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Marinescu posa en Bucarest.
Esos rumanos que osaron decir 'no' a la corrupción

Esos rumanos que osaron decir 'no' a la corrupción

«No conocíamos a nadie que hubiera denunciado, era territorio desconocido», recuerda Serban Marinescu

Isabelle WESSELINGH (AFP)

Miércoles, 22 de febrero 2017, 02:38

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El arquitecto rumano Serban Marinescu nunca se imaginó que combatiría la corrupción tan de cerca. Hasta el día en el que un alcalde le reclamó un porcentaje sobre la ganancia de su trabajo y él lo denunció. El policía Marian Godina se negó a obedecer a sus superiores cuando le pidieron que retirara la multa de tráfico impuesta a un amigo de una política local. Denunció el caso en Facebook, provocando la dimisión de la responsable y precipitando la jubilación del jefe de la policía de Brasov (centro).

La historia de Serban y de Marian es la de dos rumanos entre muchos que no soportan la corrupción que gangrena el país. Señal de este despertar cívico, cientos de miles de personas se manifestaron desde finales de enero para oponerse a un intento del gobierno socialdemócrata de aligerar la legislación anticorrupción. Una movilización nunca vista desde la caída del comunismo en 1989.

"La sociedad rumana ha alcanzado un punto de saturación ante la corrupción y se moviliza muy pronto en cuanto emerge un caso", afirma Marian Godina, de 30 años. Cuenta con más de 500.000 amigos en Facebook. Para él, la nueva generación se liberó de la idea "quédate donde estás, cállate, no podrás hacer nada", tan extendida bajo la dictadura comunista.

La jefa de la fiscalía anticorrupción, Laura Kovesi, lo atribuye a un "cambio de mentalidad". Casi el 90 % de las investigaciones se han abierto a partir de demandas de funcionarios o de particulares. Serban Marinescu, de 37 años, es uno de ellos. En 2012, este padre de dos niños ganó con otros colegas un concurso internacional de arquitectura para remodelar la plaza central de Ramnicu Valcea (centro), pero cuando llegó la hora de cobrar el alcalde Emilian Frâncu les propuso "ir a tomar un café".

¿Qué se puede hacer? ¿Aceptar el pago de una "comisión" como te aconsejan muchos por miedo al poder de las redes políticas o denunciarlo? "Las dos variantes nos daban miedo. No conocíamos a nadie que hubiera denunciado, era territorio desconocido", recuerda Serban. Pero dio un paso al frente.

Uno de sus colegas, al que el fiscal dotó de una cámara y un micrófono ocultos, se reunió con el alcalde en un hotel de Bucarest. El edil le entregó un folio en el que estipulaba que quería el 10 % de sus honorarios. "Era humillante. Se sentía como un señor dominando a sus vasallos en sus tierras", afirma Serban.

En la cita siguiente, el alcalde fue detenido en flagrante delito. Lo condenaron a cuatro meses de cárcel condicionales. "Un día después de su condena, volvió a su puesto de alcalde. Era absurdo", recuerda Serban. Después de un recurso de la dirección nacional anticorrupción, Emilian Frâncu fue condenado a prisión firme y encarcelado.

Tanto el arquitecto como el policía están convencidos de que el profesionalismo de las instituciones de lucha contra la corrupción creadas con el apoyo de la Unión Europea al comienzo de los años 2000 ha sido crucial para atreverse a decir que no. Marian recuerda la época en la que el jefe llamaba a los policías al despacho para obligarles a disculparse ante políticos a los que habían sancionado.

Un ex jefe de gobierno, ministros y miles de altos cargos han sido condenados a penas de cárcel por corrupción en los últimos cinco años. "La justicia puede tratar a aquellos con puestos de responsabilidad como a los demás", todo un progreso, considera Laura Stefan, del centro de reflexión Expert Forum.

El año 2015 encarnó el cambio: el incendio de una discoteca causó 64 muertos en Bucarest. El establecimiento incumplía las normas de seguridad. Miles de rumanos se manifestaron para denunciar la corrupción de las autoridades y consiguieron tumbar al gobierno. "Por primera vez lo que parecía un cliché, 'la corrupción mata', se hacía realidad (...)", estima Elena Calistru, de la oenegé Funky Citizens.

Esta oenegé ha creado páginas web para verificar los gastos públicos o denunciar sobornos, además de formar a los jóvenes y asesorar a los reveladores de secretos. Pero -matiza Serban- lo más difícil es el rural, donde los barones controlan toda la economía.

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