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Carolina de Mónaco saliendo del hotel María Cristina de San Sebastián durante una visita que realizó a la ciudad hace ocho años.
La reina de las princesas cumple hoy 60 años

La reina de las princesas cumple hoy 60 años

Carolina de Mónaco, el gran icono de la generación del ‘baby boom’, mantiene una rivalidad sorda con su cuñada Charlene

Esther Rodrigo

Lunes, 23 de enero 2017, 11:13

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Primogénita de un príncipe y de una de las grandes estrellas de Hollywood, Carolina Louise Marguerite Grimaldi acaparó desde el día de su nacimiento, el 23 de enero de 1957, las portadas de informativos, periódicos y revistas de todo el planeta. La hija de Rainiero III y de Grace Kelly estaba predestinada a ser una gran figura mediática y no se puede decir que haya traicionado el papel que le reservó el destino. Hermosa y elegante, tuvo que acostumbrarse desde muy joven a vivir asediada por las cámaras que la perseguían día y noche. Convertida en el gran icono de la generación del baby boom, fue durante décadas el trofeo más cotizado por los paparazzi.

Todos los acontecimientos que jalonaban su vida eran seguidos casi en directo por una audiencia ávida de conocer hasta el último detalle de su existencia. La muerte en accidente de su madre en 1983 y, sobre todo, la del que sería el gran amor de su vida, Stefano Casiraghi, siete años más tarde, le granjearon la simpatía unánime del gran público, siempre solidario con las víctimas de las tragedias. Su posterior matrimonio con Ernesto de Hannover, poliadicto y marido de una de sus mejores amigas, marcó el inicio de su declive en el mercado de la prensa rosa. Aunque siguió siendo la indiscutible reina de todas las princesas, el acercamiento a una figura tan turbia rebajó su cotización mediática.

Perfil bajo

Carolina dejó hace tiempo a Ernesto aunque no se ha divorciado de él, lo que le permite conservar el título de princesa de Hannover. Desde que regresó a Mónaco mantiene un perfil público bajo, en consonancia con su condición de abuela de tres nietos. Carolina, sin embargo, mantiene una rivalidad sorda con su cuñada Charlene porque piensa que no da la talla a la hora de ejercer de primera dama del Principado. La primogénita de los hermanos Grimaldi maniobra en la sombra para llevar el timón sin que su hermano Alberto, sobre el que tiene un gran ascendiente, se atreva a contradecirle. La princesa rebelde protagoniza una intensa vida cultural y presta todo su apoyo a sus hijos en sus proyectos profesionales y solidarios.

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