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Los zamarrones dan color a Polaciones

Los zamarrones dan color a Polaciones

Pedro Crespo de Lara pidió ser considerado un purriego más tras ser distinguido en el carnaval de ayer

Teodoro San José

Domingo, 5 de marzo 2017, 07:59

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El valle de Polaciones tiene, desde ayer, un vecino más. Un vecino que, aunque nacido en Cabezón de la Sal hace más de ochenta años, se ha convertido en un purriego después de que fuera investido como Zamarrón de Honor a las puertas de la ermita de Nuestra Señora de la Luz, en la localidad de Pejanda, donde se celebró uno de los actos del Carnaval de los Zamarrones de Polaciones. Una vez que Pedro Crespo de Lara, abogado, escritor y periodista, fuera tocado con el sombrero típico de los zamarrones y el palo de avellano, pidió a los presentes y a las autoridades locales que a partir de entonces se le llamara purriego. De este modo, Crespo de Lara agradecía la distinción y el reconocimiento que recibía por, sobre todo, su amor por este valle, del que es asiduo visitante desde hace más de medio siglo.

La mascarada de Polaciones es una secular fiesta de origen remoto que fue recuperada felizmente hace veinte años por la Asociación Socio-Cultural Pejanda. Se celebró ayer ante la curiosa mirada y acompañamiento de centenares de visitantes que, en su mayoría, remontaron el valle del Nansa para presenciar luego algunas de las nueve representaciones que los integrantes de la Asociación y participantes celebran durante toda la jornada.

Los zamarrones visitan cada uno de los pueblos y barrios de Polaciones porque, "aunque en algunos de ellos sean pocos sus habitantes, queremos que esta fiesta siga viva en todo el valle", señalaba uno de los integrantes de la asociación cuando relataba las representaciones que se hicieron ayer durante la mascarada: Cotillos el pueblo habitado sitiado a mayor altitud de Cantabria, Salcedo, Santa Eulalia, San Mamés, Pejanda, Tresabuela, Lombraña, Puente Pumar y La Laguna. "Se trata de un carnaval de raigambre popular que confiamos, junto a otras mascaradas de la región, que el Gobierno complete el expediente para que sea declarada bien de interés cultural". Por añadidura, los integrantes de la Asociación de Pejanda señalan que este carnaval de Polaciones "es algo más que una tradición".

En cada uno de aquellos barrios y localidades estuvieron los zamarrones blancos y los zamarrones negros escenificando sus comparsas. Precedidos y acompañados de tambores se mueven y hacen cabriolas ayudados por la vara de avellano o zamárgano que portan cada uno de ellos. Los tiznados zamarrones negros visten con ropas viejas y también con vestimentas relacionadas con los personajes que intervienen en las trovas o comparsas que representan (por ejemplo, autoridades, obreros... en la inauguración de un monumento). Los zamarrones blancos, que representan el bien, portan un gorro floreado y van vestidos con un espectacular traje en el que predomina lo blanco, con corbata y cintas de colores y botas negras. Ylas mozas que les acompañan y participan van vestidas con ropaje típico de finales del siglo XIX.

De fondo se escuchan los tambores que anuncian la llegada de los zamarrones. Uno de ellos grita: "Silencio, que principiamos". Y empiezan. A partir de ahí, cánticos y recitaciones, ocurrencia tras ocurrencia sobre temas locales, sociales y de actualidad. Y, así, pueblo tras otro.

Amediodía tocó Pejanda. Allí escenificaron el nombramiento de Crespo de Lara como zamarrón de honor. Le entregaron la distinción y le impusieron el gorro de zamarrón blanco y la vara que, como la del resto, tiene en la punta el denominado zamargán, un trozo de piel de cordero con el que los zamarrones, una vez mojado en agua o barro, realizan el sabaneo un ritual más de esta mascarada que las mujeres reciben con alborozo. Fue allí donde Crespo de Lara, que fuera fundador y secretario general de la Asociación de Editores de Diarios Españoles hasta 2000, se reconoció un enamorado del valle de Polaciones y donde, ante la alegría de los lugareños, pidió que en adelante se le considerase un purriego más.

La fiesta continuó por la tarde y concluyó de noche en La Laguna. Con una cena para reponer fuerzas para las comparsas y asistentes y visitantes. Una cena peculiar, elaborada con los daos, las viandas que van recibiendo los zamarrones en cada pueblo que recorren.

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