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La Puerta del Perdón queda abierta para "un millón de peregrinos"

La Puerta del Perdón queda abierta para "un millón de peregrinos"

Cerca de 3.000 personas asistieron en Liébana al evento inaugurado por el cardenal y arzobispo de Madrid, Carlos Osoro,y con el que el Gobierno confía en batir un récord turístico

Gonzalo Sellers

Domingo, 23 de abril 2017, 11:04

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Once años ha esperado Cantabria para que el martillo de plata volviera a golpear tres veces la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio. Más de una década después de aquel Año Santo el de 2006 que puso a Liébana en el escaparate religioso y turístico internacional, el cardenal y arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, este domingo, cruzó de nuevo un dintel con quince siglos de historia ante la atenta mirada de los 3.000 fieles y peregrinos que atestaron los aledaños de uno de los cinco lugares santos de la cristiandad, junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca (Murcia). Un evento que supera las fronteras de lo religioso y que el Gobierno de Cantabria espera convertir en una marca turística mundial. El objetivo del "millón de peregrinos", en un año en el que además se abrirá el Centro Botín de Santander, es un récord que ven factible desde el Ejecutivo, como dejó patente Miguel Ángel Revilla, primer presidente de Cantabria que repite Año Santo y que en la inauguración del Año Jubilar estuvo acompañado por el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, como representante del Gobierno de Mariano Rajoy.

El repicar de las campanas avisó este 23 de abril a todo el valle del comienzo de los actos. La procesión con el estandarte de la Cofradía de la Santísima Cruz avanzó por los escasos cien metros que separan el claustro de la Puerta. Un estrecho pasillo flanqueado por el muro del Monasterio y por cientos de incondicionales y curiosos que, desde primera hora de la mañana, aguantaron hasta cinco horas bajo el sol para ganarse la indulgencia plenaria y poder besar el pedazo de la cruz de Cristo más grande que se conserva. Como María Jesús Arroyo, una madrileña que llegó el domingo a Potes acompañada por su marido para asistir al acto. Se emociona sólo con hablar de Liébana. "Hace diez años no pudimos venir, pero hemos estado más veces en Cantabria y no queríamos faltar. Hay pocos lugares santos e impresiona mucho este fervor", dice con la voz entrecortada.

Martillo en bandeja

A pocos metros de María Jesús atravesó la comitiva con Osoro al frente y escoltado por el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, y los arzobispos de Valladolid y León, Ricardo Blázquez y Jesús Sanz. Con el báculo en una mano y la mitra protegiéndolo del sol, el cántabro Osoro llegó hasta la Puerta y leyó la bula papal concedida por Pablo VI en 1966. "Míranos aquí reunidos, queremos entrar por la Puerta del Perdón, señor, la que conduce a la vida, y que merezcamos entrar también en el templo de tu gloria", leyó el cardenal antes de encarar el momento más simbólico del acto.

Osoro cogió entonces el martillo de plata que Javier Lombaña, presidente de la Cofradía de la Santísima Cruz, portaba en una bandeja, y dio tres golpes secos en la puerta de madera. Tres impactos que hicieron callar a los miles de fieles que llenaban la explanada, a los que todavía subían por la recién estrenada senda peatonal desde Potes, a los que buscaban la sombra y a los que combatían el sol con agua y pañuelos sobre la cabeza. Incluso, a los dos centenares de ganaderos que se acercaron hasta donde les dejaron los guardias civiles montados a caballo para protestar por la crisis que vive el sector y las últimas polémicas decisiones del Gobierno regional por la brucelosis y los ataques de los lobos. También ellos se quedaron en silencio durante esos apenas tres segundos en los que los martillazos retumbaron en Camaleño.

Cuando el cerrojo crujió y la Puerta se abrió por primera vez en la última década, Osoro se arrodilló ante ella. "Esto significa mucho para mí, Santo Toribio es una parte muy importante de mi vida que explica muchas cosas de mi existencia y de mi manera de ser. Es un regalo poder estar aquí, en la tierra en la que nací", explicó Osoro, que durante los veinte años que ejerció como vicario general subió todos los meses a este santuario. Además, en el último Año Santo, siendo ya arzobispo de Oviedo y administrador apostólico de Santander en sede vacante, fue el encargado de cerrar la puerta santa.

Ese breve momento de recogimiento solo fue roto por el aplauso de la gente, ansiosa por el comienzo de la primera misa del peregrino que se repetirá todos los días a la misma hora durante el próximo año y por besar el Lignum Crucis tras la ceremonia, en un claustro abarrotado durante horas.

