Borrar
Varios turistas británicos se suben a un autobús después de abandonar el barco
Mil británicos por la ciudad

Mil británicos por la ciudad

Los pasajeros del Balmoral se dejaron notar en Santander durante la escala del crucero, que zarpó a última hora

Álvaro Machín

Viernes, 12 de mayo 2017, 07:35

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Destinos y personas

  • ¿Dónde fueron?

  • Santoña y Castro 39

  • Tour Santander-Laredo 121

  • La Magdalena 240

  • City Sightseeing 320

  • Potes 25

  • Cabárceno33

Estaban desayunando en la barra del Cos. Dos tipos discutiendo si el guitarrista de una banda local de versiones era mejor que Slash (el de Guns N Roses). La conversación se quedó a medias porque, por delante de la puerta, pasó un hombre en polo y bermudas con una gorra roja y amarilla y un escudo de España que no le cabía en la frente. Hablaba inglés e iba encabezando un grupo. "Son los del crucero". Sí, los del Balmoral, que hizo escala ayer en Santander con 1.013 pasajeros y 521 tripulantes.Se hicieron notar, aunque alguna no tuviera muy claro dónde estaba. "Me gustaría ver La Concha, que creo que es muy famosa", comentaba en la puerta de la Estación Marítima Diana Eade junto a su acompañante. "Pero eso está en San Sebastián. Aquí puede ir a ver el Sardinero, que le va a gustar mucho". La mujer, pura amabilidad, se partía de risa. "Pues iremos al Sardinero". Anécdotas aparte, los pasajeros, en su mayoría británicos, se movieron mucho. Se dejaron ver.

A eso de las diez y media, por la pequeña oficina de turismo que hay en el Puerto, ya habían pasado a pedir información 250 personas. "Nosotros estamos aquí, aquí está el centro, la zona comercial, la de restaurantes y este paseo por toda la costa merece mucho la pena", les explicaban al entregarles el mapa. "Te piden el plano, preguntan qué se puede ver y, sobre todo, por la zona de tiendas". Por si acaso, nada más salir, una chica ya les entregaba un folleto de El oso goloso, una tienda de productos típicos que hay allí al lado. Hay que aprovechar el tirón. Muy cerca está la La Gubia Conencanto. "He vendido cinco prendas y dos accesorios. Antes han venido unos que se han vuelto al barco a por dinero porque no les llegaba para comprar una cosa", explicaba allí Beatriz Llanos. Eran las once y media. "Se nota, pero depende de dónde venga el crucero. Los alemanes no gastan mucho, pero los ingleses gastan algo más". Ella le sacó algo de partido a la escala.

Allí mismo, también junto a la Estación Marítima, les ofrecían la excursión en el autobús turístico. "Sí que se van animando. Es un crucero grande", comentaba Elena Colina. Iban ya por los cien convencidos (al final del día fueron más de trescientos, según datos del Ayuntamiento), aunque alguno lo dejara para más tarde. "Hace viento, pero no hace frío. Se está muy bien. Vamos a dar una vuelta y luego cogeremos el autobús rojo". Palabra de la señora Ingleson. Por 24,90, el itinerario comentado y un paseo en barco por la bahía. Puestos a subirse al autobús, algunos ya salieron con la excursión hecha desde primera hora. Contratada en el propio barco. Por ejemplo, 25 se fueron hasta Potes, 39 a Santoña y Castro y otros 33, a Cabárceno. Pero la mayoría decidió pasar el día el barco tenía previsto zarpar a las ocho en la capital. "Nos ha gustado el Palacio de La Magdalena, las playas, la zona del campo de polo...". Wendy Ushea estaba encantada.

Diseminados

Por el centro, no era difícil distinguir a los cruceristas, aunque ya muy diseminados en el bullicio de la ciudad. Seis o siete sentados al sol en la terraza de la cafetería La catedral, otra media docena recorriendo el claustro del edificio religioso, una pareja con una bolsa de la confitería Gómez en la mano, otro par de ellos haciendo fotos a la estatua de Velarde, cuatro frente al escaparate de El Piso... "Es la primera vez que estamos en Santander, pero no en España. Vamos a dar una vuelta". La respuesta más recurrente.

Siempre con la sonrisa. Muy educados. "Además en este puerto accedes directamente a la ciudad. Muy bien. En Gijón se tarda mucho". Pero con excepciones. Porque la moda de las reclamaciones para tratar de no pagar en los hoteles de la costa mediterránea ha calado en algunos turistas británicos. Ella subió al bus, hizo el viaje y dijo que se iba a pasear en vez de ir al barco. Pero luego, sólo repetía que le devolvieran el dinero. Y encima se había guardado en el bolso los auriculares...

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios