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Un repartidor de Deliveroo, en las calles de Madrid. Fotos: Virginia Carrasco | Vídeo: Óscar Chamorro

«Mi empresa es mi cuerpo»

Así es el duro día a día de Néstor, uno de los cientos de 'riders' que se desplazan por la ciudad en bicicleta repartiendo comida a domicilio para Deliveroo, una nueva forma de trabajo con más sombras que luces

Sábado, 20 de enero 2018, 07:57

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Llegó de Argentina hace dos años para hacer un master en antropología. Es sociólogo y reparte su tiempo entre su ‘pequeña empresa de reparto a domicilio’ y su tesis doctoral. Le queda poco tiempo libre para otras actividades. Pero su cerveza fría con los compañeros de piso al acabar la jornada no la perdona. Eso y algún que otro debate sobre el estado de la sociedad actual y los patrones de comportamiento que en ella se practican.

Se levanta cada mañana a las nueve, calienta agua y pone su ‘mate’ a punto al tiempo que termina unas tostadas con tomate y queso. Esta será su única gasolina para enfrentarse a las próximas tres horas de intenso pedaleo de las que depende su economía. Él es Néstor, uno de los nuevos 'riders' que han irrumpido en las calles de la ciudad con el reparto de comida a domicilio en sus bicicletas. Un nuevo modo de ganarse la vida, controvertido, en el que no todo son luces.

Tras el desayuno y siempre que el cansancio se lo permite, dedica unas horas al estudio de su tesis doctoral, algo que a pesar de su esfuerzo, a veces cuesta mas de lo que le gustaría. «A veces llego y me quedo en aquí sentado en el sofá sin poder moverme, el desgaste físico es enorme».

Lleva un año trabajando para Deliveroo y todo parecía ir más o menos bien hasta que en junio de 2017 la empresa decidió cambiar los tipos de contrato y por consiguiente las condiciones laborales que tenían hasta ese momento. Lo primero fue reorganizar los sectores de reparto, algo que se tradujo en un mayor área para repartir, por lo tanto más pedaleo y más tiempo por pedido. Lo siguiente fue recibir un mail en el que les explicaban los nuevos tipos de contrato, Trade o trabajador económicamente dependiente (quienes reciban un 75% de sus ingresos de esta empresa y donde se pasa a pagar por pedido a 4,25€ por entrega) y el 'No Trade' que mantiene las condiciones anteriores, en las que se las pagaba por hora (8,50€ /hora independientemente de si haces pedido o no). Pero algunos matices como la prioridad para el reparto de las horas a los 'riders' hace que el nuevo contrato 'Trade' sea la mejor opción a elegir. Algo que les hace tener que confiar plenamente en la empresa, en su flujo de pedidos, en que les vaya muy bien y por supuesto en la fuerza de sus piernas. Además de en la aplicación que reparte el trabajo para que la suerte le acompañe y no le pase pedidos que estén muy distanciados entre si y le haga perder tiempo y por tanto dinero. «Te entregan un paquete y a volar encima de la bicicleta».

Néstor asegura que estas nuevas condiciones «lo que hacen es desestabilizar la ya precaria situación de ingresos mensuales que tenían», por que en este momento nadie le asegura que para el próximo mes vaya a tener la cantidad de dinero que necesita para vivir independientemente de que trabaje lo suficiente, ya que puede trabajar 30 horas semanales y aún así no tener el dinero que necesita porque depende de variables que él no puede controlar.

Deliveroo se relaciona con sus raiders como si fuesen empresas. «Legalmente yo soy un emprendedor dueño de mi pequeña empresa de reparto a domicilio», aunque no es verdad asegura, «yo soy un asalariado no reconocido, dependo totalmente del trabajo y de las horas que me de Deliveroo».

«La mayor parte de los repartidores son inmigrantes y la mayoría, derivado de esa situación con unas necesidades económicas inmediatas que les convierten en un escenario perfecto para la desregulación y la explotación laboral», asegura Néstor.

El negocio funciona, cree pero parece que lo hace a costa de unas condiciones laborales y sociales que van en contra del imaginario de lo que debería ser lo ideal para trabajar.

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