegas volvieron a hacer su trabajo. Maldición.

Desesperación

Mientras más arreciaba la lluvia sobre los Campos de Sport, más crecía la desesperación racinguista. Dani Aquino estuvo a punto de arrancarse los pantalones tras marrar dos ocasiones casi consecutivas. Más ímpetu que capacidad. Ante la total ineficacia verdiblanca en el área rival, el Coruxo decidió ser paciente. El empate era bueno para los gallegos. Y alguna oportunidad aislada, bienvenida. El virus de la inoperancia racinguista en la vanguardia se acabó contagiando entre los futbolistas de la línea de atrás. El Racing permitió a su rival llegar con peligro. Pasividad. Un disparo cruzado de Yosu no vio portería. Fernando sí tuvo más suerte poco después. Adelantó a su equipo y castigó la deficiente actuación racinguista.

El Racing no tuvo capacidad de reacción. Ni siquiera con cuatro delanteros sobre el terreno de juego el equipo montañés fue capaz de encontrar un remedio a sus males. Con tal aglomeración de gente, el área parecía un autobús de la línea 5 del TUS en hora punta. Tan imposible maniobrar como avanzar. Un remate acrobático de Álvaro Peña desesperado en su intento de dar sentido a un equipo que perdió su identidad yun balón peinado por Goñi, que despejó el meta Alberto junto al palo fueron los escasos argumentos racinguistas

Iván Crespo, sobre la bocina, y con su equipo fracturdo en busca de un arreglo que nunca llegaría, salvó al Racing de un castigo y un sonrojo aún mayor. El conjunto cántabro, hasta entonces, había fracasado en algún aspecto aislado. Unas veces el resultado, otras veces la falta de acierto de cara a gol, o incluso la inferioridad con respecto al rival. Pero ayer el fallo fue multiorgánico. No hubo por dónde cogerlo. Y lo peor fue la sensación de que la infección va extendiéndose en una plantilla que hasta hace poco tenía una moral a prueba de bombas. Frustración generalizada. La gran cantidad de lesiones de las últimas semanas tampoco ayuda. Mente dañada en cuerpo dañado.

El Racing mantiene la segunda posición del campeonato pero ve cómo la inquebrantable marcha de la Cultural Leonesa le deja a seis puntos del liderato, mientras el Pontevedra le pisa los talones por detrás. La Liga es larga. Casi eterna. Mas conviene reemprender el vuelo cuanto antes. El genial Manolo Preciado sabía qué decir en un momento como éste. Dándole la vuelta a una de sus famosas frases: «Ni antes éramos el Leverkusen ni ahora somos la última mierda que cagó Pilatos».

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