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¿Qué me pongo para ir al monte?

¿Qué me pongo para ir al monte?

La montaña es una opción preferente en vacaciones. Pero no basta la forma física, también hay que saber equiparse

F. J. PÉREZ

Domingo, 30 de junio 2019, 14:33

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Ir al monte o hacer senderismo son actividades que realizamos por puro placer. El objetivo es (o debe ser) disfrutar de la actividad y pasarlo bien con la familia y/o amigos en el entorno natural. Pero para que la jornada montañera resulte redonda y ningún contratiempo la estropee conviene tener en cuenta una serie de consejos y normas básicas en cuanto al equipo que vamos a llevar, desde la indumentaria hasta lo que metemos en la mochila.

Antes, incluso, que los materiales, conviene tener en cuenta dos intangibles que son los más importantes y que nunca deben de faltar en la mochila de un montañero: la información y el sentido común.

Información. Ya lo dice el refrán. El saber no ocupa lugar. Y en la montaña hasta te puede salvar la vida o evitarte un disgusto. Estar informado sobre las características de la ruta, sus detalles técnicos (dificultad, distancia, desnivel...), el tipo de terreno por el que discurre, la meteorología prevista... es fundamental para evitar sorpresas desagradables.

Sentido común. El menor de los sentidos es el que nunca debe faltar cuando vas al monte. Conocerse a uno mismo (y a los que te acompañan), saber cuáles son tus limitaciones físicas y mentales y saber tomar decisiones en función de los imprevistos que puedan surgir (un cambio inesperado de tiempo, un accidente, un extravío) son aspectos que marcan la diferencia para que un pequeño susto no se convierta en una tragedia o un grave accidente. ¡Buena caminata!

Indumentaria

La elección de la ropa es fundamental para que la excursión resulte agradable. Como consideraciones previas, el tallaje debe ser el correcto. No muy ajustado, ya que nos sentiríamos incómodos y nos puede provocar rozaduras, ni demasiado holgado, ya que entonces la ropa se puede enganchar con facilidad en zarzas, arbustos, rocas o ramas. Los consejos que a continuación exponemos son siempre para unas condiciones meteorológicas 'normales' (ni frío ni calor extremo) ya que las salidas invernales requieren materiales y conocimientos específicos, reservados a montañeros con mayor experiencia. De todas formas, como norma, la teoría de las tres capas es siempre válida para tenerla en cuenta en cualquier salida montañera. Solo hay que adaptarla a las circunstancias concretas de cada una de ellas.

La teoría de las tres capas

Se refiere a dividir la ropa que llevamos en capas (el símil de la cebolla sirve para entenderlo) para lograr la máxima confortabilidad añadiendo o eliminando capas según las necesidades ante aspectos como la sudoración, el frío o el calor.

Primera capa. También llamada segunda piel o capa interior. Es la prenda que se encuentra en contacto con la piel. Su principal función es alejar nuestro sudor del cuerpo, evitando la sensación de humedad y que nos quedemos fríos. Para ello se utilizan materiales no absorbentes compuestos por fibras sintéticas -como poliester, polipropileno o clorofibra- o lana de nueva generación, que dejan pasar todo el sudor producido por nuestro cuerpo.

Segunda capa. También llamada capa de aislamiento o de abrigo. Su función es aislarnos térmicamente del exterior. Estas prendas no nos calientan de manera directa. Lo que hacen es retener el calor que genera el cuerpo, impidiendo su enfriamiento y favoreciendo al mismo tiempo la evacuación del sudor. Son materiales aislantes que aunque estén mojados consiguen mantener sus propiedades aislantes y transpirables intactas. El ejemplo más claro de este tipo de prenda es el forro polar en todas sus variables.

Tercera capa. También llamada capa de protección o capa exterior. Su función es protegernos de las inclemencias exteriores (nieves, lluvia, viento, frío...) pero también de nuestro sudor, por lo que debe de tener dos características aparentemente contradictorias: impermeabilidad y transpirabilidad. Se encuentran en las prendas con membrana impermeable (chaquetas, pantalones y guantes), que se comercializan en distintos grosores según el tipo de actividad a realizar. Al ser la más exterior, debe de ser resistente a rozaduras y desgarros, tan habituales en la montaña. La marca comercial más conocida de este material es el goretex.

Pantalón

El primer requisito y fundamental es que sea cómodo. En este sentido, los nuevos tejidos aportan una cierta elasticidad que favorece tal condición. La impermeabilidad, sin ser imprescindible, sí que es recomendable. Lo que si que hay que evitar siempre son los que absorben la humedad (efectivamente, ir con pantalones vaqueros al monte no es una buena idea). Otra característica importante es que tengan bolsillos que permiten llevar a mano utensilios de uso frecuente (navaja, brújula/gps, teléfono móvil...) o algo de comida (frutos secos, barritas energéticas...).

Camiseta

Aplicando la teoría de las tres capas, debe ser transpirable. La manga larga o corta queda al gusto del usuario, que deberá elegirla en función de lo friolero que se sea o el terreno por el que se va a transitar (en terreno enmarañado evitará los arañazos, aunque también puede acabar con la camiseta hecha jirones). Desechar siempre las de algodón, ya que absorben la humedad y el agua hasta (cuatro veces su peso) y tardan mucho en secarse. Si sudas mucho no es mala idea llevar siempre una de repuesto en la mochila.

