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Estampa de los clientes en el balneario de Puente Viesgo. Una imagen relajada para pasar el verano de un modo distinto DM .
Las burbujas que combaten el estrés

Las burbujas que combaten el estrés

Los amantes del turismo termal acuden a los balnearios para disfrutar del descanso y de las posibilidades que ofrece el entorno

SAMIRA HIDALGO y aLEXander AGUILERA

Lunes, 14 de agosto 2017, 07:26

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Al entrar por la puerta de la recepción del hotel, ya te envuelve una sensación de relax. Parejas y grupos de familias detienen la rutina del día a día, las prisas y el estrés entre circuitos termales, tratamientos de belleza y masajes.

Y es que el tipo de clientela que viene a un balneario como el de Puente Viesgo es muy diferente en cuanto a estacionalidad se refiere. Con el frío viene gente mayor, grupos de termalistas y jóvenes de escapadas romántica de fin de semana. En la época estival son las familias y matrimonios quienes se alojan aquí en estancias de una semana, generalmente.

«Tenemos mucho cliente repetidor en esta época que viene buscando buen tiempo, aunque no es el motivo principal por el que viajan, no es turismo de playa», indica Eva Magaldi, directora del Hotel y Balneario Puente Viesgo. Ella explica que lo característico aquí reside en acoger juntas a varias generaciones de una misma familia: «Primero vienen los abuelos quince días, luego vienen los hijos con los nietos una semana y después el hermano soltero que se escapa dos días». Y subraya que, aunque la clientela no busca fiesta ni ocio nocturno, ofrecen durante el verano actuaciones musicales en la carpa hasta la medianoche.

Sofía Arcas y su familia vienen todos los años desde Madrid. «¡Con éste ya son nueve!», comenta. «Siempre nos quedamos quince días y venimos exclusivamente al balneario. El verano aquí se vive muy tranquilo y debido al trato del personal, es como si estuviéramos en familia». Además, comenta que aprovechan las dos semanas para visitar los alrededores, ya que el 'campamento base' está cerca de la playa y de la montaña. «Buscamos relajación y salir del bullicio de Madrid viniendo a esta zona tan tranquila».

En el jardín, lleno de árboles y flores, está María Ángeles Moya, que también viaja desde el centro peninsular. La madrileña relata que ha venido con su marido y que es la primera vez que vienen a Puente Viesgo. En esta ocasión se quedarán siete días. «Durante este verano estamos en Levante, porque tenemos un apartamento allí, pero hemos decidido venir a Cantabria porque buscábamos un cambio en las temperaturas y en el paisaje"». Asegura que han elegido este tipo de alojamiento porque disfrutan con los masajes: «Normalmente voy por las tardes, tras venir de la excursión que hagamos, así me quedo relajada». También destaca la amabilidad del servicio, que le anima a repetir.

Con calma

En un sillón leyendo la prensa se encuentra Roberto Arevalillo, de Las Rozas. Ha venido con su mujer e hija por tercer año consecutivo y se define como cliente de balneario. «Hemos recorrido bastantes balnearios por toda España y es que la serenidad que da este tipo de alojamiento no la da un hotel convencional. Normalmente, la gente que se aloja aquí adquiere una serie de normas, relacionadas con la tranquilidad, porque sabemos que es lo que buscamos». Salieron de Madrid, además, buscando «el fresquito que hace aquí» y aprovechando que Cantabria «es muy bonita y tiene mucho que ver». Todos los días salen a conocer algún rincón. «Hacemos muchísimas actividades. Por ejemplo, ayer estuvimos en la Playa del Sardinero, porque mi hija no la conocía. Aquí también hay kilómetros y kilómetros para caminar o andar en bicicleta, aunque este año hay que pagar para reservarla. Hablaré con la directora para que dejen las bicis de forma gratuita, como antes», bromea el madrileño.

