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Sandra García se muestra abatida en la ventana que utilizaron los cacos para entrar en su peluquería. Nacho Cavia
Roban más de 4.000 euros de una peluquería de San Felices

Roban más de 4.000 euros de una peluquería de San Felices

Los ladrones habían entrado antes en las oficinas de una compañía de autobuses y en otra peluquería

Nacho Cavia

Santander

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Lunes, 30 de octubre 2017, 18:25

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Una peluquería de San Felices de Buelna ha sido la última en sufrir la visita de los ladrones en el valle de Buelna. Un robo que se ha saldado con la sustracción de más de 4.000 euros, una televisión, un ordenador portátil, varios secadores de pelo, además de otros objetos de un establecimiento que abrirá sus puertas este martes. El suceso, que ha dejado en shock a la propietaria, Sandra García Marcano, se registró en la madrugada del sábado al domingo. Todo apunta a que las mismas personas cruzaron la carretera en dirercción a Tarriba tras haber robado con antelación en los almacenes de una compañía de autobuses, en este último caso parece que escaso dinero en metálico. En la misma tanda, los cacos entraron en otra peluquería que lleva tiempo cerrada y vacía.

Este pasado domingo, al mediodía, Sandra García pasaba por las cercanías de su peluquería cuando vio que los cristales de la ventana del aseo estaban rotos. Con preocupación, abrió la puerta del establcimiento y comprobó que alguien había accedido tras romper el doble acristalamiento lo suficiente para meter la mano y abrir la ventana con la manecilla.

Lo primero que comprobó Sandra fue que la caja registradora estaba abierta y vacía. En su interior había más de 4.000 euros que había reservado para hacer pagos y preparar la campaña de Navidad con un nuevo escaparate de productos de belleza. También habían desaparecido secadores de pelo, una televisión y su portátil. "Me vine abajo y entré en shock", reconocía ayer lunes, recordando lo sucedido mientras hacía limpieza prepararlo para reabrir sus puertas el martes.

Lo más sorprendente fue la parsimonia del robo. Por lo que parece, a los autores les dio tiempo a inspeccionar el resto de salas e incluso comerse unos dulces que había en el establecimiento. No se dejaron ver cerca del escaparate que da a la calle principal, porque de allí no falta nada.

Algunos vecinos reconocieron haber oído un "estruendo" pero lo achacaron a que a alguno de los habitantes del inmueble se le había caído una cristalería en el interior de su piso.

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