Tras el paso de Osoro y del resto de miembros de la curia, entraron Revilla y De la Serna como máximas autoridades civiles. "Esto era muy desconocido, es uno de los grandes lugares santos de la cristiandad. Es incomparable geográficamente hablando, gracias a su combinación del clima y del paisaje. Me han dicho que me quedo corto en las alabanzasen televisión. Esto es único en el mundo. Si lo tuvieran en Estados Unidos sería objeto de culto permanente", señaló un Revilla eufórico en sus previsiones para todo el año. "Liébana seguro que se conoce mucho más ahora que hace diez años. Para el balance del Año Jubilar solo vale un dato: cuánta gente ha venido. Más allá de patrocinios y de si hay un director u otro", dijo en alusión a la tumultuosa semana vivida en la Sociedad Año Jubilar, con la dimisión de su director, Israel Marcos. Precisamente, allí se encontraba ayer el que será su sustituto: el editor y naturalista Manuel Bahíllo.

Ante la mayor repercusión nacional con la que contó el acto de 2006, con la asistencia de la entonces ministra de Cultura, Carmen Calvo, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, el presidente de Cantabria volvió a recordar que los Reyes visitarán Liébana antes del 1 de julio. Y bromeó sobre los que deberían quedarse sin la indulgencia plenaria aunque cruzasen por la puerta santa: Rodrigo Rato y Miguel Blesa. "Son una pareja de prepotentes y si no devuelven lo que han robado, nada".

De la Serna, sin embargo, prefirió centrarse en la repercusión turística y económica que puede suponer este evento para Cantabria, unido a la apertura del Centro Botín el próximo mes de junio y la celebración en Santander de la Copa del Mundo de Vela. El ministro desveló que el crecimiento de Aena en el primer trimestre de 2017 fue de más del 7%. "Estamos batiendo récord sobre récord históricos a nivel nacional y, además, la generación de empleo tiene un ritmo mayor de lo esperado. Cantabria tiene razones suficientes para no quedarse fuera del ritmo de crecimiento y que venga mucha gente", señaló el exalcalde de Santander.

Un peregrino profesional

Entre esos cientos de miles de peregrinos que el Gobierno espera que lleguen a la región este año se encuentra Marcelino Lobato, un riojano de 65 años, extrabajador del sector del automóvil y profesional del Camino de Santiago desde que lo hizo por primera vez hace medio siglo. Marcelino, caracterizado como un peregrino de postal de los pies a la cabeza, aguantó el sol fuera del templo hasta que terminó la misa. El día antes ya había estado en el Monasterio para entregar un trozo de madera de la casa de Santo Domingo de la Calzada a cambio de una cruz de Santo Toribio. "La última que me falta", dijo, tras recordar sus viajes por todos los lugares santos y a la espera de empezar a rodar una serie sobre el Camino con el canal británico BBC. "Es una droga para mí. Ya estuve aquí en el año 2006", recordó.

Además del calor, las elecciones francesas, el partido del Racing y el clásico Madrid-Barça, uno de los principales temas de conversación en los aledaños del Monasterio mientras dentro proseguía la misa y una pantalla gigante mostraba imágenes del interior fue el importante dispositivo de seguridad desplegado en todo el recorrido entre Potes y Santo Toribio. Agentes de la Guardia Civil con armamento pesado y a caballo vigilaron todos los accesos a la explanada y procedieron al registro de los bolsos y mochilas, tanto para entrar a los autobuses como para acceder a la plaza.El despliegue llamó la atención de los asistentes. "Hace diez años no había ni la mitad de policía", recordaron Charo Lamadrid y Estela Roiz, dos vecinas de Cosgaya y Potes que ya suman "cinco o seis" años santos. "Antes no era tan masivo, era más familiar, pero el espíritu lebaniego sigue igual", aseguraron.

Coro Vaticano

La actuación del Coro Filármonico Vaticano, que ya el día anterior se había familiarizado con el recinto, fue uno de las grandes atractivos de la misa. Allí, en las primeras filas también se sentaron el delegado del Gobierno, Samuel Ruiz; la vicepresidenta del Gobierno, Eva Díaz Tezanos, y los consejeros Ramón Ruiz, Francisco Martín, José María Mazón y Rafael de la Sierra. Estos dos últimos salieron a primera hora de la mañana de Potes para subir andado los tres kilómetros hasta el Monasterio. Incluso, acudió el exconsejero e ideólogo del anterior Año Santo, Javier Marcano: "Éste es el punto de partida, la bandera de salida de un año que va a venir lleno de buenas noticias para Cantabria".

Una esperanza que comparte con el actual consejero de Turismo: "Esto es una puerta que se abre a muchas cosas. Nuestro reto es hacerlo conocido. Que durante 365 días haga de altavoz para que este rincón de esta maravilla de valle sea un destino de turismo permanente. Que se peregrine aquí aunque no sea Año Jubilar. Mi idea es que quien vaya por el Camino del Norte se desvíe por Santo Toribio y continúe por el Camino Francés del interior hasta Santiago", explicó Martín. Será dentro de seis años, el 16 de abril de 2023, cuando se vuelva a abrir la Puerta y un buen momento para analizar si Santo Toribio ya forma parte intrínseca del Camino de Santiago.

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