Borrar
Los aficionados del Racing, en la grada del nuevo San Mamés.
Una película como las de antes
racing

Una película como las de antes

Cerca de mil racinguistas se hicieron escuchar en el espectacular nuevo San Mamés

Marcos Menocal

Viernes, 23 de diciembre 2016, 08:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

De pie, con la bufanda enroscada al cuello, la mirada completamente perdida y la boca; lo de la boca era digno de ver. Más abierta, imposible. Es probable que alguno aún no la haya cerrado. La estampa del racinguista tipo ayer fue esa. Ni más ni menos. Las vacaciones descolocan la memoria y a pesar de que algunos de los cerca de mil verdiblancos que asistieron al partido saben de sobra lo que es pasear su escudo por los mejores campos de España -incluso de Europa- lo de la Catedral les cogió por sorpresa. En realidad, nadie se lo esperaba pese a estar avisado. San Mamés es más que un santo; es un templo. Las luces que envuelven la monumental figura por fuera y el vértigo que dan su empinadas e interminables gradas -una vez dentro- lanzaron una despiadada flecha cargada de nostalgia. Los aledaños parecían un museo; nadie quería dejar pasar la oportunidad de fotografiarse con tal obra de arte a sus espaldas. «Hubo un tiempo que veníamos aquí más a menudo», decía Luis Revuelta, socio del Racing con 32 años de antigüedad. Sin embargo ayer estaba de estreno. Nunca se es mayor para debutar. Lo mismo que muchos de sus compañeros de hinchada; igual que los jugadores del Racing... El San Mamés de ayer era diferente. Hay a quien los años le juegan una mala pasada, sin embargo a La Catedral la rejuvenecen.

Bilbao huele a fútbol y ese fútbol se empieza a sentir en la calle Licenciado Pozas y mucho antes de que empiecen los partidos. Allí, no importa el color de la bufanda. Todas son iguales. «Da gusto», recordaban dos aficionadas racinguistas mimetizadas entre un gentío espectacular de rojiblancos. Pinchos de mil sabores abarrotaban las barras de los bares, historias de antaño amenizaban las tertulias de terraza... Todos tenían algo que contar. Algunos se conocían. No hay nada como tener un pasado digno de héroes para sacar pecho.

Muchos racinguistas madrugaron y abrieron la calle; hay cosas que no se pueden dejar de disfrutar. En Pozas no hay un bar sin su bandera del Athletic en la puerta, sin su escudo en la pared, pero ayer tampoco hubo uno en el que faltara un verdiblanco.

Los autocares de los peñistas fueron escoltados desde Muskiz y recorrieron la avenida Sabino Arana -la entrada a Bilbao- como antaño. A su izquierda, entre la gente, les esperaba disfrazado de luces San Mamés. Los aficionados no tardaron en arremolinarse en los aledaños del estadio nada más aparcar, muy cerca de donde también aguardaba un nutrido grupo de antidisturbios; en línea y perfectamente uniformados dieron la bienvenida a los forasteros.

«Vamos a hacernos una foto», le repetía una y otra vez uno de los peñistas a su compañero. Más que el zurito, lo que apetecía era inmortalizar el recuerdo. Por si acaso. Por más que gustase el exterior y el ambiente prepartido que se vivió fuera, los cántabros no querían quedarse con el envoltorio. Y una vez dentro, todo fue mejor. Los minutos de espera mientras los jugadores saltaron al campo fueron de disfrute; en un inacabable escenario de butacas rojas, en lo alto y en una esquina se adivinaba a la hinchada verdiblanca. Todos juntos y de pie. Como antes. Hay ocasiones en las que mil gargantas generosas resuenan como si fuesen el doble. Ayer fue una de ellas. San Mamés comprobó de primera mano como suena 'Santander, la marinera' a capella. Hasta hubo quien aplaudió el gesto de gallardía de los visitantes. Con el siguiente cántico, 'Que bote, que bote El Sardinero' ya no estuvieron tan condescendientes y los cerca de 25.000 rojiblancos se empeñaron en silenciar a sus adversarios de grada. Un espectáculo digno de escuchar.

Todo era grande; mucho más que lo que empieza a ser costumbre cada domingo. En la zona de prensa había sitio para todo el aforo del campo de la Mutilvera, el último rival liguero a domicilio del Racing. Otro deporte. No obstante, una vez que la inconfundible voz ronca que canta los acordes del himno del Athletic dio el banderazo oficial para que comenzase el partido, el sueño se convirtió en un día más. El fútbol es lo que tiene, por mucha grandeza que le rodee es el mismo juego pero con distinto tablero. Como las buenas películas, los racinguistas se fueron pidiendo que rueden la segunda parte cuanto antes.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios