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Cantabria pierde casi 30.000 de sus trabajadores jóvenes en los últimos 15 años
David Vázquez Mata

Cantabria pierde casi 30.000 de sus trabajadores jóvenes en los últimos 15 años

Los ocupados en la Comunidad de entre 16 y 34 años pasan de 78.300 en 2002 a los actuales 49.600, un desplome del 36,65 por ciento

Jesús Lastra

Santander

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Domingo, 19 de noviembre 2017, 07:47

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El futuro de una sociedad reposa en las generaciones por venir. Una premisa aceptada generalmente pero que pone sobre la mesa que Cantabria, al igual que muchas otras autonomías, tiene un problema grave, principalmente porque la pirámide poblacional autonómica está invirtiendo su forma a pasos agigantados, con una base cada vez más endeble. Una crisis demográfica que se presenta con toda su crudeza en la radiografía actual del mercado laboral, pues solo en 15 años, desde 2002, la región ha perdido casi 30.000 trabajadores jóvenes, más de un tercio de los registrados hace escasamente tres lustros.

En cifras, y tomando como referencia los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) relativos al tercer trimestre de 2017 y facilitados por el Instituto Cántabro de Estadística (Icane), actualmente hay 49.600 ocupados entre 16 y 34 años, por los 78.300 existentes en 2002, una diferencia de 28.700 personas que supone un desplome del 36,65%.

El contrapunto, y más preocupante aún, lo presenta la influencia que los nuevos profesionales tienen en el mundo del trabajo de Cantabria hoy en día. Si al inicio del periodo de análisis suponían un 36,9% del total de ocupados, según la última EPA su proporción ha mermado hasta un raquítico 20,8%. Una caída sin freno especialmente en la última década -en 2006 se tocó techo con un porcentaje del 39,3%- que pese a un ligero repunte en 2015 ha vuelto a acentuarse en los dos últimos ejercicios, con una pérdida de casi cuatro puntos al pasar de un 24,5% al mencionado 20,8.

Con esta desalentadora radiografía, llega el momento de analizar las razones de este fenómeno. La primera, evidente. Hay menos trabajadores jóvenes porque, en general, hay menos jóvenes susceptibles de estar en edad activa. La rebaja, de hecho, es notable al pasar de una población entre 16 y 34 años en 2002 de 151.631 personas a la actual de 103.290, un tijeretazo de 48.340 ciudadanos que alcanza el 31,8%. Todo ello, mientras en paralelo la población en edad de trabajar ha ganado en este tiempo 27.342 potenciales cotizantes al saltar de 464.092 a 491.434.

La clave, a tenor de las cifras del Icane, está en que el mercado laboral envejece, pues los ocupados de 35 o más años han crecido en 55.800 en 15 años, evolucionando de suponer el 63,1% del total al 79,2% actual. Según la EPA, en 2002 había 212.300 ocupados y ahora hay 239.400.

En consecuencia, y más allá de la pérdida poblacional, hay que indagar sobre las causas de esa caída más acusada en la empleabilidad juvenil que viene a ratificar que, a pesar de la preocupación por el envejecimiento progresivo del mercado, este cierra las puertas a las nuevas generaciones.

El presidente de CEOE-Cepyme Cantabria, Lorenzo Vidal de la Peña, inicia su análisis con una pesimista proyección. «Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dentro de 12 años la Comunidad tendrá activa a menos de la mitad de su población en edad de trabajar, un 47%, lo cual supone cerca de un 10% menos con respecto a la tasa existente en 1977. No parece un predicción exagerada si tenemos en cuenta que entre 2008 y 2017 la población activa de Cantabria ha perdido 46.300 jóvenes de entre 16 a 35 años, un 48,28%. Lo más preocupante de esta cifra es que casi 30.000 de ellos son jóvenes que han abandonado el mercado de trabajo en Cantabria, es decir que han dejado la Comunidad para buscar trabajo en otra».

Por ello, el líder de la patronal sostiene que la región «parece despreciar la necesidad de implantar medidas que permitan fijar población joven al territorio tanto como parece ignorar la perentoria necesidad de tejer las redes entre empresas e instituciones que sirvan para atrapar y retener el talento».

Como corolario, Vidal de la Peña lanza una reflexión. «¿De verdad nadie se ha dado cuenta cuando se paran iniciativas de desarrollo industrial perfectamente respetuosas con el entorno que lo que estamos haciendo es invertir en criar y formar trabajadores para otras comunidades autónomas?».

