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Un artista callejero pinta un retrato de Donald Trump.
Apocalipsis Trump

Apocalipsis Trump

Las declaraciones del nuevo presidente de Estados Unidos anuncian el fin de la geoestrategia tal y como la conocemos. Armas nucleares, yihadismo, China, Rusia, cambio climático... todo puede cambiar

ÓSCAR B. DE OTÁLORA

Viernes, 20 de enero 2017, 08:22

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Cuando el presidente Donald Trump tome posesión de su cargo el mundo retendrá la respiración. Las declaraciones que el multimillonario realizó durante la campaña electoral y sus 'tuits' han dibujado una panorama geostratégico que rompe el 'statu quo' en el que se ha movido la diplomacia y el equilibrio mundial en los últimos años. Si se cumplen, el cambio que se avecina puede ser radical en el fondo pero también en las formas. En este último capítulo hasta el propio Gobierno chino un pueblo acostumbrado al ritual y el ceremonial,se vio obligado a preguntar por medio de su agencia estatal si lo de Trump y Twitter iba en serio. Estos son algunos de los cambios que se asoman en el horizonte mundial.

Rusia

La relación con Rusia es uno de las grandes mutaciones que parecen inminentes. Trump llega al poder con la sospecha que su campaña se vio favorecida por hackers rusos y su gabinete está formado por personas como el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, un general con relaciones con los jerarcas rusos. La última declaración del magnate norteamericano con respecto al presidente Putin no ha podido ser más elogiosa. «Sus pensamientos son correctos. Espero que ambos seamos capaces de cumplir con sus pensamientos (de amistad) y que no tengamos que viajar por un camino alternativo». Una de las últimas declaraciones de Obama antes de dejar la Casa Blanca fue recordarle a Putin que Rusia no es un país amigo. «No está en nuestro equipo», indicó. Después de todo, Rusia mantiene conflictos abiertos en numerosos frentes con Estados Unidos. Desde Ucrania hasta Siria, ambos países tienen intereses divergentes pero esta hostilidad podría cambiar si Trump no cambia su posición.

China

Probablemente no hay país más preocupado por la nueva presidencia americana que China. En un momento en el que su economía hasta a punto de la recesión y en el que la tensión en la zona se mantiene en alerta naranja por la locura norcoreana, Trump está entrando en la región como un elefante en una cacharrería. El multimillonario ha dicho de todo sobre China. Les ha acusado de «violar la economía estadounidense» con sus exportaciones baratas, de manipular el comercio internacional con devaluaciones de la moneda y le ha declarado su «enemigo». El Gobierno chino ha reaccionado con una encendida defensa del libre comercio -paradójica en un país comunista- y ha alertado de que una guerra comercial no beneficiaría a nadie.

OTAN

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es uno de los blancos de Donald Trump, cuyo pensamiento político le sitúa en los sectores más aislacionistas del partido republicano. Durante la campaña electoral realizó una de las declaraciones más preocupantes para esta organización multilateral. Trump aseguró que no se sentía concernido por los tratados que obligan a la defensa mutua en caso de ataque a un país afiliado y utilizó una clave económica para verse libre de ese pacto. «Hay muchos países de la OTAN que no pagan sus facturas», declaró. Durante siete décadas, desde el presidente Eisenhower, ningún presidente de Estados Unidos se había atrevido a poner en entredicho el papel de esta organización.

Armas nucleares

En una cuestión clave y vinculada al futuro de la OTAN, el armamento nuclear, Trump sorprendió a todo el mundo anunciando -en un 'tuit, eso sí-, su intención de reforzar y expandir enormemente su capacidad nuclear «hasta que el mundo entre en razón respecto a las armas nucleares». El presidente no explicó cuál es el alcance de esa referencia «entrar en razón» pero unos días después se preguntó durante un debate público: «¿No sería bueno que Japón tuviera un arma nuclear?». Todas las alarmas se encendieron con una referencia a las bombas nucleares en Asia, que tiraría por tierra décadas de tratados de no proliferación nuclear y que supone acumular armas de destrucción masiva en una zona del planeta en la que el dictador coreano King Jon Un se encuentra en plena escalada atómica.

