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"Los dos niños estaban abrazados y su madre les tendía la mano"

"Los dos niños estaban abrazados y su madre les tendía la mano"

La magnitud de la tragedia, en la que murió un joven matrimonio dedicado a la venta ambulante y sus hijos de 2 y 3 años, sobrecogió a los bomberos y policías que participaron en el operativo

ahinoa de las heras| ERLANTZ GUDE

Sábado, 27 de mayo 2017, 09:13

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Apenas le faltaban noventa minutos para poner fin a una guardia de 24 horas al frente de los dos parque municipales de Bilbao cuando a Vicente Cerrato le notificaron el incendio desatado en la madrugada de ayer en un edificio de madera de Zorroza, en el que fallecieron cuatro personas: una joven pareja y sus hijos de 2 y 3 años.

Los 17 efectivos a su mando partieron de inmediato desde la central del cuerpo en Miribilla hasta la degradada zona de La Landa, donde se ubica el inmueble siniestrado, que se halla fuera de ordenación y cuyo derribo estaba previsto para dentro de unos meses. El panorama que encontraron al llegar fue desolador: un bloque de viviendas pasto de las llamas, «muchas» ambulancias y vehículos policiales, y una tensión extrema. Al entrar se toparon de bruces con el peor escenario imaginable, con una imagen que difícilmente se les borrará jamás: «El matrimonio había fallecido. Ella estaba en avanzado estado de carbonización, y también los niños, que estaban abrazados. Su madre les tendía la mano», posiblemente en un desesperado gesto para protegerles del fuego que acabó con sus vidas.

Las víctimas son el matrimonio formado por Joaquín Jiménez Pinto, de 23 años, y su esposa Rocío Jiménez Jiménez, de 20; y sus hijos César, de 2 años, y Jenny, de 3. La familia fue sorprendida por las llamas, cuyo origen aún se desconoce, en la buhardilla del edificio en el que vivía, junto a los padres de él, en el número 7 de la calle Barinaga.

Joaquín, natural de Zorroza, y Rocío, nacida en la localidad asturiana de Avilés, «adoraban a sus pequeños». Se dedicaban a la venta ambulante y eran muy apreciados en el barrio, al que la tragedia ha sumido en un profundo dolor. Aunque aún está por determinar la causa de su muerte, todos los indicios apuntan a una inhalación de humo. «Nadie muere quemado, salvo si está encerrado. Se hace lo necesario por encontrar una salida», explica Cerrato.

"Quedaron atrapados"

¿Podrían haberse salvado? «En situaciones de ese tipo puede bastar con encerrarse en una habitación y abrir la ventana. Probablemente quedaron atrapados», explica a EL CORREO el bombero que encabezó el operativo. Él y sus hombres se vieron sometidos a una prueba de máximo riesgo, con peligro real para sus vidas, ya que, al estar el edificio construido en madera, podía colpasar en cualquier momento. La precaria situación del inmueble provocó que no pudieran efectuar grandes descargas de agua para no disparar la amenaza de derrumbe.

Aún impactado por la voracidad y las consecuencias del incendio, Cerrato describía los pormenores de la operación en la tarde de ayer. Pese a la extenuante jornada, la «adrenalina» acumulada le había impedido pegar ojo. En casi 25 años como bombero ha vivido fuegos de mayor dimensión, pero nunca con tantas víctimas. «Incendios como este se producen cada 25 o 30 años en una ciudad del temaño de Bilbao», indica.

Varios efectivos accedieron al bajo y la primera planta para contener las llamas. Pero las víctimas estaban en la vivienda superior, una modesta buhardilla. Para acceder a esta planta quebraron con agua las tejas del edificio. Al entrar en la casa, los bomberos encontraron una imagen dantesca. El matrimonio residente en la buhardilla había fallecido. Rocío y sus dos pequeños estaban en avanzado estado de carbonización. Los niños, César y Jenny, estaban abrazados. «Su madre les tendía la mano», explica Cerrato, aún conmocionado por la escena.

Algunos de los vecinos del inmueble, incluidos varios menores, habían saltado por las ventanas al declararse el fuego -en torno a las seis de la mañana- y salvaron así sus vidas de forma milagrosa. Varios de ellos lo hicieron con las ropas ardiendo. Una veintena de personas resultaron heridas por graves quemaduras, inhalación de humos, rotura de piernas y brazos, y otros traumatismos producidos al lanzarse al vacío para evitar una muerte segura entre las llamas.

Los dos veteranos ertzainas de la comisaría de Bilbao que llegaron en primer lugar al edificio siniestrado intentaron acceder a él, pero «la planta de abajo estaba impracticable. Entrar en humo negro es morir». Uno de ellos trepó hasta el primer piso y rompió la ventana. Una bocanada de humo le frenó. Los policías optaron por buscar otra entrada por detrás. Allí «estaban todos caídos», recuerda el agente.

Ese fue el escenario que presenciaron los bomberos, que localizaron con vida en el piso a un niño de 11 años, conocido como el 'Lolo', que tuvo más fortuna que el matrimonio y sus dos hijos fallecidos en la buhardilla. «Fue un milagro. Se había refugiado en un rincón, probablemente uno de los recovecos que forma el techo al estar abuhardillado», apuntó Cerrato. El menor fue rescatado a través de una escala.

Los heridos fueron trasladados a los hospitales de Cruces, Basurto y San Eloy, donde permanecen ingresados siete de ellos; dos, en estado grave.

La casa había sido apuntalada

La Asociación de Vecinos de Zorroza recordó que «desde hace veinte años» ha alertado al Ayuntamiento de Bilbao del «peligroso» estado del inmueble siniestrado y de otros de La Landa. «Es una edificación de madera, que no reunía las mínimas condiciones de seguridad ni habitabilidad. Veíamos que podía pasar algo y que hasta que no pasara una tragedia no se iba a actuar», señaló Txetxu Rojo, portavoz de la entidad.

«El Ayuntamiento está trabajando en esta zona. Para derribar una vivienda tiene que estar declarada en ruina», explicó el alcalde, Juan María Aburto, que siguió las tareas de extinción 'in situ'. El regidor recordó que el pasado diciembre se tiró abajo el bloque contiguo y que el Consistorio aprovechó para «apuntalar» la casa incendiada y renovar la instalación eléctrica, y como muestra señaló el cuadro eléctrico nuevo.

El inmueble iba a ser derribado «en un futuro cercano», informaron portavoces municipales. El Ayuntamiento tiene proyectado sobre la zona de Punta Zorroza un ambicioso plan de regeneración urbanística de esta degradada área. El edificio situado en el número 7 de la calle Barinaga «iba a ser el primero» de la zona en ser derruido en apenas unos meses. De hecho, ya se habían iniciado «los trabajos previos para iniciar a expropiación».

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