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Tomasa la de Jingo, en el nuevo Muelle del Norte de El Canto. DM
El espigón y el muelle norte de El Canto

El espigón y el muelle norte de El Canto

Laredo tenía una apremiante necesidad de construir un puerto para abrigo de sus pesqueros

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Jueves, 5 de abril 2018, 07:47

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Laredo tenía una apremiante necesidad de construir un puerto para abrigo de sus lanchas pescadoras. Éstas estaban depositadas en los arenales y en aquella desabrigada playa de La Salvé no había ni un solo sitio para el atraque de las lanchas y para el embarque y desembarque de los marineros y sus aparejos de pesca. Así, los pescadores de Laredo, para desarrollar sus faenas, tenían que penetrar en el mar con agua hasta las rodillas o hasta la cintura para embarcar en sus lanchas y salir a la mar.

En este contexto queremos mostrar a nuestros lectores un resumen de lo que supuso la gran obra del Puerto de El Canto para los laredanos a finales del siglo XIX. Para ello vamos a realizar un resumen descriptivo de los espigones y muelles del puerto para hacernos idea de lo que supuso esta gran infraestructura para el devenir de la Villa de Laredo y los pueblos de alrededor.

El ingeniero Saturnino Adana, contratado por el Ayuntamiento de Laredo para la reforma del proyecto del Puerto de la Villa de Laredo, manifestó que «las obras del nuevo puerto debían empezarse por el espigón norte, arrancando de la montañas, atacando al mismo tiempo el desmonte de la roca, por la cortadura que ofrece la zanguina y habilitando un pequeño camino de servicio, contorneando al pie de la montañas para transportar los materiales».

El espigón del Norte tendrá un coste para las arcas municipales de 969.438,70 reales y el muelle del norte, cuya obra de ejecución se realizó tras el citado espigón, fue de 133.901,50 reales. Ambas estructuras portuarias serán las dos primeras infraestructuras que darán comienzo a las obras del nuevo puerto de El Canto.

La descripción del espigón norte en el proyecto original indicaba que éste se apoyaba sobre roca viva tendiéndose una capa de hormigón sobre ella para enrasar las desigualdades de las rocas. La dirección de este espigón norte, que servía de rompeolas, seguía la dirección Sudoeste en una extensión de 267 metros formando una curva doble, con un punto de inflexión que presentaba primero la parte cóncava y luego la parte convexa en dirección a las olas.

La elección de esta forma tenía por objeto pasar por la parte más elevada de la roca, «que pueda inspirar temores de debilidad la parte cóncava, pues en ella tiene el muro muy poca altura y va reforzado con un macizo considerable».

La altura de este espigón era de seis metros y veinticinco centímetros sobre las pleamares equinocciales, componiéndose de dos muros, uno exterior de sillería en su paramento, y otro interior de mampostería hidráulica. Según el autor del proyecto, «no he considerado necesaria mayor elevación, porque aunque la ola quebrantada y rota por la defensa natural de las rocas llegue con fuerza bastante para saltar por encima en algún temporal extraordinario que coincidiese con grandes mareas, los perjuicios que podía producir serían pequeños toda vez que el fondeadero de las lanchas está mucho más adentro a donde no pueden llegar».

Ahorro

Por este motivo se ahorraba un gasto considerable que suponían haber elevado el espigón dos o tres metros más.

Respecto al Muelle del Norte, desde el extremo Norte de la dársena antigua, tendía a unirse con el espigón norte en el punto medio de este, siguiendo la curva que forma el muro interior, en la proximidad de la zanguina, al oeste de ésta. La línea de este muelle es de 200 metros lineales. Este muelle se proyectó de mampostería en seco, con el paramento de hidráulica, igual que los muelles de la dársena de Santander y cuya arista superior estaba compuesta por una hilada de sillería.

Constaba de un solo muro realizado sobre roca, con 548 metros cúbicos de mampostería hidráulica en el parámetro. La altura de este muelle del norte variaba entre tres y cuatro metros, excepto en un solo punto en que cortaba la zanguina o canalizo donde tenía tres. Se eleva un metro sobre las pleamares equinociales y lleva tres escaleras dobles, con sus argollas, norais, etc. Costaba de 5.600 metros superficiales de adoquinado el muelle del norte. Y entre este espigón y el muelle del norte quedaba un espacio muy grande junto a la Atalaya que se terraplenó.

Este muelle servía de sostenimiento a la piedra y arenas que habían de rellenar el espacio comprendido hasta la montaña, formando una gran explanada, en la que se podría aprovechar para la realización de almacenes o casas después de dejar 10 a 15 metros para el servicio de carga y descarga del puerto.

En este muelle del norte y debido a la comodidad del embarque y desembarque de los marineros, cuando el agua no tenía la suficiente altura, se realizó una rampa de cinco metros de ancho con una longitud de 56 metros. Ésta se construyó con mampostería en el paramento, con la coronación o albardilla de sillería, con los muros y el pavimento adoquinado.

La más famosa de las rampas tenía el nombre de Rampa de Pilatos, tal vez puesto por las continuas caídas que el verdín producía tanto los marineros como a las panchoneras. Paralelamente a este muelle y a noventa metros de distancia, que va a ser el ancho de la dársena, se proyectó otro muelle que arrancaba del antiguo puerto y bajaba en línea recta por la playa de arena hacia el oeste en una longitud de 220 metros. Este será el muelle del sur.

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