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La desaparecida ermita de San Vicente (a la derecha de la imagen), junto al puente de Tras San Vicente.
Santuario y ermitas de San Vicente

Santuario y ermitas de San Vicente

Vinculados a la población de mareantes y pescadores, fueron los edificios en los que el pueblo venera a sus santos, patronos y vírgenes

maría eugenia escudero

San Vicente de la Barquera

Miércoles, 3 de enero 2018, 07:27

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Santuarios y ermitas fueron los edificios elegidos por el pueblo para manifestar su fe; en ellos veneraban a sus santos, patronos y vírgenes, aquéllos a quienes encomendaban su protección. Al igual que en otras villas marineras, en San Vicente de la Barquera fueron templos vinculados a la población de mareantes y pescadores los que dieron cabida la mayor parte de la devoción popular.

La ermita de San Vicente Mártir se alzaba sobre el solar que ocupa actualmente la Casa del Mar, junto al puente de Tras San Vicente, tristemente derribada no hace demasiados años. Desde la Baja Edad Media perteneció a la Cofradía de Pescadores Mareantes de Señor San Vicente de la Mar, que en sus ordenanzas de 1330 dejaba constancia del deseo de acrecentar el primitivo edificio, probablemente una fábrica de pequeñas dimensiones, convirtiéndola en ‘iglesia mayor’.

La imagen titular de aquel templo fue la de San Vicente Mártir, situada en el retablo mayor, contratándose, además, en el año 1669 la factura de dos retablos colaterales con sus santos titulares: San Antón Abad y San Juan Evangelista. Los maestros escultores Diego Díaz de la Iglesia, vecino de Cabezón, se encargaron de su ejecución, mientras que el maestro pintor Antonio del castillo, vecino de San Vicente de la Barquera, fue contratado para estofar y dorar los retablos y esculturas. Los testimonios de eruditos y viajeros de la primera mitad del siglo XX mencionaban la existencia de tres altares: el mayor, dedicado al patrón de la ermita; otro de Nuestra Señora del Carmen y un tercero, de San Francisco, en el que se podía contemplar una talla de madera del santo de más de un metro de altura.

Unas cuantas fotografías antiguas y un arco de medio punto, de origen medieval, que se conserva junto a las ruinas del Convento de San Luis son los únicos testimonios que restan de aquella ermita y de la sala aneja en la que se celebraban las reuniones del gremio y cabildo de mareantes.

San Nicolás de Bari

Los primeros datos conocidos sobre la desaparecida ermita de San Nicolás de Bari datan del primer tercio del siglo XV. En ella se rendía culto a este santo, considerado abogado de los comerciantes y de las empresas mercantiles, debido a la creencia de que sus milagros se hallaban vinculados a la concesión de generosos donativos.

El templo se localizaba en el espacio intramuros, en el Corro de Abajo, y en numerosas ocasiones hasta el siglo XVI, el concejo, que carecía de un edificio de ayuntamiento, celebró allí sus reuniones. Se desconoce la ubicación del solar sobre el que se levantó la ermita, aunque tradicionalmente se ha identificado con un edificio de la Puebla Vieja que presenta, aún en la actualidad, una torre reloj.

La ermita de San Vicente Mártir se alzaba sobre el solar que ocupa la Casa del Mar

Las obras que se llevaron a cabo para la construcción de los nuevos juzgados sacaron a la luz algunos restos que podrían haberse relacionado con San Nicolás y, por tanto, hubiesen supuesto un cambio en su localización de la ermita, pero la ausencia de un estudio arqueológico de esos materiales no permitió profundizar en esa hipótesis.

Aunque en la Época Contemporánea los textos se refieren a ella como ermita o capilla, los documentos medievales la denominaron iglesia San Nicolás. Tras la Guerra de Independencia, ésta se habilitó como casa consistorial, mientras que ya en la segunda mitad del siglo XIX se levantaron sobre sus ruinas las Escuelas Nacionales de la villa.

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