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Soledad Berasategui se dirige al público que asistió al acto que se celebró en el Paraninfo de La Magdalena.
La Caridad recibe la Medalla de Oro por sus cien años de "vínculo" con la ciudad

La Caridad recibe la Medalla de Oro por sus cien años de "vínculo" con la ciudad

La residencia de la calle Alta es la heredera de la histórica labor iniciada en el asilo de Calzadas Altas y que continuó de la mano de las monjas hasta el año 2002

Álvaro Machín

Miércoles, 4 de mayo 2016, 23:24

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El mismo año que Santander presumió de palacio nuevo en La Magdalena, a Sor Fausta le pidieron que se hiciera cargo del antiguo hospital de Calzadas Altas, que por entonces ya era asilo. En la misma ciudad del veraneo de gente bien, de reyes y baños de ola, las monjas daban de comer a quien no le alcanzaba. Cuentan que en marzo del 18 repartieron más de 90.000 raciones. Fueron ellas las que fueron dando forma a La Caridad como entidad benéfica de carácter particular. Ellas y una lista ilimitada de pequeños gestos. La hucha del gremio de los carniceros, de las peñas taurinas, las colectas en el vecindario, las herencias (los dueños del hotel México dejaron, en su día, una millonada)... Porque ese asilo siempre fue muy de barrio y muy de ciudad. «Vínculo», repitió ayer la actual directora del centro, que ahora es residencia y centro de día. «Santander y La Caridad tienen una historia común basada en el plano del compromiso y la solidaridad de unos y otros». Unos que ponen cien años de labor en beneficio de los más débiles y otros el Ayuntamiento y, con él, la capital entera, que ayer devolvieron ese legado con la entrega de la Medalla de Oro de la ciudad.

Fue en un acto celebrado en el Paraninfo de La Magdalena. A Domingo Salas, el presidente del centro, le entregaron la medalla, pero sus manos estaban llenas de nombres. Miles de personas. Todos los que pisaron un lugar que forma parte de la fisonomía de la calle Alta. Para atender o para ser atendidos. Por eso, la fiesta de anoche fue un catálogo de nombres. Las Hijas de la Caridad, los presidentes (José María Jado, Francisco de Cáceres, Jesús Ceballos, Ramón Sánchez o el propio Domingo Salas), los benefactores... El alcalde, de la larga lista, se quedó con unos pocos. Siete nombres y apellidos elegidos de entre los 212 comensales que a esa misma hora se sentaban a cenar en el comedor del centro. Avelina Alonso y Dolores Salas para empezar. Y, con ellas, Marta Puente, Herminia Gutiérrez, Luisa Santiago, Josefa Pérez y Tomasa Alonso. Las dos primeras tienen 101 años. Las otras cinco, cien. «Siete mujeres recias, sabias y longevas: las siete abuelas centenarias de La Caridad (que son una más si se tiene en cuenta a Victoriana Ortega, que acude al Centro de Día)». Cronistas en las conversaciones de «la esperanza, el hambre, la guerra, el incendio, la posguerra, el desarrollismo y la modernidad». Otra vez el vínculo. Historias paralelas dentro y fuera de los muros de un edificio al que se fueron sumando otros con las distintas ampliaciones. «Hoy ponemos voz y damos la vez al homenaje pendiente de Santander a su viejo y querido Asilo», dijo De la Serna antes de coger del brazo a Salas para llevarle al centro del escenario. Medalla y título acreditativo. «Tranquilo, que no te hago cargar con él». Al hombre, apoyado en su bastón, no le cabía la sonrisa en la cara.

Honor

Soledad Berasategui, la directora, habló en su nombre y en el de los 145 empleados que desarrollan allí su labor cada día. Basada en los cuidados físicos, pero también en «la calidad de vida». «Hoy somos un centro de referencia en la asistencia a los mayores». Habló de eso y de «orgullo». Por el aniversario y por el homenaje. «Porque no hay mayor honor para una institución como la nuestra que recibir el reconocimiento de su ciudad». La que procuró siempre «el mantenimiento y la modernización» del asilo y de la residencia. Otra vez el vínculo, pero no la última. Ella dio paso a un vídeo que lo repasó cargándose de nombres, fechas, imágenes, historias... Como la de la despedida de las Hermanas de la Caridad en el 2002 o la de una colecta popular que recaudó diez millones de las antiguas pesetas. Historias del asilo de Santander, de La Caridad. Cien años han dado para mucho.

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