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Quince investigadores integran el equipo que desarrolla este mes en la cueva de El Pendo los trabajos de campo.

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Quince investigadores integran el equipo que desarrolla este mes en la cueva de El Pendo los trabajos de campo. Roberto Ruiz

El Pendo, una biblioteca de la historia de la humanidad

Un grupo de investigadores está trabajando de nuevo en el yacimiento de la cueva de Camargo para entender la evolución del ser humano

María Causo

Camargo

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Miércoles, 13 de junio 2018, 18:00

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Hace 121 años, el pintor postimpresionista Paul Gauguin creó el cuadro '¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos?'. Toda una alegoría de la vida que buscaba soluciones al enigma sobre el origen del ser humano. A día de hoy, no se ha encontrado respuesta. Por eso, para conocer más la evolución de nuestra raza, un grupo de investigadores, mayoritariamente cántabros, ha comenzado la semana pasada una nueva campaña de excavación en la cueva de El Pendo, en Escobedo de Camargo, que se extenderá a lo largo de todo el mes de junio. Este proyecto de investigación en la cavidad, iniciado hace tres años, busca respestas sobre la evolución del ser humano. Concretamente, en esta campaña se estudiarán las formas de vida del Homo Sapiens durante el Paleolítico superior, y la del Homo Nenderthalensis en el Paleolítico medio.

La campaña arqueológica cuenta con 15 voluntarios estudiantes de arqueología de distintas universidades de España y está dirigida por Edgard Camarós, Marián Cueto y Pablo Arias, tres investigadores que forman parte del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) de la Universidad de Cantabria. Los integrantes de la investigación se dividen en tres grupos: los excavadores, encargados de buscar los restos arqueológicos en el yacimiento; los lavadores, que hacen un primer lavado y selección de las piezas; y el laboratorio de campo, ubicado en la Bodega El Pendo, que separa los restos y los envía a la universidad para su posterior análisis.

El yacimiento de El Pendo estuvo ocupado desde hace 85.000 años hastala Edad de Bronce

Los tres directores del proyecto coinciden en que la Cueva de El Pendo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se ha constituido como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Prehistoria a nivel internacional. Es un hábitat ocupado durante de miles de años, desde hace unos 85.000 años hasta la Edad del Bronce. Por ello, tiene las claves para explicar cómo vivían nuestros antepasados y cómo han evolucionado con el paso del tiempo.

De la amplia extensión de la cavidad, los científicos han elegido la zona de las antiguas excavaciones de Santa Olalla. Edgar Camarós expone que este área de la cavidad tiene unos «niveles impresionantes de que datan de hace 50.000 años». «Estos estratos arqueológicos son algo excepcional en Cantabria. Estamos abriendo un área de excavación en la que se ven distintos niveles de combustión, cenizas y carbones, lo que indica que aquí se hicieron muchas hogueras», explica el arqueólogo.

El segundo día de trabajo se ha recuperado un bastón perforado del periodo Magdaleniense

De hecho, el suelo de la cueva está 'organizado 'en forma de una especie de biblioteca de la historia de la humanidad. La excavación permite ver perfectamente la secuencia estratigráfica, esto es, deja a la vista los distintos niveles de suelo que pisaron nuestros antepasados con información de hace 12.000 años en las capas superiores que habitó el Homo Sapiens y de hasta 85.000 en las inferiores que pisó el hombre Neandertal. Para Pablo Arias, lo que les interesa es «ver esa transición y conocer el arte mueble, que son los objetos ornamentales que iban más allá de la mera subsistencia».

Por el momento no les ha ido el mal. Y es que la cueva es tan excepcional y rica que el grupo de investigación ha obtenido grandes hallazgos casi desde el inicio. Un ejemplo es el hecho de que, al segundo día de excavación, encontraron un bastón perforado de época Magdaleniense, es decir, de hace unos 16.000 años. Se trata de una pieza arqueológica excepcional en asta de ciervo decorada, que refleja el apogeo artístico de las sociedades humanas al final del Paleolítico.

Ocupación «intensa»

Hasta el momento, lo que demuestran los niveles arqueológicos de la excavación es que hubo una ocupación neandertal «muy intensa y durante mucho tiempo». Ese periodo tan extenso permite la recuperación de restos de utensilios, tallas de huesos y restos de comida como huesos de caballos, ciervos e, incluso, rinocerontes. Los arqueólogos recogen incluso restos de tierra porque, según Marián Cueto, «puede esconder huesos muy pequeños de micromamíferos que nos podrían ayudar a entender otros aspectos de la época, como el clima». «Hay varios niveles de control porque todo lo que encontramos nos da algo de información sobre cómo vivía esta gente en el pasado y cómo era su ecología». Y es que lo que sí dejan claro los investigadores es que, hasta el más pequeño e insignificante resto arqueológico puede suponer una pista para entender en qué contexto se vivía hace 50.000 años.

La cueva tiene una capa estéril que demuestra que Sapiens y Neandertalesno convivieron aquí

Otra excepcionalidad de la investigación es la prueba de que entre los niveles neandertales y del Paleolítico superior, entre el hombre Neanderthal y Sapiens, existe una capa estéril, lo que indica que en esta cueva no han convivido y no se han solapado en el tiempo ambas especies. «Hay un momento neandertal, un momento de abandono y otro de sapiens», explica Camarós.

Proyecto de futuro

A mitad de campaña, los investigadores ya piensan en los objetivos para el próximo año. «En 2019 excavaremos otra parte de la cueva, la zona de donde lo hizo Carballo, para intentar entender el origen del pensamiento simbólico y la capacidad de los humanos de expresarse a través de símbolos». Para ello, la cavidad camarguesa es un «sitio clave porque tiene la mayor colección de arte mueble de toda la Península Ibérica y de las mejores del mundo». Aún así, Arias destaca que «los restos de arte mueble excepcionales de El Pendo no interesan por el objeto en sí, sino por cómo reflejan ese comportamiento». «Estamos excavando en un contexto arqueológico para entender qué lleva al comportamiento humano a desarrollar cuestiones simbólicas que nada tienen que ver con herramientas de subsistencia básica».

Ante tanta incógnita, toca seguir buscando respuestas.

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