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Una cuadrilla de caloqueros recoge las algas con la ayuda de remolques y tractores en una zona próxima a La Maruca.

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Una cuadrilla de caloqueros recoge las algas con la ayuda de remolques y tractores en una zona próxima a La Maruca. Antonio 'Sane'

Segunda cosecha de caloca

Decenas de cuadrillas recogen de playas y acantilados las algas que arrancó del fondo la marejada de la semana pasada

Teodoro San José

Santander

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Sábado, 16 de septiembre 2017, 08:12

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Frente a quienes se lamentan por la despedida del verano y la entrada del mal tiempo se encuentran los que están deseando la llegada de los temporales; se trata, entre otros, de los recolectores de algas, para quienes las orillas de las playas y algunos acantilados se convierten en una mina. Y aunque aún no son fechas propicias, la marejada con mar de fondo que se desató la pasada semana ha llevado hasta la costa toneladas de algas de ribazón o caloca, y estos días -aunque ayer tuvieron que estar a resguardo- decenas de cuadrillas se afanan en recogerlas a lo largo de todo el litoral.

Uno de esos puntos donde más ha aumentado la presencia de grupos que se dedican a la recogida de caloca es en la zona de La Maruca, Virgen del Mar y Cueto, en las inmediaciones de Santander. También en zonas de la costa occidental se ha notado ese creciente interés por las algas de ribazón pues si hasta hace pocos años apenas se recogían en un par de puntos -Gerra y Comillas, tradicionales en este arte-, ahora se recolecta también en Pechón, Trasvía, Cóbreces, Luaña... Y también en arenales como Portio y Arnía, en Piélagos, o algunos próximos a Noja, entre otros.

En realidad, la caloca que se está recogiendo estos días es el resultado de la segunda marejada de la temporada. Ya hubo una tempranera, en junio, si bien generalmente esas marejadas dejan escasa cantidad en los arenales o son algas de peor calidad. Las buenas marejadas para la recogida de caloca comienzan a darse ya entrado el otoño, a partir de octubre, pero nadie desaprovecha lo que deja la mar, por lo que se despliega una intensa actividad de personas, tractores y remolques en playas y acantilados para llevar a seco las algas que van arribando o ya depositadas en las rocas. Luego se extiende sobre los prados para que se sequen, y si el tiempo se mete en sures, mejor para los caloqueros, pues una alga seca vale y se paga más.

La Maruca y Virgen del Mar figuran entre las zonas donde más se ha incrementado la presencia de caloqueros

Esta cosecha ha vuelto a poner de manifiesto que la recolecta de algas -actividad para la que se precisa una autorización de la Consejería- se ha convertido en una fuente de ingresos en tiempo de crisis. Y si hace no muchos años esta dura actividad era poco menos que testimonial y al borde de la desaparición, la situación económica ha multiplicado el número de caloqueros y zonas de recogida. Y más si, como ha venido sucediendo estos últimos años, se paga a buen precio. De los 0.60 euros el kilo que se abonaba en 2010, por ejemplo, se ha pasado a los 1,80 euros el kilo que se pagó de media el pasado año, llegando en algunos casos hasta los 2,5 euros.

Fin de la extracción por buzos

Eso sí. Cuentan los que se han dedicado toda la vida a la caloca que llevan cinco años detectando un descenso apreciable en la cantidad de algas de ribazón que recogen, y lo achacan a la autorizada extracción y recogida a mano, o siega, por buzos desde barcos en las praderas subterráneas frente a las costas de la zona occidental de la región.

Y mientras los recolectores de tierra empiezan, como quien dice, la temporada de algas de ribazón, concluye esa otra de extracción por buzos. Se inició el 1 de julio y la autorización de la Consejería llega hasta el día 30. En este caso, el centro neurálgico es el puerto de San Vicente de la Barquera, donde se centraliza la mayor parte de las ventas de las algas que se recogen en las praderas subterráneas existentes frente a la costa occidental. El año pasado se descargaron allí 1.111.002 kilos.

Tres firmas -Roko, Hispanagar e Interalgas- son las que habitualmente compran y reciben para extraer el 'agar agar' (gelidium) y procesar la caloca que se recoge en Cantabria, tanto la de ribazón como la extraída por buzos, y cuyo destino es su transformación en agar industrial o bacteriológico.

El agar está presente en los productos agroalimentarios que contengan el conservante E-406 (helados, flanes, confituras, jarabes, mayonesas, quesos...) y los alimentos que precisen de cierta consistencia. Pero también en cosméticos e incluso en la industria textil.

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