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Santander
Viernes, 30 de marzo 2018
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«Es importante que metidos en nuestro papel no hagamos ningún comentario fuera de la Pasión. No podemos hablar con nadie. Al público olvidarle, no existe. Solo la gran familia de la Pasión Viviente. Gracias y pasarlo bien». Eran las palabras del coordinador general de la Pasión Viviente, Chechu Arozamena, que daba paso a la 'acción' en la Iglesia de Santa María a las diez de esta mañana.
A partir de ese momento se retrocedió en el tiempo, dos milenios hacia atrás, todos se metieron en su papel, concentrados en sus personajes, y comenzó la 34 Pasión Viviente en la que participan cerca de 700 personas. En cuanto a los papeles, los actores repiten normalmente cada dos años excepto María, el Cristo o Juan, que cambian siempre de un año para otro.
El origen de esta fiesta se remonta a 1984, cuando el sacerdote Luis Campuzano, conocido como el padre ‘Sandalio’, reunió a un grupo de amigos en un campamento de verano que dirigía para poner en marcha esta iniciativa que se escenificó por primera vez en 1985.
El tiempo ha respetado el Viernes Santo. Castro amaneció con cielos oscuros, pero como bien vaticinó José Luis Arteche, director territorial de Aemet en Cantabria, el tiempo fue mejorando a medida que avanzaba la mañana.
Ha dado comienzo una nueva edición de @PasionViviente de #CastroUrdiales y nuestro operativo especial está en marcha compuesto por recursos de todas las entidades englobadas en @EmergCastro
— Emergencias Castro (@EmergCastro) 30 de marzo de 2018
Si nos necesitas nuestros recursos están desplegados en todo el recorrido. pic.twitter.com/kvxzizuZeS
En la explanada de Santa María, se celebró la primera de las escenas de la Pasión: la última cena. El narrador comienza la historia y los personajes toman protagonismo. «Marco Livio Druso ha llegado desde Roma...», «Estás hecho todo un miembro del Senado de Roma», «Fuerza y honor», «Lo pasaremos bien. ¡Por Marte!», «Esta noche nos correremos una buena juerga. Jerusalén entera está de fiesta», «Me hablan de un profeta, ¿quién es ese tal Jesús?»... Y apareció el castreño Fran Álvarez, de 22 años, en el papel de Jesús. Ya lo advirtió: «Los latigazos no me preocupan».
Jesús Fran Álvarez Santos.
María Yolanda Santos Martos
Juan Álex Izurieta Pérez.
Caifas Carlos Calvo.
Anás José Antonio Román.
Judas Jesús Martín.
Pedro Lumi Díaz Cantera.
Pilatos Carlos Celeiro.
Claudia María del Puy García.
Barrabás Luis Carlos García.
Verónica Claudia Martínez.
Heródes Sergio Corrales Moja.
Magdalena Cristina Muñoz.
«Dicen que hasta obra milagros. Y se hace llamar Rey de los judíos. ¡Dios y rey!», dice entre carcajadas Marco Druso.
Y comenzó 'la última cena', escena que duró unos quince minutos. «Juan tú siempre tan temeroso. Lo que ha de suceder sucederá y ni tú ni ninguno de vosotros podrá impedirlo. Solo mi padre puede cambiar mi destino, más él no lo hará porque me necesita a su lado». Esas fueron las primeras palabras de Fran Álvarez, o mejor dicho, Jesucristo.
«Yo siempre te seguiré, vayas donde vayas maestro», dice Juan. «Uno de vosotros me va a traicionar, más le valía no haber nacido. Ahora Judas, haz lo que tengas que hacer», prosigue Álvarez, o mejor dicho, Jesucristo. «Amaos los unos a los otros...». Y así termina la última cena a las 10.38 horas.
Jesús y sus discípulos se dirigen al huerto de Getsemaní, donde recibirá el beso de Judas. Otra escena que dura quince minutos.
«Esa es María», dice otro de los personajes, Julia. El papel de Jesucristo va de la mano del de María en esta representación. Como cada año, este personaje lo encarna la madre (en la vida real) de quien hace de Jesús. En esta edición es Yolanda Santos, de 43 años, y auxiliar de enfermería. «Se pasa mal, aunque es una experiencia muy bonita. Es inevitable emocionarse, porque duele, son un cúmulo de sentimientos», comentó a este periódico hace unos días.
Desfilan las tropas romanas. Quedan por salir los dos grupos que participan: la gente de Jerusalén y los leprosos. El público no pierde detalle en la explanada de Santa María.
«¿Falta algún invitado más en esta fiesta?», pregunta Druso. «Jesús ha conformado un ejército poderoso de pobres, aldeanos, enfermos...». Aparecen los leprosos en escena.
«Mirad hacia aquel lado. Ahí es donde va a comenzar». Y ese lado es el huerto de Getsemaní, el huerto de los olivos, donde se produce el prendimiento. «Padre mío, Dios celestial, sé que ha llegado la hora de ser entregado a mis verdugos, pero aún no estoy preparado señor. Tú tienes en tu poder la fuerza que yo necesito. Te suplico que no me abandones», dice Álvarez, entre lágrimas, muy metido en el papel de Jesús.
