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Se trata de una cabaña idílica situada en pleno bosque de Ucieda, en el parque natural Saja-Besaya.

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Se trata de una cabaña idílica situada en pleno bosque de Ucieda, en el parque natural Saja-Besaya. Javier Rosendo

La cabaña de los sueños en el Occidente

Ruente ·

Un grupo de amigos conforma la asociación 'Viejo Roble' para organizar actividades en pleno contacto con la naturaleza

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Domingo, 3 de junio 2018, 10:26

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Bailar con la naturaleza, escuchar el susurro de los árboles, tocar la soledad y sentir la belleza casi quimérica de un bosque mágico como el de Ucieda. Es lo que plantean los miembros de la Asociación 'Viejo Roble', formada por un grupo de amigos que han decidido compartir su proyecto, que gira en torno a una cabaña con el tejado azul en este paraje impresionante. La cabaña es de Justo Gómez, uno de los integrantes, quizá el más generoso, pues es el propietario de este refugio situada en pleno bosque, en un lugar que parece onírico, rodeado de robles, donde el único protagonista es el silencio. Justo ha decidido que este lugar es tan bonito que merece ser compartido con «más gente», no solo con sus amigos los fines de semana. Justo quiere compartir el paraíso. Y hacerlo junto a Jorge del Olmo, Paola Medieta, Patricia Lacasa, Gabriela Cirbian y Gabriela Mendienta (la presidente). Además, las personas que acudan a esta cabaña de los sueños sólo pagarán lo que buenamente puedan. Será un precio simbólico por disfrutar del paraíso.

«La gente respeta la naturaleza»

Dice Gabriela que en Bezana, donde vive, «los chavales por las tardes juegan en la plaza y cuando se marchan, dejan las bolsas de patatas fritas vacías y tiradas en el suelo». Algo que asegura en este monte «no sucede». «Aquí la suciedad se ve mucho porque está todo muy limpio», explica Jorge, «pero yo diría que el 90% de la gente que viene respeta el bosque». Sí, comenta Justo, «las personas que vienen aquí suelen estar muy concienciadas con el cuidado de la naturaleza, porque realmente valoran este lugar».

«Aquel que está en contacto con el bosque y con la naturaleza suele ser más respetuoso y no tira ni un papel al suelo, pero aún así en los últimos años sí que se ha notado mejoría y yo creo que la gente cada vez cuida más el entorno», opina Jorge. También ha habido gente que ha abusado de la generosidad de Justo.«Hubo un tiempo en que dejaba la puerta abierta para que entraran las personas que quisiesen, pero no todo el mundo respetó lo que se fue encontrando». La naturaleza del ser humano. Así que decidieron restringir. Ahora quieren que entre todo el mundo, pero de una forma ordenada y organizada. «Que vengan a disfrutar y a aprender, a dejarse llevar». El plan pinta estupendo y seguro que de aquí a septiembre mucho más.

Entre todos han creado esta asociación que tiene como objetivo «organizar actividades para todo el mundo en pleno contacto con la naturaleza», explican. «El sueño de los amigos». Parece el título de una película. «Paseos o rutas por aquí cerca, talleres de reconocimiento de plantas o de setas...». También talleres sobre cómo hacer jabones o elaborar pan. Cualquier cosa que se haga en este cielo verde donde uno se para dentro de sí mismo. «De hecho, hemos pensado en distinguir entre tres tipos de actividades: educativas (medioambiente, reciclaje, sostenibilidad...)». Mira, dice Jorge,«con los brotes de ese sauce llorón hemos hecho un atrapasueños». Y señala el árbol, enorme, junto a la cabaña. También quieren hacer yoga, meditación, tertulias literarias, teatro, pintura... «Ofreceríamos la oportunidad de quedarse a pasar un fin de semana con actividades, como por ejemplo, por la mañana taller, luego paseo al aire libre, después comida y yoga por la tarde y a la noche...», comenta Patricia. «Uf, el monte por la noche es precioso», detalla Paola. Mientras, los niños corren por el campo «libres». Es un decir adiós a la monotonía -aquí no hay cobertura-. Es como desaparecer. Estar en suspenso.

«Es un lujo que queremos compartir, porque llevamos tiempo viniendo y se nos han ido ocurriendo muchas cosas para llevar a cabo», explica Jorge, que es programador informático y desconecta en la cabaña de tejado azul los fines de semana. «Para mí venir aquí aunque sea a cargar piedra es una pasada». Porque no todo es soñar, también trabajan.De hecho, son ellos los que están acondicionando la cabaña para poder ejecutar el proyecto. Por fuera es un triángulo de madera que encajaría en cualquier cuento infantil. Por dentro, un espacio diáfano con sofás, baño y cocina. En la planta de arriba hay más habitaciones. «Aquí se podría hacer yoga o meditación, por ejemplo», detallan señalando el suelo. «Y los niños, la de partido que le pueden sacar los niños». «Queremos que vengan familias para que los hijos aprendan a convivir con la naturaleza y a respetarla, a estar en contacto con ella». «Cuando algo es tan hermoso hay que compartirlo», dice decidida Patricia.«Olvidar las cosas cívicas, las comunicaciones e Internet», como uno de esos campamentos en los que te obligan a deshacerte del móvil, pero de forma voluntaria, porque aquí todo fluye naturalmente. Con respecto al precio que habrá que pagar por disfrutar de la cabaña y todo el lugar, «la idea es que se autosostenga, es decir, que cada uno aporte lo que quiera». En caso de que los talleres sean impartidos por expertos en determinadas materias, «buscaremos siempre precios asequibles para que todo el mundo pueda acceder a ello».

«Queremos transmitirle a las personas que en este bosque se pueden hacer cosas que se llevan a cabo en la ciudad, como noches literarias o meditación, pero en un ambiente mucho más increíble, idílico». «Es darle una vuelta de tuerca a todo» y darles la oportunidad de conocer este paraje natural a aquellos que todavía no han tenido la suerte de visitarlo. «Hay gente que no es de Cantabria que viene a veranear y a la que le encanta la playa, pero luego reconoce que como este parque natural no hay nada», señala Jorge. Es la magia y que aquí el mar es de abedules, castaños, hayas y viejos robles, «de ahí el nombre de la asociación». Y así se les ve a los amigos, clavados en pleno parque natural Saja-Besaya, en un territorio de uno y de todos del que cuesta mucho marcharse. «El próximo mes de septiembre tenemos intención de hacer una feria para inaugurar la asociación y el espacio como tal». Entonces, concretarán el tema de las actividades y los que quieran solo tendrán que apuntarse y tocar un pedazo de cielo en la tierra.

Javier Rosendo

«No importa por dónde vayas, porque todo es impresionante», dice Gabriela Cirbian, que «hacía algo parecido en Bolivia», de donde procede. «En cuanto llegué aquí me puse manos a la obra con el proyecto y ya no podíamos echarnos atrás». Todos ellos son un ejemplo de que la colaboración y el entendimiento surgen de personas con ganas de hacer cosas y con mucha iniciativa. «Que si se puede, se quiere». Manido, quizá, «pero en esas estamos». Con esta determinación se colocan sobre una mesa de piedra y firman los estatutos de la recién conformada asociación. Parece que de un momento a otro alguien dirá 'abracadabra' y desaparecerá entre los árboles.

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