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Una ejemplo de construcción de la aldea de Shirakawa. Javier Bragado
Gifu, carne y aguas de impacto

Gifu, carne y aguas de impacto

El cruce de caminos de samuráis combina atractivos gastronómicos, un vistoso teatro amateur y una aldea de cuento

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Jueves, 23 de noviembre 2017, 11:34

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Los habitaules viajes a Japón suelen escoger a Tokio y Kioto como lugares esenciales. Eso permite una opción para conocer una de los zonas con más atractivos de la isla de Honsu porque la prefectura de Gifu está situada en el centro de la ruta. De hecho, siempre lo estuvo, porque durante varias centurias supuso un cruce de samuráis en un lugar que hoy alberga varios puntos de paso atractivos para todo tipo de turistas.

El lugar más llamativo para los ojos del visitante suele ser la aldea de Shirakawa (Shirakawa-go), un sitio declarado Patrimonio Mundial porque entre los Alpes Japoneses y los campos de arroz se reparten sus particulares casas de madera con un aire de cuento. Para evitar los inconvenientes de las grandes nevadas de la zona, los edificios se construyen con un tejado muy inclinado del bautizado estilo gassho-zukuri (el nombre se debe a la similitud de la forma con la que las manos se ponen para orar). Algunas de esas viviendas en las que han convivido generaciones se han restaurado para los que turistas puedan conocer su distribución e incluso ascender hasta el cuarto piso en el que normalmente se criaban gusanos de seda. Las imágenes nocturnas del pueblecito con sus tejados teñidos de blanco invernal son algunas de las instantáneas más preciadas por los amantes de la fotografía.

Diversos lugares de la aldea de Shirakawa. Javier Bragado
Imagen principal - Diversos lugares de la aldea de Shirakawa.
Imagen secundaria 1 - Diversos lugares de la aldea de Shirakawa.
Imagen secundaria 2 - Diversos lugares de la aldea de Shirakawa.

El segundo punto que más suele atraer a los vistantes, según la Oficina de Turismo de Japón, es la ciudad de Takayama. Es un lugar recomendado para probar la increíble carne de Hida (gyu), una comida que puede competir con la de Kobe en el paladar gracias a una excelente textura y sabor que se conservan sin necesidad de cocinar demasiado. La ternera veteada se deshace en la boca y se recuerda en la mente. También las bodegas de sake (sakaguras) de la zona son famosas. Además, la población conserva un casco antiguo con varias calles con las casas bajas de la época Edo y mercados con auténtico ambiente nipón (a pesar del creciente turismo). Sus festivales en abril y en octubre permiten contemplar sus mejores carrozas en desfiles que atraviesan sus puentes de madera de un lugar a otro de la ciudad.

No obstante, lo que da mayor fama a la región de Gifu son sus aguas cristalinas. Procedentes de sus numerosas montañas, la limpieza de sus aguas se debe también la cuidado de sus moradores, ya que los japoneses acostumbran a tener impolutas sus calles y no es menos cierto en sus lugares naturales. En este sentido, es llamativa Hida Furukawa, donde un riachuelo interior con carpas recorre la ciudad que se ha hecho popular gracias a la película 'Your name' (Kimi no Na wa). Por supuesto, las aguas termales se reparten por toda la región para compartir el tradicional baño nipón y el senderismo por las montañas es una opción complementaria que permitirá disfrutar de los paisajes en una zona de Japón en la que la prisa de las metrópolis se desvanece.

Los interesados en la cultura japonesa podrán disfrutar también del especial teatro amateur, una actividad venerada y cuidada en la zona. Los actores suelen ir con vistosos ropajes e interactuar con el público en las obras de Ji-kabuki. Además, también pueden acercarse la ciudad de Gujo para un festival de danza (13 de agosto) al que todo el mundo está invitado y que dura toda la noche (tetsuya-odori) o acudir a Seki para observar la forja de espadas que se ha mantenido durante más de siete siglos en la localidad de Seki.

Los curiosos tendrán en el Parque Yoro del sur de Gifu una parada obligada: el lugar del destino reversible. Los artistas Shusaku Arakawa y Madeline Gins diseñaron un parque descoloca cualquier noción de perspectiva y equilibro. Los amantes de la historia podrán parar en Sekigahara, el punto en el que 160.00 samuráis lucharon por le control del reino en el año 1600. Se recuerdan los lugares de los campamentos militares con banderas y monumentos y se pueden visitar los campos de la batalla con más guerreros de la larga historia de Japón. Magome-juku (Nakasendo) destaca porque en un pequeño poblado se suceden las calles adoquinadas, los enrejados y las casas de té. Se trata de la ciudad que unía Edo (Tokio) y Kioto desde el siglo XVII al XIX. Actualmente, ha sido restaurada para embellecer aquel cruce de samuráis.

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