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«Si no abandonamos las campanas, seguirán otros dos mil años más»

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Roberto Ruiz

«Si no abandonamos las campanas, seguirán otros dos mil años más»

Cientos de personas se dieron cita ayer en Meruelo para conocer los entresijos del oficio de campanero que el maestro Abel Portilla quiere que perdure

Abel Verano

mERUELO

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Sábado, 26 de agosto 2017

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«No quiero que se pierda el oficio de tocar las campanas porque en cada pueblo de España al que vas hay una iglesia y campanas. Y si no las abandonamos seguirán otros dos mil años más». El maestro campanero Abel Portilla (Pedreña, 1958) reunió ayer, en su finca de San Bartolomé de Vierna (Meruelo), a medio centenar de campaneros de diferente puntos de España con motivo del XVII encuentro de tocadores de campanas, que contó con varias actividades culturales y formativas.

«El objetivo es homenajear ala gente que tira de las campanas, porque yo vivo de ellas y me va bastante bien, pero el pobre campanero está huérfano en los campanarios, en invierno y en verano, y toca por amor propio», señaló Portilla, mientras trabajaba en la fundición de una campana de 500 kilos, que se hizo con un horno de reverbero, mediante el método tradicional que recibe el nombre de ‘Fundición a pie de torre’.

El evento comenzó con un pasacalles a cargo del conjunto burgalés ‘Los Peñucos’, que amenizó la primera hora de la mañana con canciones tradicionales a ritmo de dulzaina, bombo y redoblante. A continuación, tuvo lugar un curso de introducción al repique de campanas a cargo de Ismael de la Iglesia. Y, a mediodía, se realizó una muestra de toques de campanas a cargo de los campaneros que acudieron a la cita y quisieron deleitar a los presentes con sus habilidades.

El precursor de esta iniciativa, que ya se ha consolidado en el tiempo y a la que acuden cada año cientos de personas procedentes de diferentes puntos de la geografía española, se mostró «agradecido» por la «colaboración altruista» de algunos de los campaneros que le ayudan con la organización de los actos que ayer se celebraron.

Uno de ellos es José Luis Albizua, de Amurrio (Álava), que tiene mucha amistad tanto con Portilla como con el hermano de éste, Marcos. «Cuando necesitan ayuda hay que dársela, como es el caso». Como ocurre en Vierna desde hace 17 años ya, Amurrio también promueve su particular encuentro de campaneros, en este caso desde hace 14 años. «Las campanas han sido como el noticiario de los pueblos. A través de la campana se sabía si una persona nacía, se bautizaba, moría... Todos los acontecimientos del pueblo se conocían gracias al toque de campana».

Albizua fue ayer el encargado de dirigir y presentar los diferentes actos que se organizaron con motivo del encuentro de campaneros. Explicó qué es una campana, qué elementos la componen, los tres tipos de toque que existen: volteo y balanceo, en movimiento, y el repique, con el badajo, y también el significado de cada toque. El ‘Ángelus’, que se realizaba a diario a las 12.00 de la mañana, el toque de arrebato cuando había fuego, y el toque de difunto, que es uno de los que aún perdura.

Desde Zamora

Entre los cientos de asistentes a la jornada de ayer, hubo gente que hizo unos cuantos kilómetros para participar en el homenaje. Es el caso de Miguel Leal, miembro de la Asociación de Campaneros de Zamora, que, aunque su colectivo lleva años asistiendo al evento, era la primera vez que acudía. «Me parece extraordinario que se celebre este tipo de encuentros para que no se pierdan las tradiciones. Que se promocionen las campanas, que son una parte de nuestra historia». A sus 66 años, Miguel lleva «toda la vida tocando campanas, ya que empecé de pequeño». «Las campanas marcaban el ritmo de los pueblos. Había un toque para cada cosa». Su asociación está formada por unos 70 miembros y dice que hay jóvenes que están aprendiendo a tocar, con lo que el relevo está garantizado.

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