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La directora gerente del FMI, Christine Lagarde.
¿Se aproxima otra crisis global?

¿Se aproxima otra crisis global?

Las fuertes turbulencias que sufren los mercados agravan los temores a una nueva recesión

David Valera

Domingo, 21 de febrero 2016, 08:04

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El dinero es muy miedoso. Una manida afirmación que, sin embargo, parece muy cierta estos días en los que las principales bolsas del planeta viven unas turbulencias con significativos desplomes como no se veían desde hace dos años. ¿Qué ha pasado para que se asusten? Ha bastado un cúmulo de incertidumbres sobre algunos aspectos clave de la economía internacional para poner a los mercados financieros patas arriba y hacer que aparezcan con creciente fuerza los temores a una nueva crisis económica global. La desaceleración de China, los problemas de los países emergentes agravados por el desplome del precio del petróleo o las dudas sobre la solvencia de la banca europea, especialmente la alemana e italiana, surgen en el horizonte como causas principales de esta sucesión de números rojos en los parqués. Un nerviosismo en las bolsas que plantea si están anticipando un nuevo cataclismo económico. Pero ¿hay razones suficientes para justificar el miedo de los inversores? ¿Se aproxima una nueva crisis o sólo hay una sobreactuación de los mercados?.

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Nadie duda de la ralentización de la economía. El FMI ha corregido a la baja la previsión de crecimiento para el PIB mundial en su última actualización de enero. El organismo prevé un incremento del 3,4% en 2016, lo que supone dos décimas menos que la anterior proyección de octubre del año pasado. Un retroceso justificado por una mayor desaceleración de los países emergentes. Es precisamente en esas economías en las que se centra el foco del Fondo Internacional en los últimos meses. «Las tasas de crecimiento están bajando, los flujos de capital se han revertido y las perspectivas a medio plazo se han deteriorado de manera aguda», señaló la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, hace unos días echando más madera sobre los temores internacionales.

Sin embargo, la incógnita radica en saber si esta ralentización es suficiente para generar una nueva crisis. Los expertos están de acuerdo en que, a día de hoy, no hay ningún dato que haga pensar en una nueva tormenta económica como la iniciada en 2008. «Mi impresión es que se trata de una sobrerreacción de los mercados», sostiene Federico Steinberg, investigador de Economía y Comercio Internacional del Real Instituto Elcano. Este experto señala que las cifras de los emergentes muestran una desaceleración -salvo en India- que el crecimiento de EE UU y Europa es insuficiente para compensar en el crecimiento global.

Dudas magnificadas

«Los mercados financieros son más volátiles que la economía real y a veces exageran sus movimientos», estima Josep Comajuncosa, profesor del departamento de Economía y Finanzas de Esade. Este experto recuerda que la duda sobre la que se debaten los inversores es si esto se convierte en un episodio de recesión como en 2009 o si sólo se limita a las dificultades de los emergentes para recuperar el ritmo de crecimiento. «No preveo que haya un escenario de vuelta a la recesión global», explica. En cualquier caso advierte de que si los mercados «magnifican» las incertidumbres pueden convertirse en un problema adicional: «Las bolsas no pueden ser el detonante para una recesión a nivel global. Son un elemento, pero no suficiente. Pero sí pueden dificultar alcanzar la recuperación».

Para otros expertos, la crisis de 2008 y la que podría estallar ahora no son comparables. «La crisis nunca fue global, fue más bien una crisis a ambas orillas del Atlántico. Lo que podemos ver ahora es una posible crisis que sería más amplia si se confirmara, con su principal foco en China y los emergentes», expone Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University y director de Estudios Financieros de Funcas. En su opinión, «el riesgo no es despreciable», aunque también insiste en que la situación no tiene por qué ser tan grave: «Hay un cambio de paradigma en el que el crecimiento mundial tiene que corregir su nivel, porque ha habido distintas burbujas (tecnológica, financiera, de materias primas) y se ha acumulado demasiada deuda».

Sin duda el nombre de China aparece en todas las conversaciones sobre riesgos actuales. El gigante asiático cerró 2015 con el menor crecimiento en 25 años (6,9%) y la previsión para 2016 es aún más baja (6,3%). «Hay un problema de confianza en China. Las dudas son si las autoridades van a ser capaces de gestionar el aterrizaje suave de su economía», explica Steinberg. Las actuaciones titubeantes durante las caídas de la Bolsa de Shanghái de comienzos de año levantaron dudas. Sin embargo, Steinberg se muestra optimista sobre la capacidad de los dirigentes del país. «Las autoridades han demostrado en los últimos años que son capaces».

«Vivimos momentos convulsos y China genera dudas. Por su tamaño siempre será un riesgo sistémico para los mercados», explica Javier Díaz-Giménez, profesor del IESE. En su opinión, el problema que existe con el gigante asiático es que es una «economía dirigida con datos oficiales que puedes no creértelos». En cualquier caso, tiene claro que su economía aún es sólida. «2016 será el año de recesión de Brasil y Rusia, pero no de China», insiste.

Precisamente países como Rusia, cuya estimación de crecimiento para este año es del -1%, están sufriendo por el desplome de las materias primas. «Sin duda los países exportadores de petróleo y gas van a pasarlo mal», sostiene el profesor de Esade Comajuncosa. En este sentido, recuerda que para la economía global el abaratamiento del crudo es positivo. En su opinión, el problema radica en que los precios caen más de lo esperado como consecuencia de la debilidad de la demanda de países claves como los emergentes.

Banca europea

El último factor en sumarse a la incertidumbre global es un viejo conocido de la anterior crisis: el sistema bancario europeo. Y es que las bolsas han castigado desde comienzos de año con especial virulencia a las entidades financieras del viejo continente por las dudas sobre su solvencia. Comajuncosa considera que lo fundamental es detectar qué bancos tienen problemas de balance y recapitalizarlos en los mercados y, si no es posible, a través de los Estados. «Lo importante es detectar el problema y aislarlo», explica. Entre los bancos señalados se encuentran gigantes como el Deutsche Bank alemán, que ha perdido casi la mitad de su capitalización en lo que va de año.

Por su parte, el profesor Díaz-Giménez, del IESE, tiene claro que la situación de algunas grandes entidades financieras europeas es otra causa de la inestabilidad. «Por supuesto hay dudas sobre la banca europea. No hay mecanismos de resolución claros. No hay un sistema de garantía de depósitos común. Y tienen un problema de negocio», asegura, aunque reconoce que se han dado pasos positivos en los últimos años. El tiempo dirá si los suficientes para evitar otra crisis.

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