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Un empujón clave para empezar

La Cámara de Comercio, a través del programa PAEM, ha ayudado a 144 mujeres a crear un negocio

María Ángeles Samperio Martín

Domingo, 25 de diciembre 2016, 07:57

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«Yo soy el amo de mi destino/soy el capitán de mi alma». Las protagonistas de las historias aquí reflejadas han hecho suyo el poema de William Henley y han aplicado su literalidad para empezar una nueva vida sin jefes, hacer realidad un sueño, seguir la tradición emprendedora familiar u ofertar a los clientes algo diferente. Estas inquietudes han movido a cientos de las mujeres a solicitar el apoyo de la Cámara de Comercio de Cantabria, que les ha ayudado en la aventura de hacer realidad su proyecto. Algunas llevan ya más de cuatro años y otras lo acaban de iniciar, pero todas han contando con el apoyo institucional y, sobre todo, con la ayuda de unos técnicos que consideran «cercanos e imprescindibles».

El Programa de Apoyo Empresarial a las Mujeres (PAEM) que lleva a cabo la Cámara de Comercio de Cantabria con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales de Igualdad (a través del Instituto de la Mujer) y que cuenta con el patrocinio de la Sociedad de Desarrollo Regional de Cantabria (Sodercán) se ha convertido en una herramienta muy utilizada y que contribuye a generar buena parte del éxito de los negocios que comienzan las emprendedoras. Este año (hasta el día 13 de diciembre) han asesorado a 550 mujeres y se han creado bajo sus auspicios un total de 144 empresas. Han realizado 41 planes de empresas y gestionado 14 microcréditos.

Isabel Cuesta, vicesecretaria y directora de Formación, Empleo y Creación de Empresas, junto con los técnicos David Ramos y María José Roca, están satisfechos con los resultados de una iniciativa que funciona desde el año 2000 y que en estos últimos años de crisis económica ha sido una válvula de escape para muchas mujeres con ideas emprendedoras. «La mayoría acuden para conocer las ayudas y la manera de gestionar los créditos, pero aquí les insistimos en que lo importante es que la idea tenga viabilidad y desarrollar bien las previsiones y el plan de negocio», indica David. «Y sin olvidar un buen plan de marketing», añade María José.

«Nos han asesorado y ayudado a montar nuestros negocios y, lo que es más importante, nos siguen apoyando y acompañando en nuestro día a día. Nos sentimos arropadas», valoran las empresarias que narraron a El Diario su experiencia con el PAEM. Todas coinciden en dos obstáculos que se interponen siempre en el camino y que han logrado superar gracias al apoyo de sus mentores: «la excesiva burocracia y la dificultosa financiación».

Uno de cada tres proyectos de mujeres que acuden a la Cámara para asesorarse acaban siendo una nueva empresa. Este año, de los 550 proyectos que lo solicitaron, 144 ya están en actividad. La mayoría se inscribe en los sectores de comercio y de actividades profesionales, los ámbitos de negocio más habituales a la hora de emprender una aventura empresarial. En cuanto a la forma de creación de las empresas, 134 son empresarias individuales, 5 de sociedad civil/comunidad de bienes y 5 sociedades limitadas.

Profesionales de 30 a 45 años

De los datos del PAEM se desprende un perfil claro de las mujeres que acuden con sus ideas emprendedoras para valorar si pueden hacerse realidad. El colectivo más numeroso es el de las mujeres de 30 a 45 años (304 de las 550 que acudieron este año) seguido de las menores de 30 y, a corta distancia, de las mayores de 45. En cuanto al nivel de formación de las emprendedoras, destaca el alto grado de cualificación ya que 246 tenían estudios superiores, lo que lleva a considerar el elevado número de negocios centrados en actividades profesionales. 146 contaban con estudios de Formación Profesional, 57 Bachillerato, 69 estudios secundarios y 16 otro tipo de estudios.

La mayoría de las mujeres que han optado por contar con su propia empresa tienen una calificación profesional y una edad en la que ya han vivido otras experiencias laborales. Las opciones de realizar la actividad elegida y de ser sus propias jefas y organizarse el tiempo de trabajo han sido los factores determinantes a la hora del empujón final junto con las ventajas del PAEM y el apoyo de los técnicos.