Y llegó Judas. «Judas, amigo mío, con un beso me entregas...». «¿A quién buscáis?», preguntó Álvarez a los romanos. «A Jesús de Nazaret», contestaron al unísono los actores. Y así lo apresaron para ponerlo delante de Caifás.
Tras una hora de representación, llegó el juicio del Senado Judío, con Juan Carlos Calvo en el papel del sacerdote Caifás. a las 11.06 horas, que se desarrolla dentro de la iglesia de Santa María. Acceder al interior lleva un rato porque nadie quiere perderse ningún detalle. La escena tiene una duración de unos 25 minutos y es aquí donde acusan a Jesús de blasfemia. Es una de las pocas escenas con aforo limitado, teniendo en cuenta que las 700 personas que participan en la representación tienen que estar dentro del templo. La puerta está cerrada. Comienza la escena.
Con las frases e intervenciones que marca la tradición y los textos bíblicos se pidió silencio en el interior de la iglesia. «Bienvenidos a esta reunión con carácter de urgencia con el fin de eliminar a todos esos charlatanes y falsos profetas que ponen en peligro las raíces en las que se sienta nuestra religión». Dicho esto se pidió la presencia del «Hijo de Dios» y Álvarez entró en escena arrastrado por los soldados.
«No se trata de juzgar a un vulgar ladrón, sino de castigar a un desalmado que asegura ser el enviado de Dios, el mesías. Dime, ¿qué clase de mesías eres tú, hijo de un vulgar carpintero?», preguntan a Jesús.
Tras un largo debate: «Jesús de Nazaret, ¿qué son todas esas historias que cuenta de ti? Contesta». Y Jesús habló: «He hablado abiertamente al mundo. Pregunta a los que me han escuchado, ellos saben lo que yo he enseñado. Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?», responde.
«Jesús de Nazaret te conjuro de parte del Dios vivo, ¿eres tú el Cristo? ¿El hijo de Dios?», vuelven a preguntar. Álvarez, cada vez más tranquilo en su papel y una voz menos temblorosa, contesta: «Tú lo has dicho».
El juicio termina. Todos los participantes y espectadores salen de la iglesia. Son las 11.37 horas.
Llega el momento de una de las escenas más populares e intensas de la Pasión: el arrepentimiento de Judas en el Castillo de Pilato.
El castreño Jesús Martín encarna al personaje de Judas que comienza su interpretación: «Soy Judas, dejadme pasar. Toma este dinero (30 monedas de plata), ya no lo quiero, me queman las manos. El maestro es inocente, dejadle en paz, dejad que se vaya. Yo soy el único culpable. Catigadme a mí».
Judas se va acercando al lugar donde se va a ahorcar. Jesús Martín escaló por un árbol y se lanzó al vacío con la soga.
Algunos espectadores ya califican a Fran Álvarez como un Jesucristo «espectacular».
Aparece el gobernador Poncio Pilato en escena. «Queremos que juzgues a ese hombre y le condenes a muerte», le piden. «Si es inocente lo dejaré en libertad ahora mismo», insiste una y otra vez el gobernador y pregunta a Jesús: «Si no eres culpable de tales acusaciones, ¿por qué no te defiendes?». «Tú no tendrías poder sobre mí si no te lo hubiese dado mi padres por eso aquellos que me han puesto en tus manos son más culpables que tú», contesta Jesús.
«No encuentro culpa alguna en este hombre. En su mirada solo hay nobleza, todo lo contrario en vuestras caras, que reflejan la venganza», recrimina Pilato a los soldados. «Que sea Herodes quien juzgue a este hombre», termina diciento el gobernador romano.
Y Jesús llegó delante de Herodes (Sergio Corrales), no tan comprensivo como Pilatos. Esta es otra de las escenas más llamativas y esperadas de la Pasión Viviente de Castro y cada año se modifican los diálogos. Coinciden los 'expertos' en que los actores en esta escena han estado «brillantes, sin desmerecer al resto».
Las bailarinas ya están preparadas para comenzar su actuación. La música ha tardado en sonar, así que los personajes con una magnífica improvisación ha llenado los silencios. «Vamos esa música». Y sonó. Parecía que estaba preparado...
Disfrutando de la #pasionviviente en #castrourdiales pic.twitter.com/zgPEorOxxl
— David Fernández (@dafernandezm) 30 de marzo de 2018
Terminado el juicio de Herodes, más centrado en las bailarinas que en el preso, Jesús vuelve ante la presencia de Pilatos.
Comienza la primera caída. Las flagelaciones, el sufrimiento y el encuentro con Magdalena, María y Verónica.
«Ya os dije antes que el indulto de este hombre no es asunto mío. ¿Por qué volvéis a mi cada?», pregunta Pilatos a los presentes. «Para satisfacer vuestras ansias de sangre lo mandaré azotar y después lo dejaré en libertad», añade.
