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Pasarelas y terrazas del Centro Botín llenas, el pasado verano. A. Fernández
El ‘efecto Botín’ impulsa las visitas a otros museos, en especial al Mupac

El ‘efecto Botín’ impulsa las visitas a otros museos, en especial al Mupac

¿El Centro empuja otras infraestructuras? Galeristas, directores de museos y gestoras opinan sobre el alcance del tirón en Santander

Mada Martínez

Santander

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Domingo, 3 de diciembre 2017, 08:14

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Tres jóvenes protegidos por una capucha con pelo artificial miran a cámara. Dos de ellas hacen la señal de victoria con los dedos mientras posan.

−«Que salga ese barco que entra por la derecha» (se refieren a uno de ‘Britanny ferries’).

−«¡Venga! Me he hecho esta foto seis veces por los menos».

Las pasarelas y terrazas de metal del Centro Botín suelen estar llenas de gente que se autofotografía de espaldas a la bahía o al Banco Santander, que capta el reflejo del agua en el recubrimiento de cerámica nacarada, o que congela los pedacitos del edificio de Renzo Piano que parecen suspendidos en el mar. Los visitantes también circulan por las salas de exposiciones −la permanente, la de Julie Mehretu, en cartel hasta febrero−, o se toman un café ante la bahía. Inaugurado el 27 de junio, en su primer trimestre recibió más de 800.000 visitas. De ese total, 96.000 personas se acercaron a las exposiciones, otras 8.000 participaron en actividades culturales, 7.300 en las formativas… Para el director general de la Fundación Botín, Iñigo Sáenz de Miera, las cifras confirman que el edificio se convierte en un «lugar de encuentro».

El Centro Botín enfila su primer semestre de vida armado con su avance expositivo para 2018 (muestras de Cristina Iglesias, Joan Miró, Manolo Millares o los clásicos ‘Itinerarios’) y el empuje de la novedad. ¿Se ha notado ese empuje en otras infraestructuras culturales de la ciudad? ¿Se da un ‘efecto Botín’ en Santander, se parece al de otras ciudades del norte?

El Museo de Prehistoria de Cantabria (Mupac) contiene decenas de miles de años de evolución humana en su sede del Mercado del Este, a escasos 300 metros del nuevo Centro Botín. El Mupac ocupa un espacio de 2.000 metros cuadrados lleno de vitrinas, proyecciones, recursos interactivos o recreaciones de la vida prehistórica. Su director, Roberto Ontañón, concede cierto crédito al efecto Botín. ¿Por qué? El centro se inauguró a comienzos de verano, estación en la que se concentra gran parte de las visitas a Cantabria en el año. Y este verano ha sido bueno para el Mupac: respecto de 2016, los visitantes han crecido un 20,4%, hasta llegar a las 10.713 personas.

Hay más. Ontañón añade que, este año, el tirón de las visitas estivales se notó un poco antes. «La última semana de junio se han incrementado bastante respecto de la del año anterior. Y eso, creo, tendrá que ver seguramente con la apertura del Centro Botín». El empuje no se ha limitado, indica el director, al arranque del verano, sino que se ha prolongado después. En agosto, el incremento respecto de 2016 fue del 31%, uno de los aumentos más abultados hasta la fecha. Ontañón relaciona estos porcentajes estivales, sobre todo el de agosto, con la puesta en marcha del Centro Botín y, sobre todo, con su cercanía al Museo de Prehistoria. «Mucha gente viene expresamente a conocer el Mupac, pero también hay quien ha venido a ver el Centro Botín y, ya de paso, ha decidido acercarse» al Mercado del Este.

El Centro Botín informó en septiembre de que, en verano, había recibido 800.000 visitantes

Algo similar percibe el galerista Juan Silió: el Centro Botín −el edificio en sí, o exposiciones como las dedicadas a los dibujos de Goya o a la obra de Mehretu− ha logrado ensanchar el alcance de las visitas. «Hemos notado, al menos en nuestro caso (Galería Juan Silió), una mayor afluencia de gente de fuera. La gente está viniendo a ver el Centro Botín y, de paso, las galerías». Para Silió el Centro Botín tiene (y tendrá) una «importancia grande» para la ciudad, y capacidad para conectar los espacios expositivos y culturales de Santander.

Esperar para medir el efecto

Carmen Quijano, gestora cultural y comisaria (Carmen Quijano Studio), también apunta a la posibilidad del ‘efecto Botín’ mas inmediato: «Si vienes de visita a Santander para ver el Centro Botín, ya sea de manera individual o con un viaje programado, entiendo que ir a visitar otras infraestructuras de la cuidad es lo más lógico. Desde las instituciones y los espacios privados de Santander se está trabajando con la idea de generar sinergías, trabajar de una manera más conjunta y aunar esfuerzos».

Quijano, la gestora y editora (NocaPapers Books&More) Noemí Méndez, y Alexandra García, al frente de Espacio Creativo Alexandra, piensan que aún es pronto para medir el impacto del Centro. «Hay que dejar que transcurra un tiempo prudencial para poder recabar datos sobre este tipo de efectos», indica Quijano. Sobre la posibilidad de que se produzca, apunta Méndez: «Sí creo que pueda darse, pero siempre que haya interés por parte de todos de crear una potente estructura cultural. Santander la tiene y solo debe dirigirla a un buen puerto».

Para Alexandra García, esa capacidad de empuje debería ser consustancial a la naturaleza del Centro: «Pienso que la repercusión positiva al resto de infraestructuras culturales de la ciudad, bien sean de carácter público o privado, debiera ser algo inherente a la creación del Centro Botín. Dependiendo del diálogo que se establezca con ellas el efecto tendrá menor o mayor consecuencia».

