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Cuba y la otra revolución del Papa Francisco

Cuba y la otra revolución del Papa Francisco

El deshielo entre Cuba y Estados Unidos pasa por el Vaticano, que busca ampliar las libertades en la isla

pedro ontoso

Sábado, 26 de noviembre 2016, 13:48

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Después de varias décadas de Guerra Fría, Estados Unidos y Cuba han emprendido un histórico deshielo cuyo punto culminante fue la visita oficial de Barack Obama a la isla el pasado marzo y que se verá sometido a una prueba de fuego con el acceso a la Casa Blanca de Donald Trump. Una situación que, en gran manera, ha sido posible gracias a los buenos oficios diplomáticos de la Iglesia y, más recientemente, al impulso del Papa jesuita Francisco. El proceso arrancó mucho antes del inicio de su pontificado, pero resulta evidente que, al ser latinoamericano, Jorge Mario Bergoglio tiene más sensibilidad en esta cuestión. 'No se puede aislar a Cuba' es una premisa del Vaticano, que, al mismo tiempo que clama contra el embargo, presiona para una mayor libertad en la isla. El pontifice argentino, además, habla un lenguaje con mucho acento social, lo que no desentona ante un régimen comunista como el de los Castro. Ese acento se ha mantenido en el intercambio de regalos: el Papa le ofreció una medalla de san Martín de Tours, un oficial romano del siglo IV que compartió su abrigo con un mendigo, mientras que el presidente de Cuba le entregó un cuadro del pintor Kcho, inspirado en los inmigrantes que llegan a Lampedusa. Significativos.

La visita de Raúl Castro al Varicano en mayo del pasado año visualizó esa buena sintonía entre la Santa Sede y el Gobierno cubano. El presidente reconopció la autoridad moral del Papa, como también lo hizo Barack Obama, e incluso realizó una sorprendente declaración de conversión, bromas aparte: "Leo los discursos del Papa todos los días. Si Francisco sigue hablando así volveré a rezar y volveré a la Iglesia católica", señaló, en una figura discursiva que ha sido recogida en todos los titulares del planeta mediático. Hace tiempo que Cuba abandonó aquella máxima marxista de que 'la religión es el opio del pueblo' y abrió las filas del partido único a la presencia de cristianos, muy comprometidos, por cierto, en los escenarios de América Latina frente a las dictaduras y en defensa de los derechos

Los hermanos Castro y la religión

¿Queda un poso cristiano en los hermanos Castro, educados en un colegio jesuita? Sobre la supuesta conversión de Fidel Castro se ha avivado una leyenda, alimentada en 2006 por su hija, cuando cayó gravemente enfermo. "Se ha acercado a la religión. No se si tiene miedo de morir, pero estoy convencida de que hoy está más interesado en la suerte de su alma que en el futuro de Cuba", declaró Alina Fernández, huida en 1993. El comandante fue educado por los jesuitas y en su formación tuvo mucha influencia el religioso leonés Armando Llorente. Luego sería expulsado de la isla en 1961 cuando se agravaron las tensiones entre la jerarquía católica y un régimen que se declaró marxista-leninista. Aquel año fueron expulsados 131 sacerdotes a bordo del buque español 'Covadonga', y luego salieron otros 470. De los 800 curas censados solo quedaron en activo unos 200.

En esa época surgió la leyenda de la excomunión de Fidel Castro, atribuida a Juan XXIII, que habría ratificado el decreto publicado en 1949 por Pío XII. Andrea Tornielli, prestigioso vaticanista de 'La Stampa', calificó la historia como una distorsión montada tras unas declaraciones de monseñor Dino Staffa, un experto canonista. El arzobispo señaló en 1962, en plena ofensiva del régimen de Castro contra la Iglesia, que el líder comunista debía considerarse excomulgado según el Código de Derecho Canónico por su violencia contra los obispos. No habría habido, por tanto, un decreto de excomunión verdadera, sino la consideración de un especialista. Tornielli asegura que hubo presiones para que el Papa Roncalli se pronunciara en público y excomulgara al comandante cubano, pero el pontífice no accedió "para no empeorar la situación".

La Santa Sede y Cuba mantienen relaciones diplomáticas desde el 7 de junio de 1935, aunque desde 1898 había representantes pontificios en la isla. Nunca hubo una ruptura total del diálogo y a partir de 1986, con ocasión del I Encuentro Nacional Eclesial Cubano, la relación tomó otro rumbo. Unos meses antes se publicó el libro 'Fidel y la Religión', que recoge 23 horas de conversación con el fraile brasileño Frei Betto, exponente de la Teología de la Liberación, que también asesoró a Lula en el programa 'Pobreza cero'. Del libro del dominico, al que también se ha referido ahora Raúl Castro, se vendieron más de un millón de ejemplares en todo el mundo. En el texto se hablaba de la revolución cubana como "una obra evangélica".

Etchegaray, un vasco 'apagafuegos'

Uno de los artífices de la recuperación del buen tono a finales de los ochenta fue el cardenal vascofrancés Roger Etchegaray, de Ezpelette, presidente entonces de Justicia y Paz, y acreditado 'apagafuegos' del Vaticano en escenarios difíciles. En 1991 el Partido Comunista cubano aprobó la entrada de católicos en sus filas. El punto culminante de este acercamiento se produjo en noviembre de 1996 con el histórico mano a mano en el Vaticano en el primer encuentro entre Juan Pablo II y Fidel Castro. El Papa polaco, muy combativo contra el marxismo, realizó un histórico viaje a La Habana en 1998, el primero de un Papa a Cuba, en el que pronunció su famoso mensaje "que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba".

Luego ha habido un goteo de gestos que han ido fortaleciendo unas relaciones cada vez más distendidas. En 2010 se inició el proceso que culminó con la excarcelación de presos políticos del llamado Grupo de los 75, una iniciativa acompañada por España de la mano del ministro de Exteriores de entonces, Miguel Ángel Moratinos. En 2012 Benedicto XVI se convertía en el segundo Papa que viajaba Cuba, donde defendió una ampliación de las libertades, reclamó más espacios para la Iglesia y criticó el bloqueo de EE UU. El Gobierno cubano restituyó las festividades de Navidad y Viernes Santo, que las había eliminado del calendario.

Una figura clave en el proceso ha sido el cardenal Jaime Ortega, que ha actuado con habilidad para mantener abierto el diálogo sin dejar a un lado la firmeza democrática. Así lo ha reconocido el presidente francés, el socialista Francois Hollande, que se reunió con el arzobispo el pasado lunes en La Habana para imponerle la Legión de Honor. Y es que, en realidad, la Iglesia ha jugado un papel político de primer orden. El cardenal y el inquilino del Elíseo abogan por el levantamiento del embargo, vigente desde 1962, y esperan que Obama salve los obstáculos parlamentarios para darle carpetazo. Sobre los derechos humanos, Hollande ha sido más prudente, aunque supone todo un avance que el propio Raúl Castro, reconociera durante su visita al Vaticano los "errores" del régimen en este campo.

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