Comienza la escena más dura de toda la representación: los latigazos, la única que no se ensaya(el actor no puede tener marcas en la espalda). Impresiona tanto que algunos espectadores se cubren los ojos.
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, se encuentra entre el público siguiendo al detalle la Pasión. Revilla no ha querido faltar a la cita que cada Viernes Santo tiene con los castreños para celebrar con ellos un acontecimiento «de gran tradición y repercusión» para el municipio y del que valora, muy especialmente, la implicación de los vecinos para que todos los años sea un éxito.
Se levanta algo de viento y frío en Castro. Mientras, llevan a Jesús -que ya tiene colocada la corona de espinas- ante Pilato. Los actores llevan tres horas de representación. «¿Todavía queréis derramar más sangre? ¿No os parece suficiente? ¿Nadie siente lástima por este hombre? Crucificarle vosotros, yo no tengo motivos ni pruebas suficientes para hacerlo», anuncia Pilato.
«Yo, Poncio Pilato, nombro a Jesús de Nazaret rey de los judíos», dice mientras se lava las manos. «No puedes hacernos esto Pilato. Es un vulgar ladrón», le recriminan.
«Marchaos de mi casa, me dais asco, no quiero volver a veros», grita el actor que interpreta a Poncio Pilato.
Está a punto de comenzar el Vía Crucis. Por el camino, se encontrará con María, Magdalena y Verónica.
Con la voz entrecortada, sollozando, Álvarez, en el papel de Jesús dice: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho?». Está a punto de producirse la primera caída. De fondo, uno de los sonidos imprescindibles de la Pasión, 'Pueblo Mío'.
Dos niños se cruzan en el camino de Jesús y le hacen caer golpeando el madero. «Dejad a ese pobre hombre. Que alguien le ayude a levantarse»... El actor hace un esfuerzo tremendo y se levanta para continuar la marcha. La siguiente escena: el encuentro con María Magdalena.
«Toma todo mi dinero, solo te pido que me dejes caminar a su lado. Soy María Magdalena. Mi vida no tiene sentido sin él», dice Cristina Muñoz, la actriz que interpreta a María y madre en la vida real del actor que encarna a Jesús.
Vuelve a aparecer Juan, su discípulo, en escena junto a María, su madre. Los verdugos permiten que se acerquen a Jesús. «Hijo mío, qué te han hecho. ¿Por qué te han tratado así? Señor no permitas que sufra de esta manera», dice la actriz emocionada haciendo de la escena una de las más emotivas de la Pasión.
En unos minutos aparecerá la Verónica entre el público, otro de los momentos más esperados. «No le maltratéis más soldados. Dejádme estar con él», pide.
Los pasos de Álvarez le llevan hasta la escena de la segunda cída y el encuentro con los leprosos, la que más público suele congregar.
«Ayúdanos Jesús», «Señor, cura a mi madre», «Señor, llévanos contigo, no nos dejes solos»... Los leprosos se despiden de Jesús. «Bienaventurados vosotros, los sufridos, los que lloráis por no tener amigos. Bienaventurados vosotros, los misericordiosos, los que sabéis compadeceros de las miserias del prójimo...», dice con una voz entrecortada el actor que está bordando el papel de Jesús, Fran Álvarez Santos. Cae al suelo y vuelven a encogerse los corazones de todos los que están siguiendo en directo la Pasión Viviente 2018.
Álvarez está a punto de encontrarse con su padre en la vida real en el papel de Cirineo. «Malditos romanos, pobre hombre. No ha hecho daño a nadie, que Dios os castigue de la misma manera», «¿No véis que ya no puede caminar?»... Llega la escena del encuentro con las mujeres de Nazaret. «Llorad por vosotras, por vuestros maridos e hijos porque si esto hacen con un hombre inocente qué no harán con aquellos que son rebeldes», les dice Jesús, a punto de volver a caer al suelo.
Comienza ahora la ascensión hasta la Atalaya, donde se procederá a la crucifixión, la Piedad y la resurección, que dura aproximadamente una hora. El viento está haciendo pasar apuros a la megafonía del evento y a los propios actores que van con los brazos y las piernas al aire. Además, sopla tan fuerte que ha tirado dos casetas de la plaza del Ayuntamiento.
Y en lo más alto de la roca clavaron con clavos a Cristo en el madero. Continúa la representación: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»...
Con la música de Jean Michel Jarre se produce la escena de la muerte de Jesús. «Bienaventurados vosotros, los que tenéis fe en mí porque pronto estaré a vuestro lado». Y tras descolgar el cuerpo de la cruz, María se acerca a su hijo: La Piedad. Otra de las escenas más emotivas de la Pasión Viviente.
La fiesta de interés turístico llega a su fin con la resurección de Cristo, «el rey de reyes». Suben a Fran Álvarez, Jesús de Nazaret resucitado, a una plataforma para que todo el público, los cientos de espectadores que han seguido en directo la Pasión puedan aplaudir a todos los actores -los 700 actores- que han participado en esta representación. Tras esto toca recuperarse a los actores
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