Domingos en el MMC

En el Museo Marítimo del Cantábrico (MMC) que dirige Gerardo García Castrillo también exhiben números positivos: han crecido las visitas. Sin que 2017 haya terminado ya se registran más que en todo 2016. «El aumento es de 1.407 personas», indica su director. Comparando solo los meses de verano, el aumento ronda los diez mil visitantes.

El director del MMC cree que la apertura dominical gratuita −cinco museos la ponen en práctica desde 2016− ha tenido bastante que ver con el incremento, así como la programación en sí, o la climatología estival (con lluvia crecen los usuarios). Aunque no descarta que el Centro Botín haya empujado los resultados, «al no haber realizado una encuesta, no se puede aseverar que todo ello responda solo al Centro Botín; (el aumento) responde a un conglomerado de cosas».

Ontañón y García Castrillo coinciden en que sería deseable conectar el Centro con el resto de infraestructuras culturales, municipales o autonómicas (el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander está fuera de juego ahora). El director del Mupac va más allá, y, además de hacer una llamada a la colaboración público-privada, apuesta por ‘anillar’ todos los atractivos santanderinos y no solo los sujetos al Ayuntamiento: «Me parece que se podrían vincular las visitas de los centros municipales −murallas, refugio…− con el Museo», por ejemplo, a través de un pase conjunto.

En agosto, las visitas crecieron un 31%, uno de los aumentos interanuales más abultados hasta la fecha

Carmen Quijano reflexiona sobre la conexión entre recursos culturales: «Es deseable, y entiendo que ya se está trabajando desde estos principios de colaboración por distintas actividades y acciones que se han venido desarrollando desde su apertura tanto a nivel público como privado. Noemí Méndez matiza: «Depende de qué tipo de sinergias. Creo que siempre hay que tener claro que la cultura pública y la privada tienen matices distintos. Pero siempre que favorezcan al ciudadano creo que es positivo». Para Alexandra García sería positivo que hubiera «una estrecha relación entre las infraestructuras culturales que vienen trabajando desde hace años en la creación de un tejido cultural de base con el Centro Botín».

Sobre la posibilidad de que el efecto sea duradero o constante, Roberto Ontañón es cauto. Salvando las distancias pone de ejemplo lo ocurrido con el Museo de Altamira. En 2001, año de su inauguración, sumó más de 375.000 visitas, y ahora se sitúa en torno al cuarto de millón anual. Es decir, tras el aumento inicial, descendió hasta estabilizarse. «El efecto del Centro Botín puede manifiestarse de golpe, pero tendremos que esperar a ver qué ocurre luego», indica Ontañón.

El reflejo del Guggenheim

El reflejo del Guggenheim de Bilbao se cuela en la evaluación del Centro Botín. Al edificio de Frank Gehry acude, de media, un millón de vistantes al año. «Acabamos de celebrar su XX aniversario y los 20 millones de visitantes», por lo que este año será excepcional, indican desde el Museo.

Nekane Alonso, concejala de Cultura, señala cómo el Guggenheim tuvo un efecto multiplicador en el plano cultural, urbanístico o turístico: «El efecto existió, existe y existirá. El proyecto nació en un momento de crisis industrial, fue una apuesta arriesgada y, en su momento, muy contestada. El Gobierno, la Diputación y el Ayuntamiento tomaron una decisión». Alonso apunta a las líneas de trabajo entre el Museo y otros equipamientos de Bilbao, dado que, independientemente de la titularidad, «hay colaboración entre ellos». Para la concejala, a quien el Centro Botín se asemeja al Azkuna Zentroa por su carácter multidisciplinar, apuesta por la conexión atlántica. «Hay que aprovechar las sinergias».

Bilbao y Asturias vuelven sobre la conexión de la ‘red cultural’ Atlántica

Antes de asumir la dirección artística del Centro Botín, Benjamin Weil dirigió durante cuatro años la LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, en Gijón. Hace un mes, en una entrevista en ‘El Comercio’, señaló: «Hay que buscar la manera de crear de verdad este famoso Arco Atlántico del que venimos hablando desde hace años. Hay iniciativas de intercambio y colaboración que han tenido éxito. Desde San Sebastián hasta Vigo, incluidos Oporto y Lisboa, y hasta Burdeos y Nantes, hay iniciativas culturales de gran valor». ¿Qué proponen en País Vasco y Asturias?

Nekane Alonso, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao, propone crear un eje, un circuito de museos e infraestructuras culturales. «Se puede aprovechar el tirón de las ciudades del norte. Sería bueno profundizar en ello. Desde los museos de Bilbao estaríamos encantados de hacer más cosas». Coincide con este planteamiento Vicente Domínguez, viceconsejero de Cultura y Deporte del Principado de Asturias, que habla de una conexión atlántica entre centros como el Kursaal (San Sebastián), el Botín y el Niemeyer, en Avilés, «edificios todos de grandes arquitectos». Añade: «En la autovía del norte todo está conectado».

Esta legislatura, en Asturias se ha creado el ‘pentágono del arte’ , que aúna la Sala Borrón, el Niemeyer, la LABoral (que ahora atraviesa un momento delicado), el Museo Barjola y el de Bellas Artes. «Las cinco forman un sistema» que aspira a conectar los proyectos. Un ejemplo: Carlos Corona, procedente de la Sala Borrón, expuso en el Niemeyer, algunas piezas de su trabajo se mostraron en la LABoral y una de sus obras integra la colección del Museo de Bellas Artes.

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