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racing

Un año de luto

Nando Yuso nunca necesitó ganar títulos para ganarse el reconocimiento de los demás y su éxito se basó en una cercanía y una naturalidad que le acabaron convirtiendo en leyenda

Gerardo Sisniega

Miércoles, 22 de febrero 2017, 07:19

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Estos días todos nos hemos acordado de Nando Yosu. Parece difícil de creer que haya pasado ya un año desde que nos dejó. Sin duda el 20 de febrero del 2016 fue uno de los días más tristes de la historia reciente de este viejo club. Después de una larga enfermedad, el zorro de Munguía se nos fue para estar más cerca de Dios y dejó un vacío tan grande que va a ser muy difícil de llenar. Pero nada ni nadie podrá borrar nunca su legado y además no debemos permitir que ocurra. Si hay una cosa que nunca hemos hecho bien en este Racing es querer y respetar nuestra historia y sobre todo a quienes la han escrito durante tanto tiempo. Demasiadas veces nos ha faltado grandeza de miras.

Esta es una región de filias y fobias, de extremos y de odios. De viejas rencillas que se han consolidado con los años y del quítate tú para ponerme yo. Esa falta de generosidad nos ha llevado en demasiadas ocasiones a ser excesivamente duros con los nuestros y a no saber reconocer en su momento a muchas personas que colaboraron para llevar a la élite a este club. Desgraciadamente, estas cosas siguen pasando y hasta que vayamos todos a una va a ser muy difícil que volvamos a ser grandes. Digo todo esto porque el caso de Yosu es afortunadamente una excepción en esta tierra de cainitas. Nando nunca necesitó ganar títulos para ganarse el reconocimiento de los demás y su éxito se basó en una cercanía y una naturalidad que le acabaron convirtiendo en leyenda. En un fútbol profesional lleno de egos y de estrellas intocables que viven en una burbuja, a él te lo podías encontrar cualquier día dando un paseo por El Sardinero o tomando un vino en el bar de la esquina. Y eso siempre caló entre la gente que supo reconocer su carisma. Por eso muchos racinguistas siguen reviviendo con emoción sus días en el banquillo, sus derrotas y sus victorias y algunos de esos milagros que protagonizó tantas veces. 367 días después de su marcha, muchos todavía le recordamos con cariño, verdaderamente, como tanto le gustaba decir al propio Nando.

Y mientras guardamos luto, la vida sigue y desde el cielo estoy seguro que sigue muy de cerca los éxitos y los fracasos de un equipo que en Valladolid nos volvió a ofrecer más de lo mismo. Algunos buenos minutos repartidos a lo largo del choque, poca eficacia cerca del área y la sensación permanente de que este Racing sigue sin saber cerrar los partidos cuando los rivales están más tocados. Una vez más un equipo inferior y con un futbolista menos nos acabó robando el premio gordo en los últimos minutos por culpa de nuestro conservadurismo. Estoy de acuerdo con el entrenador en que lo mejor que nos dejó el viaje a Pucela fue el debut de Beobide. Ojalá sea el pegamento que necesitamos para unir todas las cosas buenas que hacemos.

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