Acceso tardío

La crisis económica y el nuevo paradigma social ha llevado a los jóvenes a nuevas tribulaciones. La generación mejor formada, porque estudia más y durante más años, es la que ha tenido menos oportunidades para demostrar su valía y, sobre todo, que esta capacidad se vea recompensada en la nómina. Con la mochila cargada de títulos académicos, los aspirantes se topan con otro problema: en muchas ocasiones les toca trabajar gratis aceptando becas o periodos de prácticas. Esta formación 'ad hoc' en la empresa no tendría que ser mala de por sí, salvo porque los salarios de entrada tampoco colman las expectativas de los recién llegados, con unas cifras que rondan, o ni alcanzan, los 900 euros.

Los sindicatos ponen el foco en el endeble y crudo panorama cántabro. «Queramos o no, la realidad actual del mercado laboral cántabro habla exclusivamente de muy poco empleo y más precario que nunca. Como suele ocurrir por desgracia cuando nos referimos a los jóvenes, es todavía peor que en edades más avanzadas, por lo que no es de extrañar que nuestros jóvenes se vayan de la región o que solo en 2016 emigraran al extranjero casi 800 jóvenes menores de 35 años, o que el saldo migratorio con otras autonomías en estas edades fuera negativo para Cantabria en más de 300 jóvenes», explica Mariano Carmona, secretario general de UGT.

Las claves

  • 28.700 jóvenes de entre 16 y 34 años ha perdido la población ocupada de Cantabria en los últimos 15 años según la Encuesta de Población Activa (EPA).

  • 20,08% es el porcentaje que hoy en día representan los trabajadores jóvenes de Cantabria sobre el total de población ocupada. En 2002 suponían el 36,9%.

Pero hay más. «El mercado laboral de Cantabria no es atractivo precisamente, y mucho menos para los jóvenes, que en nuestra región tendrían que destinar un 58% de su escaso sueldo actual para acceder a una vivienda, según los últimos datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud, por lo que apenas un 19% de los menores de 30 años cántabros está emancipado del hogar de sus progenitores», recuerda Carmona.

Su homólogo de Comisiones Obreras, Carlos Sánchez, se expresa en la misma línea. «Nuestro mercado laboral no responde a las necesidades laborales, sociales y económicas de la juventud. Nuestro sistema productivo está volcado en la ocupación en el sector servicios, que ofrece pocas salidas laborales, altamente precarias, con una agresiva temporalidad, jornadas parciales y bajos salarios, no ofreciendo trabajos decentes ni opciones de emancipación».

No solo eso. «Esto no hace más que revelar la falta de acierto de las políticas públicas, que no han conseguido redirigir nuestro tejido productivo hacia sectores de mayor valor añadido que generen un marco de calidad y posibilidades de empleo para la juventud cántabra», agrega.

Desde USO Cantabria, su máxima responsable, Mercedes Martínez, apunta igualmente a otra realidad, ahora que el tránsito por el túnel de la crisis ha modificado sensiblemente el paradigma social y, evidentemente, el económico. En nada se parece el paisaje de entrada al actual. «La salida de nuestros jóvenes a otros territorios en busca de ocupación ya no se produce dentro de un contexto singular de crisis. Cantabria cronifica el déficit de oferta laboral a sus jóvenes y se convierte en una región exportadora de mano de obra», arranca.

Martínez igualmente presagia una cruda disyuntiva. «O se produce un cambio en el modelo económico que aporte dinamismo en sectores de futuro como el tecnológico y que renueve el viejo sistema productivo, o nuestra región solo le quedará postrarse y asumir su declive», cierra.

«Es un hecho que nuestra sociedad está envejeciendo»

«Es un hecho que nuestra sociedad está envejeciendo mucho más que otras regiones y que la primera causa de que el número de jóvenes parados haya descendido en 15 años obedece a este hecho demográfico», sostiene el director del Servicio Cántabro de Empleo, José Manuel Callejo.

Sentada esta premisa, Callejo sí observa algún dato positivo. Por ejemplo, atendiendo a las estadísticas disponibles de la Seguridad Social, «tenemos hoy 246 jóvenes menores de 25 años más cotizando que hace cinco años. Eso a pesar de que hace un lustro había 3.695 jóvenes más según el padrón municipal de habitantes».

«El que el porcentaje de los jóvenes ocupados sobre el total haya descendido es una consecuencia del movimiento demográfico que hace que sean más las personas que salen del tramo de edad jóvenes, hacia el tramo adulto de la población, que el número de personas jóvenes que entran en edad laboral. Ese porcentaje cada vez será menor respecto del total porque el envejecimiento de la población también afecta, obviamente, a la población trabajadora».

Aunque el alto cargo precisa que «no me corresponde a mí hablar de la estrategia del Gobierno frente al

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