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Unos niños jugando al fútbol.
Deporte infantil, ¿diversión o competición?
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Deporte infantil, ¿diversión o competición?

«Son perfectamente compatibles» y no hay por qué elegir entre una u otra porque se compite para aprender, crecer y mantener un cierto grado de diversión

Javier Varela

Domingo, 26 de febrero 2017, 00:50

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Que el deporte es bueno para los niños todo el mundo lo sabe, pero para muchos padres siempre surge la duda entre si debe ser diversión o competición. "Lo importante es que haya un equilibrio, especialmente en el caso del deporte en edades tempranas", señala José Luis Sordo Montes, psicólogo especializado en deporte. La competición puede constituir un medio valiosísimo para la educación y el crecimiento de los niños y niñas, pero para ello es necesario que no se convierta en una fuente de estrés o malestar. "En estas edades, divertirse debe ser una de las máximas a tener en cuenta tanto por padres como por entrenadores. Y competir les aporta una experiencia y un aprendizaje de valor incalculable: disciplina, constancia, compromiso, responsabilidad, autonomía... Lo importante es que más allá de aprender este tipo de valores o hábitos, los viven", añade Sordo. La cuestión es, ¿orientar la competición hacia la victoria o hacia la diversión y el aprendizaje? En los más pequeños, hay que apostar por lo segundo.

En todo ello el papel de los padres es vital. "Muchos entrenadores se quejan de la actitud de los padres que esperan y desean que su hijo sea un figura en el deporte que realiza y por tanto esa exigencia influye negativamente tanto en el desempeño deportivo del niño como en el equipo", comenta Lola Garrido, psicóloga y especialista en Coaching Deportivo que forma parte del equipo docente del Instituto de Estudios Deportivos -IESPORT. Los padres pueden constituir un importante apoyo si aceptan a su hijo tal y como es y le reconocen sus logros, disfrutando tanto de la competición como de los avances del niño.

Pero esta situación provoca un debate en los formadores, entrenadores y monitores de los más pequeños. ¿Se puede elegir entre competir y divertir? "Son perfectamente compatibles, y de hecho es fundamental conseguir que así sea. Competir para aprender y crecer. Y mantener un cierto grado de diversión, para no abandonar y que la competición sea una fuente de satisfacción y no al contrario", señala José Luis Sordo Montes.

En estas edades la figura del responsable de los niños es fundamental. "El entrenador es quien diseña y dirige las sesiones de entrenamiento de los pequeños y quien después los dirige en el campo, cancha, tatami... Es muy importante que sepa adaptar su trabajo al tipo de deportistas que tiene delante, que diseñe los ejercicios pensando en ellos y, aunque parezca una tontería, no aspire a ser con ellos un Guardiola o un Pablo Laso. Son niños. Y aunque esto parezca evidente, a veces parece que no nos damos cuenta. Hay que fomentar la variedad, el juego, la diversión...", añade el psicólogo especializado en deporte.

Los niños son auténticas esponjas en constante aprendizaje de lo que ven y el entrenador "debe ser una buena influencia". "Ser entrenador en categorías inferiores es una (bonita y muy importante) responsabilidad y es muy importante que sea un modelo a seguir, un ejemplo a nivel deportivo y personal, por lo que debe cuidar mucho su forma de hablar y de comportarse", indica Sordo Montes. El míster debe "reforzar las buenas acciones y no los resultados porque es una etapa de formación y hacerlo bien o mal determinará el futuro de cada chico". "Detalles como hacer que la sesión sea dinámica para que no estén mucho tiempo quietos y aburridos, conseguir que todos participen y tengan las mismas oportunidades sin considerar quienes son mejores o peores... son fundamentales", recalca.

El papel de los padres

Lola Garrido afirma que hay que partir de una óptima pedagogía del éxito y del fracaso con la que se aborda la competición marcando una clara diferencia entre el deporte profesional y el de los niños y jóvenes "donde los padres deben y pueden fomentar un clima de diversión, de reconocimiento, de realismo sin exigencia". Por ello, en la relación entre el padre, niño y entrenador, el respeto debe ser mutuo. "El papel de los padres debe ser de colaboración con el entrenador y el club y no deben inmiscuirse en las decisiones técnicas o tácticas que son competencia del entrenador", asegura Sordo Montes. "Los padres deben respetar la figura de autoridad de quien dirige a los pequeños y valorar la importancia que nuestro hijo le da a la victoria o la derrota y aprender a gestionarlas adecuadamente, tratando de aportar equilibrio, sin hacer juicios de valor innecesarios y sin ser un foco de estrés adicional", añade.

Por ello, es mejor exigir esfuerzos y actitudes positivas que exigir resultados a los pequeños, porque estos son algo que no depende del deportista, sino de sus acciones concretas. "Si hace lo correcto con la intensidad y exigencia adecuadas, será más probable que obtenga buenos resultados, pero lo importante es reforzar las cosas bien hechas", señala el psicólogo especializado en deporte. Si durante una competición un jugador realiza una buena acción que termina con una pérdida de balón o un fallo, "hay que reforzar positivamente esa acción". "Si penalizamos un mal resultado tras una buena acción, ¿qué conseguimos? Que esa misma acción pueda no volver a repetirse o se haga con menos frecuencia, de manera más insegura", añade. Aspectos como la creatividad, el atrevimiento y la seguridad en los pequeños deportistas se potencian reforzando buenas acciones y actitudes, independientemente del resultado.

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