Desde la Cámara, con la experiencia de los asesoramientos de estos años, se insiste en que las mujeres que tienen ideas no deben tener miedo en acudir al programa ya que se les ayuda en la elaboración del plan de empresa; se proporciona información y asesoramiento para crear y desarrollar el negocio; se tramita la solicitud para el acceso a líneas de financiación y, por supuesto, se ofrece una atención directa y personalizada. Un capítulo clave a la hora de montar una empresa es la financiación y desde la institución se ayuda a preparar el plan de empresa y presentarlo a las líneas de microcréditos sin avales en las entidades financieras con las que la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad ha suscrito convenios de colaboración.

El asesoramiento del PAEM se puede recibir online o de forma presencial, lo que facilita la recepción de información para tomar la decisión de poner en marcha los proyectos con los que muchas mujeres llevan soñando y con el empujón final de esta programa pueden, por fin, hacerse realidad. En los últimos años, el programa ha asesorado en toda España un total de 230.000 mujeres y gracias al programa se han creado 32.000 empresas.

Las emprendedoras

Miriam Boo González trabajaba para una empresa de organización de eventos. Hace dos años nació su hija y decidió que no quería perdérselo. Ahora ha apostado por montar su propia empresa, un tienda online de complementos para caballeros, sobre todo corbatas y pajaritas, aunque también tiene pañuelos, broches y hasta calcetines. Empezó en octubre. «Trabajar en casa tiene su parte buena que es que te organizas tu propia jornada laboral, pero también la mala porque si quiero estar con mi hija tengo que aprovechar cuando está durmiendo», nos cuenta.

Considera su proyecto «muy ilusionante. Es casi como tener otro hijo» y anima a otras mujeres a que intenten, si tienen una idea, desarrollarla desde su casa para compatibilizar la vida laboral y familiar. «Yo lo hago todo, desde los pedidos hasta las redes sociales».

Marina Arruti lleva más de cuatro años con su tienda de lencería en la calle San Francisco, en Santander. «Siempre me había gustado este sector, aposté por él y acudí a la Cámara de Comercio. Me ofrecieron un trato directo, se involucraron muchísimo, me ayudaron en todo. Todo lo hacían más fácil. Todavía ahora están pendientes y me llaman para cursos de formación o algunas informaciones que me son útiles. Estoy muy agradecida», señala.

Para Marina lo peor fue la burocracia y la sensación de que, al final ,no te puedes beneficiar de las ayudas. En su opinión «el comercio en Santander está muy parado, hay gente mayor que no se acerca tanto a las tiendas». Sin embargo, está contenta con su experiencia: «Aposté por buenas marcas que no había en otros comercios. Mi oferta es la calidad y el trato directo con el cliente»

Silvana y Marcela son dos hermanas procedentes de Argentina que llevan ya 15 años en España. Trabajaban en un supermercado y un día decidieron que estaban hartas «de aguantar y de que nos explotaran» y optaron «por ser nuestras propias jefas». Se hicieron con la panadería El Carmen, en la calle San Simón, y emprendieron el negocio con ayuda de las antiguas propietarias.

Llevan seis meses y están encantadas con el apoyo que han recibido de la Cámara, ya que les ha facilitado todo el papeleo y les ha ayudado con el plan de negocio. «Lo peor para nosotras fueron los trámites con el banco, pero al final lo conseguimos y estamos muy contentas». Han seguido con los productos habituales, pero han introducido otros como una tarta salada de jamón y queso, postres de dulces de leche e incluso un chimichurri que elaboran ellas mismas.

Alejandra Martínez Carrera abrió en septiembre una zapatería con diseños especiales y artesanos en la calle Arrabal de Santander. «En mi familia hay tradición emprendedora. Siempre he estado de cara al público, pero con un trabajo administrativo. Y era hora de hacer lo que me gustaba de verdad. Desde joven he customizado los complementos míos, de mis amigas, de mis hijas...», cuenta.

«El mundo del zapato siempre me ha encantado. Tenemos una marca de calzado de mujer con una personalidad arrolladora, 100% piel y realizado artesanalmente en España. Un zapato de horma comodísima, ya nuestro fuerte es el zapato plano». Está satisfecha con la experiencia. «He puesto ilusión y cariño en el proyecto y las clientas están encantadas. Se van con los zapatos puestos y eso una satisfacción tremenda».

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