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Edificio de la Reserva Federal de EE UU.
El impulso fiscal para crecer llegará este año

El impulso fiscal para crecer llegará este año

La política monetaria ha dejado de tener eficacia y debe dejar paso a un mayor gasto público que estimule el crecimiento, según el servicio de estudios de Mapfre

Amparo Estrada

Lunes, 23 de enero 2017, 19:02

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En 2016, gobiernos y economistas han tomado conciencia del estancamiento secular en que se encuentra la economía mundial, donde los países desarrollados mantiene ya por demasiado tiempo tipos de interés anormalmente bajos y los agentes anticipan tipos de interés, inflación y de crecimiento deprimidos de manera permanente. Este equilibrio "perverso" afecta negativamente al crecimiento de la renta disponible de los hogares y también al consumo y la inversión. Los estímulos de la política monetaria ya no son efectivos porque las ganancias monetarias se atesoran, no se invierten ni se consumen. Por todo ello, ha llegado el momento de la política fiscal, según el primer informe 'Panorama económico y sectorial 2017' del recién estrenado Servicio de Estudios de Mapfre.

En estos momentos, la política fiscal mundial es neutra y no está contribuyendo al crecimiento de la demanda doméstica. Sin embargo, con unos tipos de interés cercanos a cero, los gobiernos pueden financiar la política fiscal con costes financieros mínimos, al menos temporalmente, lo que aumenta la rentabilidad de la inversión pública. Ahora el crecimiento económico reaccionaría mucho más a los impulsos fiscales, lo que "abre una oportunidad sin precedentes para la política fiscal", según el informe.

No obstante, el director general del Servicio de Estudios de Mapfre, Manuel Aguilera, matizó que no todos los países que pongan en marcha políticas fiscales expansivas tendrán los mismos efectos. El nivel de endeudamiento público limita los efectos de la política fiscal porque lo encarece. En todo caso, "la mayor parte de los países desarrollados están adoptando una visión que se aleja de la austeridad y transita a una política fiscal laxa". En este contexto, la administración de Trump proyecta incrementar el gasto público militar y en infraestructuras y su impulso fiscal puede llegar a ser del 2,5% del PIB y aportar 0,35 puntos porcentuales adicionales al crecimiento durante 2017 y 2018. En Japón se espera un impulso fiscal del 1,5% del PIB durante los próximos dos años y en China será de cerca del 1% del PIB. En Europa se cuenta con el Plan Juncker de inversión en infraestructuras y con la proyección adicional de un impulso fiscal del 0,5% del PIB de la zona euro. Sin embargo, ese impulso no será homogéneo; las diferencias en deuda pública entre el centro y la periferia, la heterogeneidad del momento del ciclo económico y la falta de cohesión fiscal limitarán el alcance.

En el caso de España, el servicio de Estudios de Mapfre pronostica que el PIB crecerá este año el 2,4% y el 1,9% en 2018. Espera una desaceleración paulatina de la demanda doméstica, ya que los menores crecimientos de la renta moderarán el consumo y el ahorro hasta niveles anteriores a 2016. A pesar de ello, las vulnerabilidades de la economía española se seguirán corrigiendo: la tasa de paro bajaría este año al 17,1 y al 16% el año que viene y las familias continuarán desapalancándose. Los principales desequilibrios se centrarán en las cuentas públicas, siendo el déficit por cuenta corriente y la deuda pública los principales obstáculos para implementar medidas expansivas.

Aunque no hay expectativas de subidas de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, sí se vislumbran ya los límites de la ampliación de su apoyo monetario. La normalización monetaria europea llegará, según los expertos, a mediados de 2018 previsiblemente, mientras que la Reserva Federal de Estados Unidos realizará dos o tres subidas este año -de entre 50 y 75 puntos básicos- y a un ritmo mayor en 2018 hasta que los tipso alcancen lo que se considera su equilibrio, el 2,75%.

Los principales riesgos mundiales serían el proteccionismo de la administración estadounidense, los problemas soberano-financieros de Europa, la debilidad estructural de los mercados emergentes y las debilidades de los sectores residencial y financiero de China.

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