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Momento en el que Juan Carlos y Marcelino, dos vecinos de Carasa, sueltan la Gata Negra. Roberto Ruiz

La ‘Gata Negra’ fue más multitudinaria que nunca por las críticas de los animalistas

Miles de personas se dieron cita ayer en la localidad de Carasa para asistir a la fiesta, que transcurrió sin incidentes

Abel Verano

Santander

Miércoles, 16 de agosto 2017

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Los vecinos de la localidad de Carasa (Junta de Voto) están de enhorabuena por dos razones. La primera, y más importante para ellos, porque ayer pudieron celebrar sin problemas la 540 edición de la ‘La Gata Negra’ (Fiesta de Interés Turístico Regional) pese a las críticas de los colectivos animalistas. Y la segunda, porque, tras ser liberada del transportín en el que viajaba, ‘Negra’ (nombre de la gata), se dirigió hacia la mies, lo que antaño era presagio de fertilidad en los campos y buenas cosechas.

Ni las 145.000 firmas recogidas en change.org por la plataforma Acción para el Respeto Animal (ARA) pidiendo que se sustituyera el gato por un peluche o una persona disfrazada, ni las denuncias de otros colectivos animalistas, impidieron que la fiesta se celebrara ayer.

Eso sí, todo el ritual fue supervisado con lupa. De ello se encargaron dos agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), que comprobaron que tanto la gata como el poni que tiraba del carro en el que fue transportado el felino estuvieran en regla;es decir, con su correspondiente chip y su cartilla sanitaria.

«Carasa era y sigue siendo una sociedad protectora de animales», proclamaron los vecinos

De forma paralela, el veterinario de Voto, Jesús María Castillo, se encargo de certificar que la gata, de dos años de edad, estaba en perfectas condiciones para participar en el festejo. También supervisó al felino una vez finalizado el evento para corroborar que no había sufrido ningún daño. Esa información será remitida a la Consejería de Sanidad, que ayer trasladó su «preocupación» a la Junta Vecinal de Carasa por las oposición de los colectivos animalistas a que se soltara al felino.

Roberto Ruiz

Tras estas comprobaciones, la fiesta comenzó con el tradicional desfile –amenizado con la música de los piteros– que partió desde el barrio de Rioseco, donde cientos de jóvenes, algunos disfrazados de gatos, arroparon a la comitiva, que estuvo encabezada por el alcalde de Voto, José Luis Trueba, y la alcaldesa pedánea de Carasa, Sheila Pérez. Junto a ellos estuvieron presentes el director general de Administración Local, Pedro García Carmona, el diputado del PP, Iñigo Fernández, y concejales del PP de Laredo y del PRC de Colindres, entre otros. Todos ellos, junto a las miles de personas que se congregaron en la plaza de la localidad –muchos más que en ediciones anteriores– entonaron en varias ocasiones el ¡Viva la Gata Negra!, como muestra de su apoyo a una celebración centenaria.

El hecho de que no hubiera presencia de integrantes de los colectivos animalistas que se oponían a la fiesta, al menos identificados en grupos, presagiaba que la celebración iba a transcurrir con normalidad, como así fue finalmente. Como dato anecdótico, los agentes de la Guardia Civil presentes tuvieron que intervenir ante un cruce de palabras entre dos mujeres que estaban en contra de la celebración y otros vecinos que estaban a favor.

Roberto Ruiz

Un poni en lugar del burro

Los vecinos que cada año se encargan de relatar los sucesos ocurridos en el pueblo y los «pensamientos y confesiones de la Gata», quisieron agradecer a todos los asistentes su presencia y «apoyo a la fiesta». «Nos dicen que el burro sufre estrés, y por eso este año Marcelino», el encargado se soltar la gata «le ha dejado en casa y le hemos sustituido por un poni que está más preparado», apuntó Lolo Ribero, al tiempo que quiso dejar claro que «Carasa era y sigue siendo una sociedad protectora de animales».

«Soltamos a la gata porque es un símbolo de libertad. La gata salvó al pueblo del hambre y la miseria». Tras las intervenciones, Marcelino soltó la gata, que se dirigió rauda y veloz hacia la mies.

Roberto Ruiz

Rechazo de Equo

En un comunicado, Equo volvió a insistir este miércoles en que se modifique el rito para evitar la presencia de animales que pueden sufrir en la fiesta. «Que algo sea costumbre no es necesariamente bueno. Que algo ocurra desde hace cientos de años, no legitima su existencia», insiste este partido que puso las primeras denuncias ante las Adnministraciones. Pide una regulación más acorde con los tiempos que proteja realmente los animales y cree que «hay tradiciones que merecen desaparecer por no ser necesarias y por ser una forma de maltrato animal». «El pueblo de Carasa no merece ser conocido como el pueblo donde se maltrata un animal y desde Equo Cantabria les animamos a sustituir ese festejo por otro más atractivo y en el que no sea objeto de abuso un ser vivo», insisten.

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