Irán

Directamente relacionado con la cuestión anterior se encuentra el problema de la principal potencia persa del planeta. En junio de 2015 Irán y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo por el que se ponía fin a las sanciones económicas contra el régimen de Bagdad a cambio de que se paralizase el programa nuclear iraní. Para Trump, aquel pacto fue «un desastre» que puede llevar al mundo «a un holocausto nuclear». El presidente ha anunciado que pretende desmantelar el acuerdo pero sus pretensiones se enfrentan al condicionante de que, además, de EE UU, el texto lleva la firma de Francia, Reino Unido, China...y sus amigos rusos, los aliados estratégicos de Irán.

Estado Islámico

En este área, Trump ha mostrado su vertiente más radical. Realizó unas insinuaciones sobre la posibilidad de utilizar la tortura en las operaciones antiterroristas y se mostró partidario de impedir la entrada de musulmanes en Estados Unidos. Con respecto a la guerra de Siria -el mayor avispero mundial en estos momentos y una fuente de inestabilidad global- su solución fue sencilla. «Voy a hacer que los países del Golfo Pérsico nos den mucho dinero y, con él, vamos a ayudar a construir zonas seguras en Siria para que la gente pueda tener oportunidades». En este terreno surgen una de las paradojas de Trump -los 'trumpismos'-. Parece estar dispuesto a apoyar a Al Assad, dictador que cuenta con el respaldo de Irán, país al que sin embargo el presidente quiere volver a aislar. Una jugada que en diplomacia cuesta entender. Además, sobre los países del Golfo Pérsico -enfrentados a Irán- pesa la sospecha de haber financiado al Estado Islámico, por lo que es muy poco verosímil que vayan a ayudar a un socio del régimen de Teherán. Las palabras del presidente conducen al laberinto.

Israel

Para culminar de complicar el embrollo de la política de Trump en Oriente Medio, el presidente se ha comprometido a acabar con la política que puso en marcha Obama de retirar apoyos a Israel. El máximo mandatario de Estados Unidos se ha rodeado de halcones proisraelíes que tienen como objetivo volver a recuperar la relación privilegiada entre Washington y Tel Aviv. Cuando el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó el poner fin a los asentamientos judíos gracias a la abstención de Obama, Trump ya anunció que iba a acabar con esa política. «La ONU tiene un gran potencial, pero ahora es sólo un grupo de amigos que se reúne, habla y pasa un buen rato».

'Brexit'

Trump es uno de los presidente mundiales que más ha apostado por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Mientras que Obama apoyó la permanencia, el magnate consideró que el 'Brexit' fue «fabuloso». El multimillonario ha apoyado a los movimientos antieuropeistas como el francés de Le Pen o el Ukip de Farage y sus principal asesor, Steve Bannon, tiene entre sus obsesiones el respaldar de Estados Unidos a estos movimientos de extrema derecha. Con respecto a Merkel, el principal contrapeso europeo a estos movimientos, Trump ha mostrado un doble lenguaje. Aunque en ocasiones le ha alabado, también le acusó recientemente de haber cometido «un gran error» con la política de acogida a inmigrantes, el área más delicada de la presidenta alemana.

México

El país azteca es una de las obsesiones de Donald Trump. No sólo ha amenazado con hacerles pagar un muro que impida la entrada de emigrantes latinos en Estados Unidos sino que ha puesto en marcha una política de castigos fiscales a las empresas estadounidenses que se trasladen a suelo mexicano. El alcance a la economía latinoamericano de estas medidas es incalculable. Por ejemplo, solo en automoción, el flujo económico que se paralizaría sería de 118.000 millones de dólares.

Cambio climático

Trump no ha podido ser más pedagógico. El nuevo responsable de política medioambiental en Estados Unidos es un exfiscal de Oklahoma que no cree en el cambio climático y que, desde su antiguo puesto, se dedicó a paralizar todas las iniciativas de Barack Obama contra el calentameinto global. El presidente pertenece a los círculos negacionistas, que consideran que el cambio climático no existe, e incluso ha afirmado que se trata de un invento de China para perjudicar la economía estadounidense a partir de las limitaciones a las emisiones de CO2. Incluso la NASA le pidió durante la campaña que revise los datos objetivos antes de realizar estas declaraciones.

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