Calcetines

Deben absorber bien el sudor, ser suaves y ajustarse bien al pie, requisitos que nos evitarán las siempre temidas e incómodas rozaduras y/o ampollas. Su grosor variará en función de la época del año en la que hagamos la excursión o el frío de la jornada elegida. O del gusto del montañero. Hoy en día casi todas las marcas cuentan con modelos específicos de calcetines (de invierno y verano) para senderismo, elaborados con materiales sintéticos adecuados que cumplen con todos estos requisitos. Llevar siempre un par de repuesto en la mochila. No abulta nada y nos puede evitar la desagradable sensación de caminar con los pies mojados si hemos tenido que vadear un río, hemos metido la 'pata' en un charco sin darnos cuenta o hemos cruzado una campa de hierba cargada aún con el rocío de la mañana.

Calzado

Es un elemento fundamental de la indumentaria, ya que soporta nuestro peso, es nuestro contacto con el suelo y nos debe de dar seguridad ante las condiciones del terreno. No llevar el calzado adecuado a las condiciones de la excursión es uno de los errores más graves y comunes. Botas altas (que protegen el tobillo) o bajas, zapatillas de montaña, sandalias de montaña... las opciones son numerosas y en función de las necesidades del montañero, la época de la excursión o el terreno por el que discurre. Su impermeabilidad es recomendable, aunque deberemos tener cuidado si somos propensos a sudar por los pies ya que suele ser un tipo de calzado mucho más cálido. Como norma general, si estás iniciándote en la montaña, lo mejor es acudir a una tienda especializada y pedir asesoramiento tras explicar tus necesidades y condiciones físicas.

Chubasquero y/o impermeable

Estamos ante la tercera capa antes explicada. Las previsiones meteorológicas y la época del año nos servirán de referencia para saber cuál de sus opciones es la más adecuada (chubasquero, cortavientos, goretex...), aunque como norma general, nunca debe faltar en la mochila un chubasquero (los hay muy ligeros que apenas ocupan espacio y pesan muy poco), que nos puede evitar un mal rato ante un imprevisto cambio de tiempo, tan habitual en la montaña.

Forro polar

Es el representante por antonomasia de la segunda capa. Y como pasa con el chubasquero/impermeable, hay multitud de modelos para elegir. También los hay ligeros para llevar en la mochila por si acaso. Como norma, nunca debe faltar en la mochila el forro o el chubasquero. Y si la meteo no es estable o la excursión tiene cierta envergadura, los dos.

Mochila

No es una prenda como tal, pero es tan imprescindible como las botas o el pantalón. Nunca debe faltar en la espalda del montañero y servirá para transportar todo lo necesario para hacer de la excursión una experiencia agradable. Su tamaño tiene que estar acorde con el tipo de caminata. No es lo mismo salir a dar un paseo mañanero por el Pagasarri que hacer una travesía de día entero o fin de semana en los Pirineos. Hay modelos cuya capacidad se puede reducir o aumentar según las necesidades. Al elegir el modelo ten en cuenta también si te gusta con bolsillos laterales accesibles para elementos como la cantimplora o algo de comida, o si lo prefieres con bolsa de hidratación. ¿Qué no debe faltar nunca en la mochila, además de la ropa antes citada? Vamos con su contenido:

-Agua y comida. La hidratación es imprescindible y la alimentación muy necesaria. Frutos secos, frutas secas, un poco de chocolate y/o unas galletas abultan poco y nos mantendrán con las fuerzas intactas.

-Protección solar. Los rayos solares inciden mucho más en la montaña que a nivel del mar, así que hay que protegerse siempre.

-Botiquín de primeros auxilios. No se trata de llevar una farmacia en la mochila, pero un analgésico, una pastilla de glucosa, unas tiritas contra las rozaduras y una venda de compresión nos pueden sacar de un aprieto en cualquier momento.

-Gorro, guantes y gafas. Las tres 'G' imprescindibles de la mochila. El primero nos protegerá tanto del frío como del calor; el segundo, del frío; y el tercero, del sol, sobre todo si nos vamos a encontrar con nieve.

-Linterna frontal. Por si creemos que la excursión se puede alargar demasiado (en el peor de los casos, y se nos puede hacer de noche).

-GPS/brújula. Imprescindible saber usar al menos uno de los dos dispositivos. Y si hemos metido el track del recorrido en el GPS la posibilidad de extravío se reducirá a la mínima expresión.

-Teléfono móvil. Con la batería cargada siempre. Instalar en él aplicación alpify, un localizador vía satélite recomendado por todos los servicios de emergencia y rescate.

-Navaja multiusos. Quizás no seas McGiver, pero te puede ayudar a solucionar muchos (pequeños) problemas, desde pelar una naranja a sacarte el pincho de una zarza.

Bastones

Tampoco es una prenda como tal, pero debería ser un complemento imprescindible para todo montañero. Un rápido ejercicio matemático aplicado a la montaña explica su importancia. Supongamos que hacemos una excursión de 10 kilómetros en la que damos 12.000 pasos. Calculando que al ayudarnos con el bastón al caminar nos quitamos un kilo por paso que damos estaremos evitando a nuestro cuerpo cargar con... ¡12 toneladas de peso! Para pensárselo, ¡verdad? Aunque hay que tener un factor en cuenta: el mal uso de los bastones puede ser tan perjudicial como beneficioso su uso correcto. Si no sabes usarlos no los lleves. Acabarán convirtiéndose en un estorbo o en un peso muerto en la mochila.

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