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Córcoles celebra uno de los goles marcados ayer por el Racing en El Sardinero.
El gol de Córcoles
AUNQUE LLUEVA O SOPLE SUR

El gol de Córcoles

Aquino, el mejor jugador del mundo mundial por lo menos durante la tarde de ayer

Javier Menéndez Llamazares

Lunes, 8 de mayo 2017, 07:53

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Hoy todos los focos apuntan hacia Aquino, el mejor jugador del mundo mundial por lo menos durante la tarde de ayer, pero ayer hubo otro futbolista que brilló con luz propia en El Sardinero, y se va a llevar mucho menos reconocimiento. Y es que Córcoles no marcó, por mucho que lo mereciera. Estuvo a punto, eso sí, pero por algo en este juego unos defienden y otros atacan. Y nuestro lateral defiende, pero atacando. Vamos, que es de los que ganan por las buenas o por las malas, por lo civil o por lo criminal.

Ayer no es que el Racing estuviera tocado, es que el racinguismo estaba hundido. El palo de Guijuelo fue de los que, además de puntos -de sutura- dejan secuelas psicológicas. Los siete mil incondicionales no fallaron, pero no estaba la tarde para fiestas, después de que la Cultural nos la aguara por la mañana. Hasta en La Gradona parecían flaquear las fuerzas, muchos decibelios por debajo de lo habitual. Y en el 'prao' había más nervios que cabeza. Un buen final es capaz de suplir cualquier carencia, aunque en ocasiones puede suceder que los goles no nos dejen ver el partido. El Dani Aquino más estratosférico de la temporada devolvió la sonrisa a los Campos de Sport. Sin embargo, unos minutos antes el panorama pintaba bien distinto. Desolador, en concreto. Porque Aquino, como el resto de sus compañeros, se fue a vestuarios con una sonora pitada. ¿Era merecida la música de viento? Cierto que la primera parte había resultado nefasta, y que la grada estaba ya implorando porque a Abdón Prats no vuelva a entrarle ni un catarro, pero el estado de crispación general tal vez resultara algo exagerado en un encuentro durísimo y a cara de perro, pero en el que el Racing no estaba resultando inferior sobre el césped.

Lo que contemplábamos era una auténtica batalla, que es lo que suele pasar a final de temporada cuando los equipos de Segunda B se la juegan. Aunque los más fanfarrones de la casa ni siquiera sepan su nombre y les llamen 'Multivera'. Y los navarros vinieron con el cuchillo entre los dientes: en una sola jugada se llevaron dos tarjetas. Pero es que había que parar el contragolpe. Justo lo que tenía que haber hecho el Racing en Guijuelo. Por eso los nervios, la crispación, la pitada. Quizás por eso Córcoles corrió la banda como un poseso, dispuesto a quitarse con un gol todo el mal sabor de boca del 'sorpasso' fallido. Y éste era su partido. El Sardinero lleva 50 años buscando a un heredero para el espíritu de Chisco, y el alicantino ha presentado su candidatura. Sabe desenvolverse como nadie en las batallas, y lo mismo domina el juego psicológico que la lucha libre. No sólo redujo al absurdo a su par, sino que aprovechó cualquier ocasión para amedrentar al ariete rival -¿qué le diría al oído, tanto como hablaron?- para noquearlo más tarde en la mismísima área chica, en una acción que acabaría con tarjeta roja para el rival. El Racing necesitaba carácter y Córcoles sabe de sobra que eso es función de los veteranos. Y ayer se multiplicó para demostrarnos que esto no ha acabado y que el Racing será el hueso más duro de toda la fase de ascenso. Sólo le faltó que aquel balón que cruzó en parábola el área chica hubiera entrado sin la ayuda de Dani. Hasta el siete le señaló para certificar que aquel gol no era suyo, sino de Córcoles. El gol de un auténtico guerrero. Grande, grandísimo.

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