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Carles Puigdemont. Efe

Puigdemont evita desvelar sus cartas y alimenta el temor de una ruptura inminente

A las 6 de la tarde el president hablará en el Parlament ante una máxima expectación | Colau se suma a las presiones para evitar una declaración de independencia que la CUP y la ANC dan ya por hecha

Paula De las Heras

Barcelona

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Martes, 10 de octubre 2017, 07:57

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El goteo de empresas que siguen abandonando Cataluña como sede social; la directa intervención del Cercle d'Economía, Juan José Brugera, que el sábado trató de convencer a Carles Puigdemont de que renuncie a la declaración unilateral de independencia; la manifestación a favor del a unidad de España que el domingo rebosó la Vía Laietana de Barcelona, y, anoche, a contrarreloj, el discurso institucional de la alcaldesa de esa ciudad, Ada Colau, como un grito desesperado contra una decisión irreversible. La presión es máxima, pero todo apunta a que no servirá para que el presidente de la Generalitat dé marcha atrás y vuelva a la legalidad.

Algunos, entre ellos el PSC, quisieron ver la semana pasada en la renuncia a convocar para este lunes el pleno suspendido por el Tribunal Constitucional un gesto de que, al menos, se lo estaba pensando. Lo mismo ocurrió el domingo por la noche cuando, después de haber estado promocionando durante todo el fin de semana una entrevista en la que el jefe del Gobierno autonómico se ratificaba en la intención de aplicar el artículo 4 de la ley del referéndum, TV3 optó por no emitir ese polémico pasaje.

Los movimientos secesionistas, sin embargo, lo tienen claro y no parecen dispuestos a permitir que Puigdemont -que por otro lado ya ha demostrado ser un dirigente atípico, libre de las ataduras éticas que comprometen a otros responsables institucionales- de su brazo a torcer. La CUP, ANC y los Comités de Defensa del Referendum avisaron hoy de que no esperan nada distinto de la ruptura definitiva con España y el nacimiento de la República de Cataluña, sin cesiones ni concesiones.

Es más, las asociaciones independentistas llamaron a la manifestación en los alrededores del Parlament, donde a partir de las seis de la tarde de mañana está prevista la comparecencia del jefe del Ejecutivo catalán. Y la ANC lo hizo dando por hecho que habrá motivos para la celebración. Tan es así que montará dos pantallas gigantes para que los asistentes puedan seguir lo que ocurra en el interior de la cámara.

La incertidumbre es máxima, incluso para buena de Junts pel Sí y, por supuesto, del PDeCAT, el partido de Puigdemont. Todavía hoy, uno de sus dirigentes, el eurodiputado Ramon Tremosa, trató de calmar las aguas dibujando un escenario similar al que se planteó en Eslovenia en 1991: una declaración de independencia puesta luego en suspenso para negociar un referéndum acordado.

Lo cierto es que a medida que pasaban las horas -y pese a las llamadas a la cautela del expresidente catalán Artur Mas, el exconsejero de Economía, Andreu Mas-Colell o el actual consejero de Empresa, Santi Vila en los días previos- la sensación entre las fuerzas políticas y cargos públicos de Cataluña era que Puigdemont mantiene su rumbo inalterable.

Eso explica la decisión del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Barcelona de pedir a la Policía Nacional que se ponga al frente de la seguridad del edificio en que está su sede, hasta ahora responsabilidad exclusiva de los Mossos d'Esquadra. Una declaración de independencia podría supone la activción de la Ley de Transitoriedad y Fundacional de la República que prevé, entre otras cosas, que el Tribunal Superior pase a convertirse en el Tribunal Supremo de Cataluña.

Sin aval

El temor a la ruptura efectiva también está detrás de la intervención 'in extremis' de la alcaldesa de Barcelona. Con un discurso amable hacia el presidente de la Generalitat y muy duro con Mariano Rajoy, Ada Colau compareció en torno a las siete de la tarde para pedir que se eviten decisiones que puedan «dinamitar la posibilidad de diálogo y mediación». Al jefe del Ejecutivo le exigió que no aplique el artículo 155 de la Constitución y retire ya a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado de Cataluña. Al gobernante autonómico que ponga freno a una declaración unilateral de la independencia que, dijo, no está «avalada» por la consulta del 1 de octubre.

La también líder de Barcelona En Comú trató de usar el más persuasivo de los tonos, sin ocultar su nerviosismo ante una situación que ha tensionado a la sociedad que gobierna. «Entiendo que es usted un hombre de principios, que se ha presentado con un programa y que tiene unos compromisos con sus votantes, lo entiendo bien -dijo a Puigdemont-. Soy consciente también de que el principal responsable del bloqueo actual ha sido y sigue siendo el inmovilismo del Gobierno español, pero estamos ante un momento excepcional, hay que pensar en el conjunto del país y no precipitarse; no nos podemos permitir poner en peligro ni la cohesión social ni las instituciones catalanas». En horas se sabrá si tanta presión ha hecho mínima mella en Puigdemont.

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