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La tienda de textil chino L. W., en la calle de Amós de Escalante, en liquidación por cierre. Es la tercera que cae en poco tiempo.
La crisis provoca el cierre de tres de las grandes tiendas chinas de moda

La crisis provoca el cierre de tres de las grandes tiendas chinas de moda

Los empresarios orientales se instalaron en Santander hace año y medio, pero no han podido resistir en un mercado muy competitivo

Juan Carlos Flores-Gispert

Lunes, 20 de junio 2016, 06:56

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Fue un espejismo que la realidad y la crisis se han encargado de corregir en muy poco tiempo. En el último año y medio abrieron en el centro de Santander tres grandes tiendas de moda 'made in China'. Tres grandes establecimientos bien montados, bien decorados en general y orientados a vender ropa a los jóvenes. Pero la apuesta no ha sido demasiado fructífera: dos ya han cerrado y el tercero ya luce grandes carteles que avisan de liquidación antes del cierre inmediato.

Las tres tiendas son de la misma familia. Ying, de la empresaria Irene Shengmei Liu, ocupó el local de la calle Burgos, en el que durante quince años estuvo Jota (de la empresaria María Dolores Gordejuela) que fue un referente en el comercio local mucho antes de la llegada de Zara Home y otras firmas dedicadas al textil y la loza. Después de Irene llegó a Santander uno de sus familiares que montó la tienda Brillante, en la calle de Calderón de la Barca. Y, después, otro pariente que se instaló en el antiguo local de Las Antillas en la calle de Amós de Escalante, frente al Ayuntamiento. Los tres están instalados hace años en Torrelavega y creyeron que Santander, en plena época de crisis económica, también sería una plaza propicia para la venta de ropa barata procedente de China.

Pero el público santanderino no respondió a la fórmula y las tiendas han acabado haciendo aguas por un doble motivo: los alquileres en los grandes locales santanderinos elegidos eran muy altos y las ventas han sido, en su conjunto, mínimas.

Por el local de Jota Irene Shengmei estuvo pagando al conde de Isla, su propietario, 15.000 euros de renta al mes. Mantener abierta Brillante suponía un desembolso mensual de 10.000 euros y, por el espacio de Las Antillas, se pagan 9.000. «Esos precios no son asumibles por los comerciantes de Santander, nadie se atreve a ese desembolso. Lo hacen los comerciantes chinos, que desde hace años tienen negocios que funcionan bien en Torrelavega. Sin embargo, el cliente de Santander es muy diferente, busca piezas mejores y por eso los negocios no han dado buenos resultados», explica Noelia González, que desde hace años trabaja con esta familia de emprendedores de origen chino y radicados en Cantabria.

En Ying, Irene Shengmei realizó un esfuerzo muy importante: una gran campaña de publicidad, grandes descuentos, desfiles por las calles y campañas benéficas a favor de instituciones de Cantabria. También contrató dependientes no chinos para atender al público. Pero ni así han podido mantener los negocios. «También ha influido que hay mucho producto chino en pequeñas tiendas montadas por empresarios santanderinos que se venden en boutiques sin que los clientes sepan de dónde proceden», dice González. Son como bazares chinos, pero con aspecto de tienda local. «Esta es una realidad que nadie puede negar», señala el secretario general de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercán), Gonzalo Cayón.

Todos los establecimientos chinos están sufriendo la crisis. Manuel López es propietario de un local de 450 metros en San Fernando que alquila a un comerciante chino hace diez años. «Le he bajado la renta en dos ocasiones porque lo está pasando mal, pero es pagador y serio. La renta está por debajo del precio del mercado, pero nunca ha fallado en los pagos y hay que ayudarle en estas circunstancias».

Precios

Para el presidente de Fepycán (Federación de Pymes de Comercio de Cantabria), Agustín Ordejón, la desaparición de tres grandes tiendas textiles en el centro de Santander «es una muestra más de lo mal que está el comercio en general. El Gobierno dice que el comercio va bien, pero las estadísticas son falsas. Hasta los chinos sufren el mal momento; con los precios tan bajos que tienen y lo competitivos que son no les llega el dinero, no les cuadran los números. Y eso da mucho que pensar», indicó.

Pero que desaparezcan «es muy bueno, porque nos quitamos un competidor de baja calidad. Y además nos quitamos de en medio otro establecimiento de gran tamaño, lo que repercutirá en el comercio pequeño y de calidad. Nosotros ofrecemos algo muy interesante, atención especializada». A ojos de Ordejón, esos grandes comercios chinos en el centro «desprestigian a la ciudad. Es un comercio muy barato, son cadenas cien de ropa de escasa calidad. La gente ahora busca otras cosas y lo tiene en el pequeño comercio. Veo con satisfacción la desaparición de esos comercios».

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