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Nélida Osorio luce con este saludable aspecto. Héctor Ruiz
Una centenaria de muy buenos aires

Una centenaria de muy buenos aires

Ribamontán al Mar ·

La vecina de Loredo Nélida Osorio, que cumplió cien años en enero, llegó a Cantabria desde Argentina hace una década

HéCtor Ruiz

Loredo

Lunes, 12 de febrero 2018, 07:32

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Dormir mucho, comer poco y afrontar cada día con una sonrisa son las claves que Nélida Osorio ha seguido para alcanzar el pasado mes de enero los cien años. Aunque hasta hace poco prefería ocultar su edad y quitarse unos años, ahora luce su centenario con orgullo. «La gente nunca se cree lo mayor que soy, pero los papeles no engañan», asegura. Nació en Tucumán (Argentina) y creció en el negocio de caña de azúcar que dirigían ahí sus tíos. «Había mucha pobreza y sufrimiento entonces», explica. Más tarde, se trasladó a Buenos Aires, donde trabajó 40 años en una fábrica de tejido bordando sábanas. Finalmente, hace 12 años, emigró a España para estar con su hija, la cual está casada con un cántabro. «Al principio le daba muchas vueltas a lo de cambiar de país, pero al final me convencieron», reconoce.

Nélida, o Nelly, como la llaman cariñosamente, es la matriarca de una gran familia. Tiene 3 hijos, 12 nietos, 11 bisnietos y 5 tataranietos. «¡No hay plata que alcance para brindarles a ellos algo!», exclama al recordarlos. Sin embargo, la distancia no es un impedimento para ella, y de vez en cuando va a visitarlos a su país natal. De España lo que más le gustó al aterrizar por primera vez fueron las montañas y, aunque vive en el pueblo costero de Loredo, no va mucho a la playa porque le da respeto.

Además de regresar a su país de vez en cuando, ese no es el único destino que ha visitado recientemente. Hace poco, acompañada de su hija y su yerno, conoció París. «Me encantaron las niñas del cabaret», confiesa Nelly en referencia a las artistas del mítico 'Moulin Rouge'. Tanto es así, que la familia asegura que ella es «la reina de la pista de baile en todas las bodas». El color es su perdición, por ello nunca viste de negro. «Me gusta la alegría, los llantos prefiero dejarlos de lado».

«Si Dios está de acuerdo, pienso comprarme una moto y alcanzar los 150 años»

Ha pasado por momentos duros en su vida, teniendo en cuenta que perdió siendo niña a sus padres y tuvo que afrontar la muerte de una de sus hijas. Sin embargo, ella ahora opta por focalizarse únicamente en lo bueno que tiene. «Nunca me imaginé que mi madre llegaría a esta edad, y menos así de bien como esta», explica su hija Marta Urueña. De hecho, confiesa que todas las mañanas acude a la habitación de su madre con miedo porque «son muchos años y cualquier día puede pasar algo».

No obstante, Nélida despierta cada mañana más alegre. Aunque, eso sí, lo hace tarde. «Me encanta dormir», asegura entre risas. Tampoco es de buen comer. «Es como un astronauta, se alimentaría siempre a base de pastillas», corrobora Adolfo Novoa, yerno de Nélida. Incluso todas las mañanas le tiene que llevar el desayuno a la cama porque «de lo contrario se le juntaría con el almuerzo». Cuando sí que disfruta más de las comidas es en los restaurantes, como al que acudieron en Galizano hace unas semanas para soplar las 100 velas. «Los años me sientan divinamente porque estoy con los míos», comenta.

Nelly no ha tenido suficiente aun, y quiere seguir sacando todo el jugo posible a la vida. «Si Dios me ayuda pienso ir a por los 150 años», confirma. Un objetivo que su familia confía en que alcance. «Nos va a enterrar a todos», predicen. Tanto es así, que prácticamente no toma medicamentos y apenas visita al médico. Sin embargo, su hija no le deja cocinar. «La última vez que lo hizo se confundió y puso demasiado picante, eso no había quién se lo comiera», dice entre risas Marta al recordarlo.

A pesar de todos los años y el camino recorrido desde Argentina hasta el pueblo de Loredo (Ribamontán al Mar), Nélida Osorio todavía sueña con nuevas experiencias y, aunque cueste creerlo, ahora se le ha metido entre ceja y ceja comprarse una moto. «Si te la encuentras por la carretera, échate a un lado porque tiene poca vista», avisa su yerno.

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