A punto de salir, con las mochilas ya a cuestas, aparecen Sergio Salvador y su familia, que vienen desde Zaragoza. Cuenta que el año pasado quisieron venir a Cantabria, pero la decisión, tomada a última hora, hizo que lo tuviesen que dejar para este verano porque los niveles de ocupación eran ya muy elevados. «Hemos venido porque en Zaragoza estábamos asados. Había más de 40 grados por el día y casi 30 por la noche y con el niño, que tiene un año y medio, queríamos un sitio que fuese más fresco y que no estuviera muy lejos». Su mujer, Leticia García, explica que buscaban un sitio para alojarse con muchos servicios: «Nos llamó la atención el jardín tan amplio y lo servicial que es el personal del hotel, porque hasta nos guardan la comida del niño».

García cuenta que con el pequeño han cambiado la manera de viajar, ya que antes solían ir al extranjero y ahora buscan trayectos más cortos. Reconoce que no es que estuvieran buscando un balneario, pero que «como complemento está muy bien», ya que también dispone de zona infantil. «De momento no hemos ido al balneario, porque lo vamos a reservar para el martes, que da un poco peor. Ayer aprovechamos para ir a la Playa de Suances y hoy a la de Liencres, aunque si quieres no es necesario coger el coche para hacer cosas con el crío». Este matrimonio recalca que uno de los servicios que más les ha llamado la atención es que el personal les asesora cada día sobre qué ver y dónde comer, algo que les facilita la agenda durante la estancia.

Y es precisamente ese asesoramiento turístico lo que supone un plus de trato cercano. Beatriz Diaz, relaciones públicas del hotel-balneario, señala estos aspectos que les diferencian: «Aparte de hablar mucho con nuestros clientes, en numerosas ocasiones les planificamos el día y les gestionamos las entradas para todos los sitios a los que quieran ir como el Centro Botín, las Cuevas de Altamira y de El Soplao, el Capricho de Gaudí, el Parque de la Naturaleza de Cabárceno o el Museo Marítimo, entre otros».

En una de las plantas bajas está el balneario y bajando las escaleras está la bilbaína Elene Ortega, que cuenta que ha venido aquí a relajarse y que se ha llevado una grata sorpresa, ya que ha sido mejor de lo que esperaba «no solo en cuanto en relax, si no en cuanto al trato por parte de los profesionales».

Ortega reconoce que necesita un poco de ayuda para relajarse: «Me lo han recomendado unos amigos porque además necesitaba alivio para un tema muscular de espalda. Lo he probado y lo voy a incluir al menos una vez al año». Se queda tres días, aunque, como ella misma indica, se le queda corto, ya que hay muchas actividades relacionadas con la naturaleza para hacer en los alrededores. Hoy mismo tiene pensado visitar las Cuevas de El Castillo y de Las Monedas.

En la misma zona, sentada en una silla de la recepción, se encuentra Marta Torres, de Barcelona. Ella y su marido han venido a pasar quince días. Como dice, vienen «de lejos y hay que aprovechar el viaje». También están aquí gracias a la recomendación de un amigo, en este caso, santanderino. «Este año teníamos la idea de hacer turismo termal por motivos de salud en vez de hacer un viaje al uso. Como estoy operada de las dos rodillas y de la espalda, quería probar a ver qué tal va para mis dolencias, porque nunca había venido a un sitio así. Ayer estuve en la piscina y parece que me funciona, también he probado masajes y la experiencia me está gustando. Ya le he dicho a mi marido que el año que viene repetimos».

La oferta en Cantabria

Algunos recurren a un hotel-balneario -Puente Viesgo es sólo un ejemplo de la oferta de Cantabria (Alceda, Las Caldas, Corconte, La Hermida, Solares o Liérganes, por ejemplo)- por comodidad. Otros, por salud. Y otros, por probar algo diferente. Pero hay algo en común entre todos los huéspedes: la búsqueda de relax y tranquilidad. Un entorno envidiable, masajes, burbujas y distintos tratamientos son, sin duda, una buena manera de recargar las pilas antes de volver a la rutina diaria.

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