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Sor Evelia, superiora de las monjas de la Cocina Económica, en el taller de manualidades de cartón y papel. Sostiene una carpeta para partituras hecha de encargo
La casa de la gente sin hogar

La casa de la gente sin hogar

La Cocina Económica, que atiende a 2.000 personas y consume un millón de euros al año, incluye talleres, varios pisos de acogida, dormitorios y economato

Juan Carlos Flores-Gispert

Lunes, 5 de junio 2017, 07:29

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La Cocina Económica lleva más de un siglo enSantander. El Ayuntamiento agradeció a las monjas sus desvelos por los más necesitados del municipio concediéndoles la medalla de oro de la ciudad en el año 2008. Su labor es insustituible y, en el año 2016, la institución que rigen las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, atendió a 2.000 usuarios, de los que un tercio fueron mujeres y el resto hombres. Casi un millar fueron españoles, pero por las instalaciones de las Hijas de la Caridad pasaron personas de 74 países: 242 de África (en su mayor parte de Marruecos y Camerún), 193 de dieciséis países de Latinoamérica y 224 de Europa del Este (en su mayoría de Rumanía y Moldavia).El resto de personas atendidas fueron europeos, sobre todo de Portugal y Polonia.

Estas son las cifras frías, de las estadísticas, pero la Cocina Económica tiene un alma que ponen las monjas, los seglares y los propios residentes. Por las duchas de la cocina pasaron el año pasado 3.133 usuarios, se realizaron 852 cortes de pelo y la lavadora funcionó casi mil veces. Veinte personas cada día usan estos servicios ubicados en el mismo edificio de la calle Tantín.

El servicio de comedor es el más conocido por la población en general. El número de usuarios atendidos fue de 1.091. De ellos, 977 fueron hombres. Del total de personas que acudieron al comedor (desayunos, comidas y cenas), 664 fueron españoles. Más cifras, que hacen ver con claridad la atención de las monjas y los seglares a los desfavorecidos: sirvieron 16.780 desayunos; 52.000 comidas, 31.200 cenas y entregaron 467 bocadillos. Y está también el economato, en el que se atendió a 825 familias, que agrupan a casi dos mil personas, de las que más de 600 son menores de doce años.

Un millón de euros

Para todos estos servicios, más los talleres de formación, la acogida, la atención social, la asistencia a desfavorecidos y las veinte habitaciones en donde residen quienes no tienen donde vivir, la Cocina Económica contó el año pasado con un ajustado presupuesto de un millón de euros, de los que un tercio proviene de los fondos propios de esta orden religiosa, un tercio de aportaciones de ciudadanos y un tercio de la Fundación Botín, los bancos Santander, Bankia y la Caixa y otras instituciones financieras, además del Gobierno de Cantabria. El Ayuntamiento de Santander colabora en la organización de diferentes campañas a favor de la Cocina y con el trabajo de los expertos de los servicios sociales municipales.

"Salimos adelante gracias a la colaboración de miles de personas, en Cantabria y en otras partes de España, que aportan los fondos necesarios para poder seguir con nuestro trabajo. Atodos les estamos muy agradecidos porque con su ayuda podemos conseguir que esta casa siga en marcha", dice la superiora de las Hijas de la Caridad en Santander, sor Evelia. Con ella trabajan en las instalaciones de la calle de Tantín, once personas en las cocina, seis monjas y un centenar de voluntarios, necesarios para atender desde el economato a los ocho pisos tutelados que dirigen: cinco de su propiedad, tres en alquiler y uno cedido por elAyuntamiento de Santander.

Una de las actividades más importantes de la Cocina Económica son sus talleres, "la esencia de nuestra labor social", dice sor Evelia. Están los talleres de acogida, la primera atención a quienes acuden a las monjas de San Vicente de Paúl. Y los talleres ocupacionales en los que se pretende que esas personas a las que se atiende adquieran hábitos y un control y desarrollen horarios de trabajo. Así realizan bolsas y pequeñas manualidades con papel reciclado. Hay también talleres de teatro, de radio, de periodismo, cine fórum, salidas culturales, acuden al fútbol con el apoyo de voluntarios de Buscando Sonrisas, aprenden informática y hay una huerta urbana que surte de abundante verdura.

Y están los talleres más conocidos, en los que se confeccionan alpargatas, babys infantiles, ropa de trabajo y bolsas para la playa, entre otras cosas, además de encuadernaciones y se fabrican cajas de encargo para empresas, artistas o profesionales, con las medidas y necesidades de cada cliente.

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