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Tom Perez, director del Comité Nacional Demócrata. Justin Lane (Efe)
Los demócratas demandan a Trump, Rusia y WikiLeaks por interferencia electoral

El Partido Demócrata demanda a la campaña de Trump por conspirar con Rusia y Wikileaks

La acusación es el robo de información

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York

Viernes, 20 de abril 2018, 18:17

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La investigación de la trama rusa no va a desaparecer, ni despidiendo a Robert Mueller. El Partido Demócrata elevó a los tribunales federales el caso que investiga desde mayo un fiscal especial y antes el FBI. La formación por la que Hillary Clinton se presentó a las elecciones acusa a la campaña de Donald Trump de haber conspirado con el gobierno ruso y Wikileaks para inclinar la balanza electoral.

El «asalto a la democracia» que planeaban Rusia y sus agentes habrían encontrado en el candidato sin escrúpulos que hoy es presidente «un socio dispuesto y activo», le acusa el presidente del Partido Tom Perez en un comunicado. La demanda multimillonaria abrirá un nuevo frente de testimonios y documentos que la formación pretende que se dirima a la luz del público en un juicio con jurado, a diferencia de la investigación a puerta cerrada que se ha llevado a cabo en el Congreso o la que aún dirige el fiscal especial Robert Mueller. Los abogados de Trump intentarán convencer al juez que se le asigne al caso, presentado en Nueva York, de que desestime el caso. Nueva York tiene, por otro lado, algunas de las leyes más duras contra ciberespionaje.

La demanda civil repite el modelo de la que presentó el partido en 1972 contra el comité de reelección de Richard Nixon por un millón de dólares por los daños y perjuicios derivados de irrumpir en la sede del Partido Demócrata con fines de espionaje, en lo que dio origen al Watergate. Al igual que entonces, se acusa a la campaña de Trump de haber robado información, solo que ahora ya no son documentos físicos, sino informáticos, y los ladrones que entraron de noche son piratas que interceptaron los correos electrónicos del jefe de campaña y altos cargos del partido.

La demanda no cita a Donald Trump, pero sí a una larga lista de personajes cercanos entre los que se hallan su yerno, Jared Kushner, su amigo y asesor Roger Stone, que tuvo contactos con Julian Assange, el que le sucediese más tarde como jefe de campaña Paul Manafort, y su adjunto, Rick Gates. Estos dos últimos ya han sido acusados por el fiscal especial en los tribunales por lavado de dinero, fraude y evasión fiscal. Gates está cooperando con Mueller. Manafort resiste y se ha declarado no culpable. Varios de los testigos involucrados en esa investigación se han quejado de haber tenido que desembolsar cifras astronómicas en abogados para protegerse legalmente de las consecuencias que puedan tener las indagaciones de Mueller. De hecho, el propio abogado de Trump se ha visto atrapado en las redes por temas financieros ajenos a la trama rusa que el fiscal especial ha derivado al Departamento de Justicia. Trump es radioactivo, quienquiera que se haya relacionado con él o sus negocios en los últimos años corre ahora peligro de acabar ante la justicia.

Los estándares son más bajos. En esta demanda civil no hace falta probar que hubo «colusión» con Moscú, basta demostrar «conspiración». Para eso el Partido de Obama retrocede hasta los años 80, alegando que Moscú pagó en esas fechas viajes de Trump a Rusia, cuando empezaba a cortejarlo para convertirlo en un caballo de Troya. El momento clave de esa conspiración llega en 2016, cuando el hijo mayor de Trump recibe a los oligarcas rusos en la Torre Trump para que le cuenten «los trapos sucios de Hillary», como ha reconocido él mismo. Y, aún peor, cuando Stone alerta en televisión que habrá «sorpresa de octubre», después de haber intercambiado correspondencia con el pirata Guciffer 2.0 que está detrás del ataque cibernético. El exasesor de Trump también llegó a reunirse en secreto con Assange en la embajada ecuatoriana de Londres. «Lo que me extraña es que hayan tardado tanto en poner esta demanda», suspiró el analista legal de NBC Nick Akerman.

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